Opinión

Lo urgente y lo importante. Las precampañas

Por fin empezaron las precampañas y la simulación disminuyó en grado. Antes la promoción del voto, que supuestamente no lo era, se hacía bajo el uso de membretes que ocultaban a las candidatas virtuales de los dos frentes políticos. Hoy ya son precandidatas únicas y la propaganda, que se difunde por los medios de comunicación masivos, sólo va dirigida a los militantes de los partidos que elegirán, con diversos métodos, a las candidatas, ya designadas, de los partidos políticos. En los sainetes anunciados con anticipación de Movimiento Ciudadano y el deshojamiento de la margarita de Ebrard no vale la pena gastar tinta, ni un meme siquiera.

Por fin empezaron las precampañas y gradualmente las ambiciones políticas se encausan por la ruta de la legalidad, pero sólo en lo relativo al calendario electoral. El uso de recursos públicos en la promoción de las “candidatas, no candidatas” y el reporte del gasto de las “campañas, no campañas” es un cochinero y todo parece indicar que lo seguirá siendo. Los mítines promovidos desde el poder, los apoyos impúdicos desde la mañanera, los ataques ilícitos desde el púlpito presidencial y los pagos de los empresarios contratistas del gobierno federal en forma de financiamiento de la campaña oficial serán la tónica de los meses siguientes. El regreso del sistema del partido hegemónico en todo su esplendor bajo la etiqueta de la transformación (la revolución remasterizada).

Por fin se abre la oportunidad sexenal de tratar los temas importantes, que podrán ventilarse públicamente, como es el futuro de la niñez y la juventud que está en juego. Nuevamente es el momento de revisar comportamientos tendenciales que ponen en jaque el desarrollo sostenible e incluyente. Entonces, reflexionemos sobre ¿Cuáles serán los asuntos más importantes de la agenda electoral? ¿Qué es lo urgente o lo importante? ¿Cuál es la visión de corto o de largo plazo? ¿El debate sobre la creciente inseguridad pública, la persistente corrupción y los defectos de la contrincante y su equipo desplazarán al debate sobre el presupuesto intergeneracional?

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Lamentablemente, todo parece indicar que la aparente bonanza económica, impulsada por el “nearshoring” y el déficit presupuestal, más de 2 billones de pesos financiados con deuda pública, ocultará el debate sobre el gasto en salud y educación que durante 6 años no creció como porcentaje del PIB; el abandono de la ciencia e investigación; el relegamiento de la innovación de la gestión pública; la inexistencia de inversión en infraestructura pública productiva; la disminución de las capacidades energéticas del país; el aumento estratosférico del pasivo laboral, y la condena las generaciones jóvenes de cargar presupuestalmente el pago de pensiones por los próximos 30 años.

Lo urgente, que es devolver la tranquilidad a la sociedad perdida por las estrategias fallidas de la guerra contra el narco y de los abrazos en sustitución de los balazos, llenará el espacio electoral. Ambos bandos tienen a un super policía para ofrecerle al electorado como acompañante en el gobierno próximo, pero ninguno cuenta con una propuesta realista para el combate a la delincuencia organizada trasnacional, que estará muy activa financiando candidatos a puestos de elección federal, estatal y municipal, sin que nadie lo impida.

Lo urgente, que es combatir la corrupción institucionalmente, aparentemente no será prioridad de ninguna de las candidatas. Baste revisar los prietitos en el arroz en los equipos de campaña. ¿De verás Margarita Zavala o el ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral, son activos políticos contra la corrupción? Hay que revisar la lista y está llena de reciclados y las caras ciudadanas y espontáneas están ausentes. ¿Dónde están los líderes nuevos? ¿En las campañas para diputados y senadores en las que más del 80 % buscan la reelección apoyados por sus partidos? La apatía ciudadana está en el horizonte y esto sólo beneficia al oficialismo, que ha movilizado permanentemente a sus bases y tiene un trabajo territorial más fuerte y electoralmente eficiente. Seguramente, el abstencionismo será el ganador.

La campaña electoral del 2024, que iniciaremos en breve, puede ser otra oportunidad pérdida para debatir el futuro y los desequilibrios generacionales. Las estructuras políticas de siempre, reacomodadas según su propia conveniencia, reproducen un discurso cansino en el que los líderes antidemocráticos están sembrando el terreno para 2030 y no nos extrañe que en ese año surja un Milei dinamitero de nuestra vida pública acomodaticia. ¿Cuánto soportaremos ver impávidos el crecimiento anual real del 7 % del gasto en pensiones sin hacer nada? ¿Cuánto tiempo aguantaremos con una economía con grados de informalidad cercana a la de un país africano? ¿Cuánta será la paciencia de nuestros jóvenes para seguir buscando en el extranjero salarios bien remunerados? ¿Cuándo dejará de migrar nuestro talento en pos de mejores condiciones de vida? Dos campañas de viejos, para convencer a viejos, con promesas viejas. ¿Los jóvenes qué? Seguimos priorizando nuestras urgencias y relegando lo importante, que es el futuro con un desarrollo sostenible e incluyente.

Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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