
Miles de hectáreas de tierras agrícolas afectadas por Chernóbil, consideradas demasiado peligrosas para el cultivo en el norte de Ucrania, pueden volver a producir de forma segura.
Un estudio, dirigido por la Universidad de Portsmouth y el Instituto Ucraniano de Radiología Agrícola, desarrolló un método para la reevaluación segura de tierras agrícolas abandonadas tras el accidente nuclear de 1986.
Publicada en la revista Journal of Environmental Radioactivity, la investigación abre la puerta a la posible recuperación de grandes extensiones de tierra para uso agrícola, tierras que han permanecido oficialmente prohibidas durante más de tres décadas debido a la contaminación radiactiva.
Desde el desastre de Chernóbil, extensas regiones del norte de Ucrania fueron declaradas demasiado peligrosas para la agricultura. La “Zona de Exclusión de Chernóbil”, de 4.200 kilómetros cuadrados, que rodea la central nuclear, permanece deshabitada y es ahora una de las reservas naturales más grandes de Europa.
ZONA DE REASENTAMIENTO
Una segunda zona de 2.000 kilómetros cuadrados, la “Zona de Reasentamiento Obligatorio”, nunca fue abandonada por completo. La zona alberga a miles de personas, cuenta con escuelas y tiendas, pero no se permite la inversión ni el uso oficial de la tierra.
Desde la década de 1990, científicos ucranianos y extranjeros han afirmado que la tierra puede volver a utilizarse de forma segura a pesar de la contaminación por radiocesio y radioestroncio. Sin embargo, las complejidades políticas han provocado que la tierra permanezca oficialmente abandonada. Esto no ha impedido que algunos agricultores tomen cartas en el asunto y comiencen la producción no oficial en algunas zonas. El nuevo estudio ha confirmado que los agricultores tenían razón: los cultivos pueden cultivarse de forma segura en la mayoría de las zonas.
Utilizando un campo de prueba de 100 hectáreas en la región de Zhytomyr, los investigadores desarrollaron un protocolo simple pero robusto para evaluar los niveles de contaminación y predecir la absorción de sustancias radiactivas por cultivos comunes como la papa, los cereales, el maíz y el girasol.
Mediante el análisis de muestras de suelo y la medición de la radiación gamma externa, los investigadores confirmaron que la dosis de radiación efectiva para los trabajadores agrícolas está muy por debajo del umbral de seguridad nacional de Ucrania y es significativamente inferior a los niveles de radiación de fondo que se experimentan de forma natural en todo el mundo.
Los hallazgos demuestran que, con una supervisión adecuada y el cumplimiento de las normativas ucranianas de seguridad alimentaria, muchos cultivos pueden cultivarse de forma segura en estas zonas previamente restringidas.
DESINFORMACIÓN
El profesor Jim Smith, de la Universidad de Portsmouth, fue el autor principal del estudio. Smith afirmó en un comunicado: “Esta investigación es importante para las comunidades afectadas por el desastre de Chernóbil. Desde 1986, ha existido mucha desinformación sobre los riesgos de la radiación de Chernóbil, lo que ha afectado negativamente a las personas que aún viven en zonas abandonadas. Ahora contamos con un enfoque validado y con base científica para reincorporar tierras agrícolas valiosas a la producción oficial, a la vez que se demuestra la seguridad tanto para los consumidores como para los trabajadores".
El equipo espera que este protocolo sirva de modelo para otras regiones del mundo que se enfrentan a la contaminación radiactiva a largo plazo. Con una implementación cuidadosa y la participación de la comunidad, los investigadores creen que Ucrania podría recuperar de forma segura hasta 20.000 hectáreas de tierras agrícolas, contribuyendo así a la seguridad alimentaria y al desarrollo rural.
“No se trata solo de Chernóbil”, declaró el profesor Smith. “Se trata de aplicar la ciencia y la evidencia para garantizar la protección de las personas y, al mismo tiempo, asegurar que la tierra no se desperdicie innecesariamente”.