Opinión
Roberto Castillo

La solución nunca fue el Cutzamala

Damos por hecho que el Sistema Cutzamala, construido en tres etapas entre 1983 y 1993, es necesario para abastecer a la Ciudad de México de agua potable. En el corto y mediano plazo, esto es cierto. Creemos también que, la gran cantidad de habitantes de la Zona Metropolitana del Valle de México es la razón por la cual se requiere traer agua a 300 km de distancia, desde Michoacán y el Estado de México. Lo anterior es una verdad a medias.

Londres es una ciudad famosa, entre muchas otras razones, por la gran cantidad de agua de lluvia que cae sobre ella cada año, entre 600 y 700 mm de precipitaciones. Un día normal en Londres es nublado y con lluvia. Por su parte, sobre la Ciudad de México caen en las zonas secas 600 mm y en las más húmedas 1,200 mm. A pesar de que solo llueve entre mayo y octubre, cae más lluvia que la que cae sobre la ciudad más grande de Europa. Suficiente cantidad como para abastecer a toda su población y actividades económicas.

Sin embargo, aproximadamente 25% del agua que consume la CDMX proviene del sistema Cutzamala. ¿Por qué? Para responder a esta pregunta es necesario remontarse a la época de la colonia, cuando los españoles llegaron a Tenochtitlán encontraron una ciudad construida sobre cinco lagos que en épocas de lluvia se conectaban para formar uno solo. Esta forma de construir ciudad no era compatible con la visión urbanística de los españoles, quienes rápidamente empezaron a construir obras de infraestructura con el objetivo de desecar los lagos. Esta estrategia, aunque no libre de contratiempos como la gran inundación de 1629, fue exitosa para sacar el agua de la ciudad.

Presa Valle de Bravo del sistema Cutzamala

Presa Valle de Bravo del sistema Cutzamala

Cuartoscuro

Durante el porfiriato, y el resto del siglo XX, se siguió construyendo infraestructura para evitar inundaciones, entre ellas las obras del drenaje profundo. Pero los beneficios de estas obras a la larga generaron problemas. Y es que, como paso previo a mandar el agua fuera de la ciudad, estos sistemas juntan lo que cae de lluvia con el drenaje. Por lo que el agua relativamente limpia que cae del cielo, no recarga el manto acuífero del valle de México (el cual abastece el 70% de la demanda) ni es aprovechada para su uso.

Fue así como la desecación de los cuerpos de agua de la ciudad, la falta de aprovechamiento de agua de lluvia, así como el entubamiento y deterioro de los ríos que la atravesaban provocó la escasez. La cual se agravó con el acelerado crecimiento poblacional de la capital durante las décadas de 1950, 1960 y 1970.

El crecimiento poblacional se dio de la mano con el crecimiento de la mancha urbana de concreto y pavimento, con lo cual se redujo aún más la infiltración de agua al manto acuífero, pues el concreto no lo permite. Fue así que al Presidente Díaz Ordaz se le planteó la posibilidad de Construir el Sistema Cutzamala, una gran obra que prometía ser la solución final a los problemas de abasto de agua del Distrito Federal.

A 41 años de que concluyera la construcción de la primera etapa del Cutzamala, hoy sabemos que no fue la solución final. Sabemos que necesitamos ese sistema, pero quizá la solución a largo plazo pasa por construir una nueva relación con el agua y el medio ambiente. Por ejemplo, reforestar los bosques del sur y el poniente, tan necesarios para recargar el manto acuífero; ampliar la infraestructura de captación de agua de lluvia para aprovecharla; incrementar el porcentaje de agua tratada para su reúso, reducir el consumo doméstico y de los sectores económicos, reducir la desigualdad en la distribución del agua, etc. Son solo algunas de las medidas que permitirían avanzar hacia la sostenibilidad hídrica.

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En los últimos 5 años el gobierno de la Ciudad de México ha implementado los programas de reforestación y cosecha de lluvia más grandes de su historia, se han plantado más de 41 millones de árboles y plantas y se han instalado más de 62 mil sistemas de cosecha de lluvia.

El próximo gobierno de la ciudad deberá igualar y superar la inversión en agua de la actual administración, así como pensar en soluciones innovadoras, pues es ese el único camino hacia que nos dará viabilidad en el largo plazo.