Opinión

La vulnerabilidad social en embarazo y el COVID

La semana pasada por fin pudimos acudir a una reunión científica presencial. Se trató de el Encuentro Nacional de Investigadores de la Secretaría de Salud que ha ocurrido en 25 ocasiones, cada mes de octubre/noviembre desde 1995, a excepción por supuesto del 2020 en que la pandemia impidió que se llevara a cabo. Es una reunión científica de muy alto nivel en la que se presentan los 60 trabajos mejor calificados, de alrededor de 300 originalmente sometidos a consideración, realizados por investigadores de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad de la Secretaría de Salud. Los trabajos son presentados por el propio investigador por lo que, no solo la calidad de los trabajos es alta, sino también la de las presentaciones. La reunión es muy enriquecedora porque hay una variedad de trabajos que cubren diversos aspectos de las ciencias médicas como el cáncer, enfermedades infecciosas, autoinmunes o cardiovasculares, problemas pediátricos, psiquiátricos o ginecobstétricos, así como estudios de medicina de rehabilitación y de salud pública. La reunión es muy intensa, pero tan interesante que se pasan los días volando. Hay un gran espacio para la discusión de los trabajos. Además, ofrece una oportunidad única de interaccionar con colegas de otros institutos y hospitales, por lo que a través de los años han surgido múltiples trabajos colaborativos entre investigadores de dos o más instituciones, lo que enriquece a la ciencia biomédica del país y permite producir más con menos.

El sector salud respondió en forma clara a la epidemia de COVID, ya que dieciocho de los 60 estudios presentados (30%) correspondieron a esta enfermedad. Los trabajos fueron sobre diversos aspectos de la infección por SARS-CoV-2 como el desarrollo de modelos predictores de gravedad, el estudio del efecto de COVID en el personal de salud o en la salud mental de niños y adolescentes, de vigilancia epidemiológica de las cepas de SARS-CoV-2, lo que incluyó la descripción de la variante B.1.1.519, conocida también como la Mexicana y hasta un ensayo clínico controlado sobre el uso de piridostigmina para el tratamiento de COVID grave con resultados muy alentadores.

Un trabajo significativo y que llamó la atención fue un análisis sobre las comorbilidades, la vulnerabilidad social y la pobreza en mujeres embarazadas infectadas con SARS-CoV-2. Se trató del análisis de una base de datos con 13,062 mujeres embarazadas en nuestro país que tuvieron COVID confirmado y de las cuales, desafortunadamente fallecieron 176 (mortalidad de 1.3%). El trabajo mostró la realidad de la infección por coronavirus en el embarazo en el país. Además de los clásicos factores de riesgo conocidos para enfermedad grave y muerte como la edad, diabetes mellitus, obesidad e hipertensión arterial, se observó mayor riesgo de muerte en las mujeres que tenían alto nivel de vulnerabilidad social, con riesgo de morir 1.84 veces más que el resto de la cohorte, mientras que, en aquellas con muy poca vulnerabilidad el riesgo de morir fue menor (RR de 0.48). Así mismo, ser pobre o extremadamente pobre se asoció con mayor riesgo de muerte. Esto es algo que sabemos que ocurre con muchas enfermedades, pero es particularmente doloroso en casos de una infección aguda en una mujer sana, cuyo riesgo consiste en estar embarazada, que es un estado fisiológico. El estudio ya fue publicado y puede leerse en doi: 10.1002/uog.24797.

Los resultados del estudio muestran que la combinación de embarazo con alta vulnerabilidad social representa un riesgo particular en caso de contraer COVID, por lo que deberían tomarse en cuenta para promover y autorizar la vacunación anti-COVID en todas las mujeres en edad fértil.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e

Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM

Vacuna contra COVID-19

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