Su obra está a la vista de muchos en diversos recintos culturales y educativos. Acaso porque la obra de Diego Rivera —y sus empeños en opacar a los colegas que también hicieron muralismo hace un siglo— de repente se nos olvida la obra de este pintor jalisciense que le dio al gobierno de Álvaro Obregón algunas de las pistas para hablar y promover un nacionalismo “revolucionario”, que fijara la mirada en algunas manifestaciones culturales que, en los días porfirianos, habían sido ninguneadas en las Fiestas del Centenario
Bertha Hernández