Opinión

La Seguridad Nacional como pretexto

El presidente pidió el divorcio de la SCJN por diferencias irreconciliables. Tiene razón, van por caminos diferentes.

López Obrador no quiere que le salgan con eso de que “la ley es la ley” y los ministros quieren mantener el marco legal, comenzando por el respeto a la Constitución.

El presidente López Obrador señaló de ser falso el número de periodistas asesinados

El presidente López Obrador en su conferencia mañanera

Cuartoscuro / Moisés Pablo Nava

Lo especial de esta andanada es que finalmente tuvo respuesta. El ministro Pérez Dayán dijo: “Nada nos doblará”. El jaloneo durará todo el sexenio.

Según el Ejecutivo hay un divorcio completo. Ya perdimos a la Corte, dijo. “Están al servicio de los potentados, de la oligarquía, la Corte quiere frenar las magnas obras que estamos haciendo”.

Esa afirmación es falsa. Los ministros no están en contra de la construcción de las obras, nada de eso. Están en contra de que haya opacidad y de que el gobierno, con el pretexto de la Seguridad Nacional, oculte datos que todos tienen derecho a conocer.

Son dos cosas diferentes. Las obras pueden seguir haciéndose; eso sí, reportando cada peso gastado. El gobierno prefiere taparse con el manto de la Seguridad Nacional para actuar en lo oscurito, donde se siente como pez en agua.

La carreta delante de los caballos

A la oposición le urge construir candidaturas creíbles rumbo al 2024.

Que los dirigentes nacionales de los partidos que conforman la alianza Va por México no lo hayan hecho manda la señal de que ellos, los actuales dirigentes, pretenden ser candidatos.

Esa sería la razón, se dice en corto, por la que no alientan el crecimiento de sus potenciales rivales. No hay método, ni reglas, ni acciones de promoción política, como si no tuviera importancia el hecho de que Morena y sus corcholatas acaparen por completo el escenario político.

No hay ideas y las pocas que trascienden parecen diseñadas por el enemigo. Como esa de poner a los aspirantes a recolectar cientos de miles de firmas, acaso un millón, antes incluso de ayudarlos a crecer para que la gente de todo el país los conozca y firme a su favor. Ponen la carreta antes de los caballos.

Conseguir un millón de firmas cuesta mucho dinero, de modo que el aspirante que tenga recursos propios o maneje el presupuesto partidista o reciba dinero de grupos de poder, legales o fuera de la ley, tiene más oportunidades de conseguirlas.

Alguien debería recordar que las firmas no equivalen a votos.

PT y Verde subieron la apuesta

A Mario Delgado se le agrieta la alianza Juntos Haremos Historia. El dirigente nacional de Morena no sabe qué hacer para que PT y PVEM regresen al huacal del que se salieron durante el proceso de selección de candidato para gobernador de Coahuila.

Un día Delgado los invita a cogobernar y pocas horas después dice que ellos, los morenistas, pueden solos, que no necesitan a PT y Verde ni para ganar la mayoría calificada.

La soberbia es mala consejera. Lo primero que tiene que asumir Mario Delgado es que el fenómeno de los 30 millones de votos del 2018 se fue para no volver jamás.

En el 2021 Morena obtuvo 16 millones, casi la mitad. En la elección del 2024 no aparecerá en la boleta el nombre de López Obrador, así que en lugar de blofear tiene que negociar.

Es el típico ejemplo de los enanos que crecen según las circunstancias políticas.

Las dirigencias de PT y del Verde quieren mucho más. Para que vean que la negociación les saldrá cara, cada partido ya eligió incluso candidato presidencial, Fernández Noroña y Manuel Velasco, respectivamente, que no declinarán por migajas políticas. Ya subieron su apuesta.