Opinión

Politécnico y Cinvestav ¿Vecinos Distantes?

El Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional (IPN) fue ideado y fundado en Abril de 1961 por el entonces Director General (DG) del Instituto, ese genio de la generación de nuevos organismos académicos y científicos, el Ing. Eugenio Méndez Docurro. En forma breve vale la pena mencionar que este mismo personaje fue el creador del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología , y su primer DG; el Canal 11 del IPN (originalmente XE-IPN Canal 11); y la primera Agencia Espacial Mexicana, que los funcionarios de la entonces Secretaría de Comunicaciones y Transporte desaparecieron. Pero tiempo después volvió a crear otra agencia similar sobre el espacio que corrió la misma suerte que la primera; demostraciones fehacientes que la burocracia del país ha mostrado históricamente un minúsculo interés por la innovación, la ciencia y la tecnología (ICT).

Méndez Docurro contó siempre con el apoyo de otro politécnico en el gobierno federal, Víctor Bravo Ahuja, que fungía como Subsecretario de Educación Pública y posteriormente como Secretario de la misma. El propósito original del Cinvestav fue la formación de recursos humanos de nivel maestría y doctorado para el IPN, y después para el país en general. Para ello el Politécnico lo dotó de recursos físicos, económicos y estratégicos, incluso castigando a sus otras entidades, para crear un organismo de educación de posgrado, y generación de ICT de excelencia; con similitud a otros selectos “think tanks” de los EUA. Para agilizar su operación se le dio el carácter de descentralizado, pero jurídicamente articulado al IPN y con la característica de organismo auxiliar del Instituto, teniendo en su Junta Directiva como Presidente exoficio al DG del Politécnico. El primer Director seleccionado fue el egresado politécnico Manuel Cerrillo, a la sazón profesor en el Tecnológico de Massachusetts; al final Cerrillo rechazó la oferta y se tuvo que nombrar con urgencia a un substituto: Arturo Rosenblueth.

Foto: Cinvestav

Foto: Cinvestav

Este último funcionario no participó en el diseño y creación del Centro, pero sí tuvo la visión de apoyarse en el IPN para consolidar el naciente grupo académico. Y tal visión y solidaridad politécnicas fueron determinantes; esfuerzos que ahora algunos pretenden ignorar. Sin embargo, es pertinente reiterar que el nombre de Cinvestav del IPN no se adquirió por una casualidad celestial; sino gracias a la extraordinaria creatividad que los politécnicos de la época mostraban en esas décadas iniciales de la vida educativa y académica del Instituto. El IPN había sido creado en 1936 por ese otro personaje de la primera mitad del siglo XX, el General Lázaro Cárdenas, a la sazón Presidente de la República; y el propósito fundamental fue propiciar la educación técnica de las clases menos afortunadas de México y para ello se crearon sistemas de internados, becas y otras innumerables facilidades a todo lo largo y ancho de la geografía nacional. En un breve paréntesis, y con todo cuidado, vale la pena expresar que algunos se preguntan si esa creatividad académica del IPN, y hasta deportiva, de sus décadas iniciales se perdieron en la historia; los dirigentes actuales guinda y blanco deberían demostrar que esas características se mantienen con toda vigencia ¿lo podrían hacer?

Actualmente el Cinvestav tiene 12 planteles en 10 entidades federativas incluyendo la CDMX, y 650 científicos con 97% de ellos en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI); cuenta además con más de 500 auxiliares y técnicos de investigación con muy alta preparación técnica. Tiene registrados más de tres mil estudiantes anuales y ha formado varios miles de doctores en ciencias incluyendo graduados de maestría localizados en todo el territorio nacional; y una buena cantidad de ellos establecidos en Latinoamérica y en los EUA. Se estima que no menos del 10% de los creadores de conocimientos científicos en México han sido entrenados en el Cinvestav. La mayoría de sus programas de maestría y doctorado tienen estatura internacional según Conacyt, lo que lo ha convertido en un líder nacional indiscutible; ha recibido 27 Premios Nacionales de Ciencias y Artes, 37 Premios de Investigación Científica de la Academia Mexicana de Ciencias, y cinco premios de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo, en Trieste, Italia; publica al año cerca de 1,600 artículos científicos; está dentro de las tres instituciones académicas mexicanas que generan más patentes. Ha sido considerado por la OCDE con base en Francia como un centro de estatura internacional; y la empresa editorial Thompson Reuters lo ha clasificado en varias ocasiones como la institución mexicana con mayor número de citas por investigador por año; entre otras distinciones.

