Opinión

Unidad opositora: ¿Para qué y entre quiénes?

La imprevista crisis al interior del opositor Frente Amplio por México, provocada por la aplicación a rajatabla de las reglas para la “selección de su responsable nacional” frente al proceso electoral 2024, y que fue motivada por la exclusión de las propuestas del PRD, Miguel Mancera y Silvano Aureoles, quienes a pesar de haber conseguido un número significativo de firmas de apoyo de acuerdo con las reglas aprobadas por esa agrupación, fueron eliminados sumariamente del proceso. Este trance temporal anticipa en el futuro inmediato nuevos conflictos entre sus integrantes, lo que obliga a una reflexión sobre las razones y la pertinencia de una coalición opositora en la situación actual de nuestro país.

Lo primero, es reconocer que un sistema político sin oposiciones difícilmente es un sistema democrático. La oposición política se refiere a la acción de controvertir en el espacio público al gobierno para disputarle el consenso social y, cuando es democrática, se caracteriza por su disposición para responder a las preferencias de los ciudadanos sin establecer entre ellos distinción política alguna. También cabe recordar que el desempeño opositor tiene consecuencias directas sobre el régimen político y que, incluso, puede condicionar la dinámica y la calidad de los procesos de cambio democrático.

Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes, Xóchitl Gálvez y Santiago Creel fueron los únicos con acreditar los requisitos para continuar por la candidatura presidencial del frente.

Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes, Xóchitl Gálvez y Santiago Creel fueron los únicos con acreditar los requisitos para continuar por la candidatura presidencial del frente.

Cuartoscuro

Por ello la respuesta a la pregunta: ¿para qué sirve la unidad opositora?, resulta evidente cuando se observa el escenario nacional colmado de corrupción económica, desigualdades sociales e intolerancias políticas. Sin embargo, la oposición atraviesa por una fase de parálisis derivada del fantasma que la obsesiona: “la unidad a toda costa”. Sostener que la unión hace la fuerza es una banalidad del sentido común que la realidad frecuentemente desmiente. Las evidencias enseñan que las unificaciones convenencieras dan escasos resultados respecto de sus expectativas y cálculo político. No se trata únicamente de matemáticas, porque la unidad elevada a prejuicio es solo fuente de inmovilismo, excusa para las flaquezas programáticas y origen de las praxis inconcluyentes.

Entonces si no quiere ser un prejuicio, la unidad vale solamente como un instrumento. Por lo tanto, no es de la unidad que se debe partir, sino de los objetivos para los cuales la unidad debe servir. Si no se inicia con el “Programa de las Transformaciones”, es decir, con el diagnóstico y las soluciones que se requieren, lo demás es solo retórica. Por eso, no basta con manifestar una oposición al populismo, por el contrario, es necesario que la oposición se exprese en favor de algo, y aquí es donde entra en juego la propuesta programática que aún no tienen. Además, como se observa, el discurso unitario esconde un prosaico sometimiento de los partidos más débiles.

Por su parte, la respuesta a la pregunta: ¿quiénes deben formar parte de la coalición opositora?, involucra directamente a los ciudadanos. Hoy existe una franja social muy importante que se activa en defensa de sus derechos y prerrogativas. En ella confluyen las vindicaciones feministas, la acción social en defensa del medioambiente y los derechos de los animales, el universo de identidades de la diversidad sexual, así como la amplia gama de trabajadores no asalariados. Estas expresiones plurales de las nuevas formas de movilización social están en la vanguardia de las reivindicaciones democráticas de nuestro tiempo, a pesar de ello, no se encuentran presentes en el frente opositor.

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Mantener la “unidad a toda costa” es un falso realismo y un cálculo político oportunista, al establecer una equivalencia entre la alternancia política que es necesaria, con la unidad incondicional entre fuerzas que son diferentes por cultura política y tradiciones democráticas. No debe olvidarse que tenemos una oposición que nace de la partidocracia, por lo que se requiere una opción distinta que florezca desde la ciudadanía.