Opinión

Viajar

Viajar solo o en compañía es maravilloso. Lo primero, te brinda una libertad inusitada. Te sientes fuerte y valiente para defender tu vida y tus pertenencias a toda costa. Lo segundo es muy gratificante si tu acompañante te brinda las atenciones y cariño que todos merecemos. De lo contrario el viaje se convertirá en un infierno.

Viaje

Viaje

Cuando viajas solo, puedes hacer todo a tu manera, pero cuando vas en compañía deben existir acuerdos que sean agradables para los diferentes estilos de vida de cada persona. Es decir, hay que adaptarse un poco a las necesidades o placeres de otra persona. Por ello remarco que debe existir profundo afecto entre las partes ya que de otra forma resulta difícil e incómodo.

Creo que uno de los mejores regalos que puede hacerse a una persona mayor, es un viaje. Pero siempre y cuando no se le limite en nada. Los viejos buscan los placeres de la vida como cualquier otro ser humano. Les gusta comer sabroso y disfrutar un vino o licor sin ser molestados, quizá les gusta el juego o los espectáculos, o caminar bajo la lluvia o meterse a una fuente. Cuando el adulto mayor viaja, respira, sueña y vibra con la vida igual que un joven. Entonces no hay que prohibirle nada, no hay que sobre protegerlo, sino hay que dejarlo que vibre con el sonido de la vida porque no sabes si será el último viaje que haga. Lo que te digo es que lo vivirá feliz e intensamente.

Claro que viajar implica riesgos, pero es maravilloso. El asombro que sientes por la vida, por las obras arquitectónicas construidas por el ser humano, el arrobo por los paisajes de la extraordinaria naturaleza que encuentras por doquier, las diferencias y similitudes entre las ideas propias y de personas tan lejanas. Los símbolos y su significado en cada cultura que visitas, las fisonomías y los vestuarios diferentes a nuestras costumbres o hábitos. Todo esto hace que el recorrido lo hagas expectante y en cierto grado de alerta pero con alegría, para ver que es lo que tus ojos y sobretodo tu espíritu irán descubriendo el día de hoy.

Viajar nos da un sentido universal de pertenencia con nuestro planeta. Sentimos que todo es de todos. Nos desapegamos de nuestros apegos como casa, amigos, etc. y abrimos las alas del alma para dejar entrar nuevas experiencias. Viajar nos recuerda que no somos verdaderos dueños de la casa que habitamos sino que en ella somos transitorios y pertenecemos realmente a la vida y al mundo entero. Viajar nos vuelve ciudadanos del mundo y nos damos cuenta que hay muchos lugares donde podríamos vivir igual o más felices que en donde estamos, que nuestra alma y nuestro cuerpo también florecería en lugares lejanos. Viajar nos libera de nuestros apegos y por ello es saludable, pues si no nos moviéramos sentiríamos que estamos destinados a mantenernos atados a lo conocido por siempre.

Por lo tanto, viajar tiene un sentido, pero quién viaja solo para evadir sus penas o pesares, en realidad no goza nada, porque lleva cargando su equipaje de desesperación y añoranza. Esta persona no viaja, sino huye de sí misma.

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