Opinión

El Top Down del Tren Maya

El Tren Maya es un proyecto planteado, diseñado e implementado por el gobierno federal que busca impulsar el desarrollo de la región sursureste del país a través de la conexión de municipios, la creación de empleos, el reordenamiento urbano y el desarrollo de ciudades. Es una visión de desarrollo con un fuerte componente económico que se puede relacionar con la visión que se generó en periodo comprendido entre 1960 y 1970 que se caracterizaba por el supuesto de que el crecimiento económico tendría un efecto Top Down

que permearía a todas las capas de la sociedad, dice la investigadora del CIDE, Mariana Guevara Rosado. El problema, según su investigación Acción pública en el diseño e implementación de megaproyectos: el caso del Tren Maya en el Estado de Yucatán, es que esta visión de desarrollo desde el gobierno federal no la comparten todos los actores en la zona. Al leer la tesis para graduarse como Maestra en Administración y Políticas Públicas, el lector puede entender porque el Tren Maya no es un proyecto que pueda concluir una administración en turno. 

Se trata de una obra que tendrá que confirmar su viabilidad y su utilidad durante los próximos años y que, por lo tanto, los juicios al calor de los desencuentros políticos no toman en cuenta la ambición de integrar a la economía al sureste del país. Para que el Tren Maya no se convierta en un elefante blanco, será necesario que su construcción e impulso se extienda durante los próximos años y que, por supuesto, siga contemplado en los presupuestos públicos. Sería necesario, por lo tanto, considerar que la rentabilidad de la inversión pública no responde a los indicadores tradicionales, sino a la ganancia social de integrar esta región a la economía. ONU Habit ha estado al tanto de los trabajos; ha firmado convenios y ha participado en los acuerdos sociales. ¿Será suficiente esa mirada multilateral? Veremos.

Tren Maya se inaugurará en diciembre

Tren Maya se inaugurará en diciembre

Fonatur

Basquetbol, la apuesta para perder, pero con la que algunos ganan

¿Por qué en el basquetbol “profesional” mexicano se apuesta para perder?

Porque en este deporte, cuando los jugadores pierden – sin liderazgo y sin un proyecto a largo plazo – algunos ganan. Me refiero, por supuesto, a quienes se aferran al control y a los acuerdos en este deporte que sólo benefician a unos cuantos que lo mismo controlan a la selección nacional que a las ligas del deporte ráfaga. Injusto, bajo cualquier perspectiva, para niños, niños, jóvenes y chicas que han cifrado sus esperanzas en el baloncesto para seguir estudiando, para salir de la pobreza y para triunfar.

Bajo el control oligopólico que se hace presente en el basquetbol “profesional”, los sueños de la niñez y la juventud en México no tienen expectativas claras de realizarse. ¿La razón? Llegar a un equipo profesional en México o fuera del país, o ser seleccionado es, claramente, un golpe de suerte y no resultado de un sistema que con trasparencia y justicia promueva el talento. Y no es que a las mexicanas y a los mexicanos les falta talento, el problema es que el embudo lo controla un grupo de personas con claros intereses económicos. Ese embudo, por lo tanto, resulta cada día más estrecho. Para ellos, el baloncesto es un patrimonio personal y hasta familiar. 

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Un buen reportaje de investigación ataría muchos cabos sueltos. Aquí las preguntas de investigación ¿Quién controla la Asociación de Basquetbol? ¿Quién controla la agencia que representa a los jugadores? ¿Quién hace trámites ante el Instituto Nacional de Migración? ¿Quién decide quién sí y quién no patrocina el baloncesto? ¿Quién descarta a aquellos a quienes observa como competidores o peor aún a quien identifica como un riesgo para mantener el control que mantiene al basquetbol mexicano en el terreno de los perdedores? ¿Quién festeja que una Selección Nacional que logró regresar a la Copa Mundial “gane” en el grupo de los perdedores? En nuestra anterior entrega, decíamos que la Selección Nacional de Baloncesto perdió de manera contundente frente al pequeño país de Lituania con tan sólo 2.8 millones de habitantes. Es pequeño en población y extensión territorial, pero enorme en talento y pasión por este deporte, lo que confirma que en el baloncesto – como lo demostró la Selección Mexicana al regresar a las duelas mundialistas después de casi una década – el factor que marca el ascenso o descenso es el liderazgo y la transparencia. Así que perder frente al pequeño país de Lituania debería ser una lección porque también ganaron frente a la potencia estadounidense.

De acuerdo con el periodista Francisco Ávila, quien publicó en Infobae, el baloncesto para Lituania es el equivalente a una religión, es un fenómeno contracultural que va más allá de la práctica de un deporte y que está relacionado con la identidad nacionalista.