Opinión

Reordenamiento internacional

Dice Lula, el presidente de Brasil, que la agenda del G20 no es para debatir sobre geopolítica y que debe estar centrada en temas sociales y económicos: “No podemos dejar que cuestiones geopolíticas secuestren la agenda de discusiones del G20… Necesitamos paz y cooperación en vez de conflicto”.

De acuerdo con ciertos medios informativos, el trasfondo de esa declaración formulada el fin de semana en Nueva Delhi, en el marco de la cumbre del G20, en la que Brasil recibió la presidencia del mecanismo para 2024 de la mano del anfitrión, Narendra Modi, mandatario de India y anfitrión de la Cumbre, es la guerra entre Rusia y Ucrania y los esfuerzos de los países occidentales de introducir en la declaración final una condena a la agresión militar rusa y la apropiación de territorio a través del uso de la fuerza.

No fructificó la condena directa a Rusia, si bien se incorporó una mención al segundo aspecto, una fórmula que de alguna manera facilitó el consenso para su adopción por parte de todos los participantes: “Llamamos a todos los Estados a respetar los principios del derecho internacional, incluida la integridad territorial y la soberanía, el derecho internacional humanitario y el sistema multilateral que salvaguarda la paz y la estabilidad.”

El presidente de India y anfitrión de la cumbre del G-20, Narendra Modi, y el anfitrión de la cumbre 2024, el brasileño Lula da Silva

El presidente de India y anfitrión de la cumbre del G-20, Narendra Modi, y el anfitrión de la cumbre 2024, el brasileño Lula da Silva

EFE

Cabe mencionar que Modi, como presidente del G20, decidió no invitar a participar al presidente ucraniano a diferencia de 2022, en Bali, en la que Volodimir Zelenski, pronunció una intervención virtual, aparentemente bajo el argumento de que su presencia propiciaría que la reunión hubiera girado en torno al conflicto armado.

Como es ampliamente conocido, en el G20 participan Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, Corea del Sur, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y Unión Europea. Por si fuera poco, Lula señaló que en la próxima cumbre en Río de Janeiro, el presidente ruso Vladimir Putin será invitado y no sería detenido a pesar de la orden de arresto que pesa en su contra por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra emitida en el mes de marzo pasado.

No deja de llamar la atención que los medios informativos en general han coincidido en señalar que la cumbre de Nueva Delhi ha representado un triunfo para la diplomacia india y que ha puesto en evidencia el peso creciente de lo que ahora se ha dado en llamar sur global en las relaciones internacionales. Más allá de los términos de moda, lo cierto es que a finales de agosto de 2023, ese sur global se hizo presente de manera sonora durante la realización de la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en Sudáfrica, presidente en turno del mecanismo. Los BRICS además de invitar a seis países a integrarse plenamente de una lista de 23 solicitantes que en meses previos habían expresado interés, para ampliar su alcance e influencia, reafirmaron su voluntad de erigirse en una alternativa al dominio de las potencias occidentales en el mercado mundial.

Los convidados son Argentina, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán y de aceptarlo se integrarían a partir de enero de 2024, a fin de ampliar su alcance e influencia. No todos los invitados han reaccionado con el mismo entusiasmo. Algunos expertos han apuntado que se trata de un grupo de países autoritarios en oposición a los grupos y mecanismos internacionales que reúnen a los países democráticos, con poco futuro y escasa viabilidad. Ciertamente se trata de países con la característica de ser mercados emergentes con potencial importante de crecimiento mundial, que representan en su conjunto alrededor del 42 por ciento de la población global, 30 por ciento del territorio del planeta, 23 por ciento del PIB mundial y 18 por ciento del comercio internacional. Claramente no todos sus países miembros poseen un régimen autoritario. Otros analistas han privilegiado el enfoque de que se trata de una alianza que disputaría la hegemonía occidental, particularmente la estadounidense, en las esferas políticas, económicas y sociales.

A juzgar simplemente por la membresía de estos bloques y las conclusiones de sus reuniones más recientes, da la impresión de que ciertos países poseen la capacidad de diálogo, negociación y convocatoria con bandos que en principio podría asumirse que son antagónicos, sin que pueda asociárseles en una disyuntiva demócratas versus autoritarios. A pesar de que se ha sugerido que no deben mezclarse los aspectos políticos con los económicos y sociales, queda la impresión de que la geopolítica está marcando la pauta en todos los desarrollos del escenario internacional, incluidos precisamente los económicos.

Dice Noam Chomsky con ironía que le encanta escuchar a estadistas estadounidenses sermonear al sur global, diciendo que cómo se atreven a no sumarse para preservar los principios fundamentales de justicia en Ucrania, o sobre cómo la integridad territorial es sagrada.