Opinión

“¡Qué se vayan todos..!”

Después de mucho sufrir con presidentes de uno y otro partido, de ver que la corrupción y la inseguridad escalaban continuamente y que la economía andaba quebrando, los peruanos salieron a gritar la consigna:

“¡Que se vayan todos!”

Se referían a todos, todos los políticos…

Me temo que las condiciones de nuestro país andan muy parecidas a las de los peruanos y que por lo menos la mitad de la población que no es pejelover, está hasta la m… por no ver ni rumbo ni salida para México.

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Y en este contexto es que ustedes se atreven a dejar de lado su promesa de moratoria constitucional para discutir una reforma voraz, con el propósito de fortalecer la partidocracia y acotar hasta el absurdo al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Al momento de escribir estas líneas, la Cámara de Diputados está por votar dicha reforma constitucional, estando los partidos de oposición muy de la mano de MORENA.

Pleno de la Cámara de Diputados

Pleno de la Cámara de Diputados

Como ustedes no dan paso sin huarache, la propuesta de reforma reconsideró la limitación de acciones afirmativas -esto es, los derechos de representación de las mujeres y los grupos vulnerables-. No me extraña, los grupos LGTBQ son muy activos y pueden mover votos en un sentido u otro. Por lo demás, ya ni la burla perdonan…

En el caso de aprobar la reforma, se contravendría la esencia del Tribunal, uno de cuyos propósitos es el desarrollo de la cultura de la legalidad y que a ustedes parece estorbarles. Veamos el caso del artículo 41:

Es imposible que la Constitución incluya todas las posibles acciones que los partidos lleven a cabo, tanto en su vida interna como en las elecciones y en su relación con la población. No obstante, ustedes agregarían la palabra “literalmente” al texto constitucional, de tal suerte que si hay alguna acción a todas luces contraria a la democracia, si no está incluida LITERALMENTE en la Constitución, nadie podría reconvenir a los partidos.

En lo que hace a la vida interna de sus organizaciones y para que no quedara duda, agregaron el siguiente texto a la propuesta:

“Los partidos políticos, en ejercicio de su autodeterminación y auto- organización, establecerán en sus normas estatutarias las reglas para la designación de sus dirigencias”. Como si los partidos fueran organizaciones de santos y siempre las respetaran…

Lo que sí sabemos es que algunos dirigentes son magos para acomodar sus estatutos como mejor les conviene y dar sustento a sus agandalles, a fin de prolongar su permanencia al frente de sus organizaciones (¿Me está oyendo, Alejandro..?). El Tribunal Electoral no podría atender denuncia alguna al respecto. Los derechos políticos del resto de la militancia, bien, gracias…

Pero miren ustedes, siendo un poco cínicos, que ustedes y sus militantes se maten a puñaladas entre sí es asunto suyo. Lo que sí me preocupa es el acotamiento del Tribunal Electoral como árbitro final en las controversias que surjan durante las campañas y los procesos electorales.

Me refiero a que el TEPJF es el responsable de emitir resoluciones definitivas sobre las sanciones que el INE impone a partidos y/o candidatos. Y que conste que en algunas ocasiones el Tribunal echó para atrás las sanciones del Instituto. De aprobarse la reforma y con los cambios al artículo 73, solo dictaría resoluciones “conforme al límite del tenor LITERAL de la ley y esta Constitución”. Me pregunto qué pasará con los acuerdos que emite el INE con la debida antelación para hechos y/o asuntos no previstos en la Constitución.

Estas y otras modificaciones de la reforma lesionarían la transparencia y la rendición de cuentas de los partidos políticos, además de limitar a la autoridad electoral en su verificación de que los gastos y acciones ocurran dentro de la legalidad.

De momento es poco probable que la discusión sobre la reforma pase del círculo rojo. Pero tan pronto empiecen las contiendas electorales y a ustedes se les olvide la complicidad actual, les auguro que en el ambiente de polarización en que vivimos, los pleitos serán mayúsculos. Con la reforma no habría un árbitro que resuelva las disputas. La gobernabilidad del país se iría al caño en medio de un conflicto postelectoral.

Entonces, no les extrañe que los mexicanos lleguemos a gritar:

“¡Qué se vayan todos..!”

Colaboró: Upa Ruiz uparuiz@hotmail.com

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