Opinión

¿Qué quiere el presidente?

En los ataques contra el INE hay una carga alarmante de sofismas, prejuicios, odio y mentiras que debería preocuparnos a todos. Es un linchamiento. Una agresión a cielo raso encabezada por el presidente y secundada por sus serviles devotos.

Cuartoscuro

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En su más reciente provocación, AMLO propuso que el gobierno haga un “plan de austeridad” para que lo ponga en práctica el INE sobre el entendido de que, dado que el órgano electoral es autónomo, ese ejercicio no tendrá carácter prescriptivo.

La mala fe de esa nueva ocurrencia es evidente: es una nueva ofensiva pública que busca exhibir al INE como una institución dispendiosa, cara, que incurre en gastos artificiosos, superfluos, y cuyos dirigentes gozan de sueldos desmesurados que no se ajustan a la ley de austeridad.

Todo lo cual es falso. Es obvio que tales ataques oscurecen el diálogo público, enardecen, incitan a la desconfianza y al odio contra el INE y contra sus consejeros a quienes ha calificado como “enemigos de la democracia”. Pero, ¿Qué quiere lograr realmente el presidente con esta campaña abominable?

¿Es una mera catarsis? ¿Sólo está dando rienda suelta a su ira? Eso es posible. Con inusitada frecuencia AMLO ha demostrado su intolerancia hacia quienes no están de acuerdo con él y su tendencia a explotar con el menor pretexto.

¿O quiere sabotear la realización de la revocación del mandato bajo los criterios legales, es decir, bajo la coordinación del INE? Esta explicación es plausible pues el presidente ha hablado de formas alternativas, no legales, de llevar a cabo la revocación, sea por la vía de que el pueblo mismo la organice, o sea que se haga a través de encuestas, etc.

¿O pretende suprimir al INE autónomo y volver al viejo modelo autoritario donde las elecciones eran organizadas directamente por el Gobierno federal? Es probable que este sea el principal deseo que mueva al presidente pues, como sabemos, detesta a las entidades autónomas y aspira a tenerlas bajo su control, pero él sabe bien que ese sueño es, al menos por el momento, imposible de realizar –dada la composición política del actual legislativo.

Una cuarta explicación posible es que los ataques presidenciales al INE sean solo parte de su estrategia política de lanzar ataques una y otra vez para mantener al país en una atmósfera de desasosiego y polarización que ha demostrado ser eficaz para mantener su popularidad y alejar la atención de la ciudadanía del fracaso que están teniendo sus políticas de gobierno.

La imagen de hombre puro y honesto que se ha construido AMLO cae por los suelos cuando observamos la mala fe y el resentimiento que guía su conducta. Lo mueve la rabia, no la razón, ni los argumentos. No le importa pisotear la dignidad y el respeto que merecen sus adversarios y no le importa el daño que acarrea al país un conflicto político-institucional como el que comentamos. Lamentablemente, en el largo plazo, México tendrá que pagar un altísimo precio por estos desaguisados presidenciales.