Opinión

La vileza de Ciro Gómez Leyva

Epigmenio Ibarra, en el espacio semanal que le ofrece Radio Fórmula en el Programa de Ciro Gómez Leyva, afirmó que en las mañaneras el presidente López Obrador sólo responde a las vilezas de los periodistas y que éste señala exclusivamente a quien lo cuestiona sistemáticamente y forma parte de una coalición de medios en contra de él y su gobierno. El panegirista de la 4T, después del dislate en contra su anfitrión, quien le abre las puertas para que haga un monólogo esquizofrénico, pretendió justificar los ataques a la libertad de prensa desde el poder y supuestamente defender a Ciro distinguiéndolo de Loret y López Dóriga.

El periodista Ciro Gómez Leyva en una fotografía de archivo

El periodista Ciro Gómez Leyva en una fotografía de archivo

Cuartoscuro

Es evidente que los medios llegan sumados a millones de personas y están siendo conducto de la expresión de un creciente malestar contra el gobierno de quienes han sido excluidos y amenazados por éste, cuando no coinciden con su narrativa y no reconocen sus supuestos resultados. Esto enfada al inquilino del Palacio Nacional que un día si y otro también incluye a Ciro Gómez Leyva en la lista de adversarios y lo acusa de tergiversar sus palabras para hacerle el juego a la mafia del poder.

¿Es vileza pensar libremente y expresarlo públicamente? López Obrador y su comparsa Epigmenio Ibarra responden a esta pregunta que sí. Ellos no toleran a quien no divulgan sus datos y su visión del país. Todos aquellos que no comparten su análisis de la política y de la realidad social son sus adversarios y deben ser descalificados en ejercicio de una supuesta libertad de expresión del gobierno, que es un auténtico abuso del poder que pone en riesgo la integridad física de los comunicadores.

Hoy el poder se utiliza para intimidar a la prensa libre y se apoya en los reporteros incondicionales, el emblemático lord molécula, para acrecentar la mitomanía gubernamental y promover sin obstáculos a su corcholata favorita, en un camino pavimentado desde las oficinas de la presidencia, específicamente, desde el gabinete de los política social y la coordinación general de bienestar social que dirige a los 32 delegados federales que supervisan a los siervos de la nación que fueron el motivo de la queja de Marcelo Ebrard contra Claudia Sheinbaum.

Epigmenio y su jefe quieren ocultar el sol con un dedo y todos aquellos que no les siguen el juego son viles y parte de una estrategia oscura para denostar al presidente y a su obra “salvífica” de nuestro país. Ninguno de los dos, en su mesianismo, toleran el disentimiento. El pecado de Ciro Gómez Leyva y otros muchos es no ser corifeos de las palabras presidenciales y con su estilo periodístico y su compromiso con difundir ideas sin consigna molestan al hoy poderoso, que mañana será otro ciudadano más refugiado en su rancho “La Chingada”.

Los periodistas manifestaron su vileza, según Epigmenio, cuando se indignaron con el “no oigo” del presidente ante las solicitudes, a gritos en la mañanera, para que éste se pronunciara sobre los jóvenes desaparecidos en Lagos de Moreno. Era, dijo el cronista de las imaginarias glorias gubernamentales, una infamia orquestada desde la derecha la difusión en la opinión pública de la idea que López Obrador era indiferente ante la tragedia.

Lastimosamente para las intenciones del gobierno, muchos ciudadanos consideramos que el corcholatour es una farsa, incluido en este grupo Ebrard que sólo participa porque sabe es la única forma de cubrir el expediente para buscar un mejor camino para colmar su ambición de ser presidente. Esto que es evidente no lo quiere aceptar Epigmenio. Equivocados o no, eso opinamos muchos. También, compartimos la idea que hay un desvío escandaloso de recursos públicos en apoyo de Sheinbaum y una intromisión indebida, abierta y oculta, del presidente en el proceso de su sucesión, aunque el oficialismo lo niegue.

Esta percepción social, cada vez más extendida, puede provocar una derrota en las urnas de la 4T y esta posibilidad se refleja en los medios de comunicación. Esto preocupa a Palacio Nacional que desearía tener a todos los medios de comunicación alineados en su estrategia contra Xóchilt, como sucedía en el régimen autoritario mexicano de los 80s, pero todavía no se quieren dar cuenta que eso ya no es posible.

La vileza de Ciro, que en realidad es una gran virtud para mi, es que no es un periodista militante, ni está comprometido con una causa política que anteponga sus deseos y ambiciones a la realidad que está obligado a informar y opinar. Por supuesto que tiene su línea editorial, como cualquier otro comunicador, en la que podemos coincidir o disentir, pero eso es la esencia de la democracia, que a Epigmenio hoy, más que nunca, le estorba. Vale.

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Investigador del Instituto Mexicano de Estudios

Estratégicos de Seguridad y Defensa Nacionales

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