Adicionalmente a los altos logros señalados del Centro, a fines de la década de los 70´s decidió participar en la descentralización de la educación de posgrado e investigación, y para ello, también con un notable apoyo estratégico del IPN, estableció en Yucatán la primera Unidad del Centro. Y a inicios de la década de los 80´s creó la segunda Unidad en Irapuato, Gto; Unidad en la que tuve y he tenido la fortuna de participar intensamente en su creación y desarrollo, dejando de lado las tentadoras ofertas académicas del propio IPN y de la UNAM en la CDMX. De esta manera, el Cinvestav desplegó una agresiva política descentralizadora que a la fecha ha resultado en una de sus conquistas más distinguidas en ICT.

A un lado de los plausibles logros académicos del Centro, vale la pena hacer reflexiones sobre algunos de los aspectos que deberían recibir atención, modificación, y en su caso hasta corrección de las omisiones voluntarias o involuntarias que estén ocurriendo. En el resto del presente año de 2022 habrá cambios de las autoridades centrales del Cinvestav que están llegando al límite legal permitido de ocho años con una eficacia que la comunidad tendría que ponderar, dado el entorno correspondiente. Se escucha de diversos académicos integrantes del Cinvestav, y de otros de instituciones diversas, además de “radio pasillo”, que una de las notables tendencias de los dirigentes del Centro ha sido y es la separación académica del IPN, su creador y benefactor; e igualmente parece que se expresa hasta el deseo de eliminar de su nombre en forma oficial su dependencia legal del propio Instituto. Esta tendencia de alguna manera percibible en el Centro, nos parece a algunos que le hemos invertido nuestra vida a la creatividad interna y endógena del Cinvestav, que si ese fuera el caso, no es la mejor estrategia a seguir. Dada los limitados recursos en el país para la ICT, y la forma actual de incentivar eficazmente el quehacer para la generación de conocimientos tiene que ver con el fortalecimiento de los lazos inter e intrainstitucionales; y no exactamente su separación o fragmentación.

Son innumerables las colaboraciones entre los organismos en los campos de la educación de calidad e ICT que se deberían propiciar; como programas de posgrado compartidos en campos mutuamente definidos; proyectos científicos de corto, mediano y largo plazos; compartir equipos e instrumentos especializados de alto valor para evitar duplicación; intercambio de estudiantes y académicos dentro de proyectos de investigación; patentes compartidas y estimular su empleo por los sectores de la sociedad correspondientes; y una buena dosis de ejemplos adicionales incluyendo hasta eventos deportivos. Las colaboraciones actuales entre el IPN y el Cinvestav son principalmente aquellas que los académicos establecen con el entorno en forma personal y de manera usualmente informal.

Es decir, las nuevas autoridades del Centro, y la Dirección General del IPN, tienen la oportunidad de implementar acciones colaborativas catalíticas en muchos de los grupos de ambos organismos; todo ello puede lograrse tanto en la CDMX como en las diversas entidades en las que ambos están instalados dada la coincidencia de la presencia regional común. Hagamos votos porque las presuntas actitudes separatistas, inaceptables y tercermundistas en esta etapa de avance de la ICT, dentro de ciertos segmentos del Cinvestav, y de las propias restricciones presupuestales nacionales para propiciar la sociedad del conocimiento a que aspiramos, se transformen en programas comunes, inteligentes y productivos. Y de parte del Cinvestav sería deseable una muestra de agradecimiento al Politécnico por sus aportes históricos para su nacimiento y eficaz desenvolvimiento, en lugar de sus posibles intentos de separación que observamos algunos; todo ello le daría mayor grandeza y signos de madurez institucional que vestiría al Cinvestav como el centro de clase mundial que hace algunos años señaló la OCDE y que enarbolan actualmente algunos de sus sectores; característica que pretendemos analizar en otro espacio, ya que parafraseando a un alto funcionario sobre la ley (“la ley es la ley”), la clase mundial es la clase mundial.

Octavio Paredes López.

Premio de la Academia de Ciencias del Mundo en Desarrollo (TWAS, Trieste, Italia) / Premio Nacional de Ciencias / Investigador Emérito del Cinvestav-IPN y del SNI-Conacyt /Adscrito: Cinvestav-IPN Unidad Irapuato.