Opinión

¿Qué pensarán tras de que nos les esfumamos?

En otro tema, confieso que con todo y palillos en los ojos (para que no se me cerraran por el horario de la transmisión) me dispuse a ver los funerales de la Reina Isabel II por tratarse, sin duda, de un acto histórico i-rre-pe-ti-ble, pero además, esperando encontrar que durante su trayecto final hubiera sido acompañada por algunos de sus animales más cercanos. Siendo así, pude ver a los Corgis MUIK y SANDY acompañando a distancia el cortejo, pero en una actitud como de estar sacados de onda ya que seguramente tenían tiempo de no concurrir a eventos masivos y/o ya poco salían de los aposentos reales como compañía inseparable que eran de la monarca. La Dorgi no apareció en escena, quizás para evitarle el estrés del ajetreo. A saber. A quien también pudo vérsele en solitario y a pleno esplendor de su belleza fue a CARTONLIMA EMMA, la Fell Pony que con todo y ser bastante mayorcita de edad todavía era montada por la soberana, hará cosa de dos años, tras haberse decantado por cabalgar solamente a lomos de esa raza típica de las montañas altas de Inglaterra. Me puso la piel de gallina verla tan solemne, pulcramente ensillada y con los estribos en alto (a diferencia de la escalofriante imagen de BLACK JACK, el caballo que acompasó el funeral del Presidente J. F. Kennedy, que los llevaba abajo portando unas botas de montar pero colocadas en sentido contrario), aguardando junto a su caballerango el paso de su compañera Isabel. Sólo Dios sabrá si con ello entendería la separación que le había impuesto el destino. Un adiós para siempre.

Foto: Redes socieles

Foto: Redes sociales

Igual y no faltará quien se pregunte la razón por la que amando tanto a los caballos y habiéndose encargado personalmente de detallar su entierro, Su Majestad haya decidido que su féretro fuera trasladado en ese increíble Rolls y posteriormente por el cuerpo de Marinos. Les cuento. Resulta que durante el funeral de la Reina Victoria, los corceles que jalaban el ataúd se asustaron y de no ser por un marino que los contuvo, hubiera terminado en el suelo. Desde entonces la tradición es lo que vimos, pese a que Isabel II, dicen, estuvo a un tris de cambiarla, pero...

El caso es que todavía no podemos saber qué y hasta dónde sienten nuestros compañeros animales no humanos cuando nos les desaparecemos por muerte. Se sabe de perros que tras la depresión que agarran fallecen a los cuantos días de la partida de su humano. Recuerdo también, al respecto, que la gorila KOKO (muerta en junio del 2018 a los 46 años), enseñada a expresarse con el Lenguaje de Señas Americano a grado de poder formar frases incluso largas, no sólo entendió y expresó lo que había entendido sobre el concepto humano de la muerte, sino que definió sus posibles causas. Para ella, la muerte sobrevenía por enfermedad o por vejez, y así lo hizo saber. Cuando se le preguntó qué pasaba después de la muerte dijo que (los cuerpos) se iban a un hoyo profundo y… ¿Y después?... Ya será tema para abordar en otra ocasión a falta de espacio, no omitiendo que todo fue documentado. Por cierto, ayer la Dra. Penny Patterson, Presidente y Directora de Investigación en The Gorilla Foundation, organización que ha desarrollado impresionante trabajo sobre la comunicación interespecie a partir de su relación con KOKO, comunicó la muerte de Ronald H. Cohn, acontecida el 16 de septiembre. Se trató del fotógrafo-documentalista que durante 5 décadas evidenció la vida de la fantástica gorila y de sus compañeros MICHAEL y NDUME, logrando con ello portadas insuperables para National Geographic, mi revista de cabecera. Descanse en paz.

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