Opinión

PRIMOR. Partido hegemónico, casi único

Morena va por la segunda temporada de la serie del partido hegemónico, casi único. El PRI jugó ese rol durante décadas el siglo pasado. Varios de los morenistas más destacados, como López Obrador, Ebrard, Monreal, Bartlett, entre otros muchos otros, tuvieron cargos destacados en ese partido, de manera que saben de lo que se trata y lo que se necesita para construir una fuerza política que arrolle a sus adversarios y que imponga sus condiciones en nombre, claro, del pueblo a quien dicen representar.

Es necesario, para tener ese partido, controlar a la mayoría de los gobernadores y que la oposición en el Congreso sea apenas decorativa, además de que el instituto electoral sea parte de su organigrama gubernamental, del cual deben desaparecer todos los organismos autónomos. Morena está siguiendo el librito

El 3er Congreso Nacional Ordinario que se celebró en Autodromo Hermanos Rodríguez.

Foto: Especial.

Adrian Contreras

Lo que desconcierta es que en Morena también hay gente que luchó por años, incluso arriesgando el pellejo, para destruir a ese partido hegemónico, casi único y hoy que están en el poder quieren replicarlo, incluso borrando del mapa los legisladores plurinominales, de modo que la mayoría se quede con todo el pastel.

Los morenistas que surgieron de las organizaciones de izquierda que hoy son parte de la mano de obra que construye la pirámide del populismo autoritario, lo cual resulta desalentador por decir lo menos. En suma, ser la versión recargada de PRI, Maximato incluido, es la aspiración de Morena. ¿Podrá conseguirlo? En esas andan.

En los últimos días se han topado con un aliado eficaz, aunque vergonzante, el propio PRI, por lo menos la fracción que encabezan Alito Moreno y Rubén Moreira que ven en los dirigentes morenistas un priismo de la vieja escuela, ese que privilegiaba el trueque de impunidad por apoyo político. Así como van juntos en relación con la militarización, Morena y PRI pueden juntarse para aprobar nuevas leyes electorales, lo que sólo plantearlo genera escalofríos. Tanto esfuerzo para construir un organismo electoral creíble para regresar a los tiempos en que las elecciones se procesaban en Bucareli, donde, lo recordamos todos, algunas veces se les caída el sistema.

Regresar a los tiempos del partido hegemónico, casi único, es una nostalgia política perversa en la que está empeñada una parte mayoritaria de la clase política.

Algo que llama mucho la atención es cómo enfrentará Claudia Sheinbaum este proceso. De las corcholatas y el destapador es la única sin antecedentes en el tricolor, lo que desde luego llama la atención, pues viene de organizaciones de izquierda que veían al PRI como en enemigo a vencer y que no querían tener ningún tipo de trato con el Ejército, por ejemplo, al que consideraban culpable de haber liquidado a muchos compañeros.

Al inicio de este sexenio la jefa de Gobierno de la CDMX negó, yo diría que indignada, que hubiera alguna posibilidad de patrullaje militar en la capital. Hoy es una de las principales promotoras de la extensión del periodo de permanencia de las fuerzas armadas en las calles. ¿Cuál es la verdadera Claudia? Si nadie se lo ha dicho, hay que subrayar que al interior de la Sedena la ven con muchas reservas pues saben que su verdadero proyecto de seguridad no es verde olivo, sino uno con el perfil de García Harfuch-Rosa Icela

Se entiende que su estrategia es ser eco del presiente y darle por su lado incluso en los disparates, pero qué tipo de gobierno podría hacer cercada de ex priistas, comenzando por el grupo de los tabasqueños que están al acecho de cualquier tropezón. No tiene margen de error.