
Una muestra recolectada por el rover Perseverance, el vehículo explorador de la NASA en Marte, en el antiguo lecho de un río seco en el cráter Jezero podría conservar evidencia de vida microbiana antigua. Tomada el año pasado de una roca llamada Cheyava Falls, la muestra, conocida como Sapphire Canyon, contiene posibles firmas biológicas, según un artículo publicado el miércoles 10 de septiembre en la revista científica Nature.
Una biofirma potencial es una sustancia o estructura que podría tener un origen biológico pero que requiere más datos o estudios adicionales antes de poder llegar a una conclusión sobre la ausencia o presencia de vida. El rover Perseverance es el robot gemelo del Curiosity, proyecto de la NASA en que trabajó el mexicano Rafael Navarro.
Perseverance encontró a Cheyava Falls en julio de 2024 mientras exploraba la formación Bright Angel, un conjunto de afloramientos de rocas en los bordes norte y sur de Neretva Vallis, un antiguo valle fluvial de 400 metros (un cuarto de milla) de ancho que fue tallado por el agua que se precipitaba dentro del cráter Jezero hace mucho tiempo.
“Este hallazgo es el resultado directo del esfuerzo de la NASA para planificar, desarrollar y ejecutar estratégicamente una misión capaz de ofrecer exactamente este tipo de ciencia: la identificación de una posible biofirma en Marte”, dijo Nicky Fox, administradora asociada en la Dirección de Misiones Científicas de la sede central de la NASA en Washington. “Con la publicación de este resultado evaluado por pares, la NASA pone estos datos a disposición de la comunidad científica en general para su posterior estudio a fin de confirmar o refutar su potencial biológico”.
El conjunto de instrumentos científicos del rover descubrió que las rocas sedimentarias de esta formación están compuestas de arcilla y limo, los cuales, en la Tierra, son excelentes conservantes de la vida microbiana pasada. También son ricas en carbono orgánico, azufre, hierro oxidado (óxido) y fósforo.
“La combinación de compuestos químicos que encontramos en la formación Bright Angel podría haber sido una abundante fuente de energía para los metabolismos microbianos”, dijo el científico de Perseverance Joel Hurowitz, de la Universidad de Stony Brook en el estado de Nueva York y quien es autor principal del artículo. “Pero el hecho de que viéramos todas estas firmas químicas tan convincentes en los datos no significaba que dispusiéramos de una biofirma potencial. Necesitábamos analizar lo que podrían significar esos datos”.
Los primeros en recopilar datos sobre esta roca fueron el Instrumento planetario para la litoquímica de rayos X (PIXL, por sus siglas en inglés) y el instrumento Análisis de entornos habitables con Raman y luminiscencia para productos orgánicos y químicos (SHERLOC, por su acrónimo en inglés) de Perseverance.

Mientras investigaban Cheyava Falls, una roca en forma de punta de flecha que mide un metro por 0,6 metros (3,2 pies por 2 pies), encontraron lo que parecían ser manchas de colores. Las manchas en la roca Cheyava Falls podrían haber sido dejadas por la vida microbiana si esta hubiera utilizado los ingredientes puros —el carbono orgánico, el azufre y el fósforo— de la roca como fuente de energía.
En imágenes de mayor resolución, los instrumentos encontraron un patrón distintivo de minerales dispuestos en frentes de reacción (puntos de contacto donde se producen reacciones químicas y físicas) que el equipo llamó manchas de leopardo. Las manchas llevaban la firma de dos minerales ricos en hierro: vivianita (fosfato de hierro hidratado) y greigita (sulfuro de hierro). La vivianita se encuentra con frecuencia en la Tierra en los sedimentos, las turberas y alrededor de la materia orgánica en descomposición. Del mismo modo, ciertas formas de vida microbiana en la Tierra pueden producir greigita.
La combinación de estos minerales, los cuales parecen haberse formado por reacciones de transferencia de electrones entre el sedimento y la materia orgánica, es una posible señal de vida microbiana, la cual utilizaría estas reacciones a fin de producir energía para su crecimiento. Estos minerales también se pueden generar de manera abiótica, o sin la presencia de vida. Por lo tanto, hay formas de producirlos sin necesidad de reacciones biológicas, entre las que se cuentan altas temperaturas sostenidas, condiciones ácidas y la unión por compuestos orgánicos. Sin embargo, las rocas en Bright Angel no muestran evidencia de que experimentaran altas temperaturas ni condiciones ácidas, y se desconoce si los compuestos orgánicos presentes habrían sido capaces de catalizar esta reacción a bajas temperaturas.
El descubrimiento fue particularmente sorprendente porque involucra algunas de las rocas sedimentarias más jóvenes que la misión ha investigado. Una hipótesis anterior suponía que las señales de vida pasada se limitarían a formaciones rocosas más antiguas. Este hallazgo sugiere que Marte podría haber sido habitable durante un período más largo o más tarde en la historia del planeta de lo que se pensaba anteriormente, y que las rocas más antiguas también podrían contener señales de vida que son simplemente más difíciles de detectar.
“Las aseveraciones astrobiológicas, particularmente las afirmaciones relacionadas con el posible descubrimiento de vida extraterrestre del pasado, requieren una extraordinaria cantidad de evidencia”, dijo Katie Stack Morgan, científica del proyecto Perseverance en el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA en el sur de California. “Hacer un hallazgo tan significativo como una posible biofirma en Marte y llevarlo a una publicación revisada por pares es un paso crucial en el proceso científico porque garantiza el rigor, la validez y la importancia de nuestros resultados. Y aunque las explicaciones de que haya ocurrido un proceso abiótico para lo que vemos en Bright Angel son menos probables, dados los hallazgos del artículo, no podemos descartarlas”.
La comunidad científica emplea herramientas y marcos teóricos, como la escala de confianza de detección de vida (escala CoLD, por sus siglas en inglés) y los estándares de evidencia, para evaluar si los datos relacionados con la búsqueda de vida realmente responden a la pregunta: ¿Estamos solos? Dichas herramientas ayudan a mejorar la comprensión de cuánta confianza se debe depositar en los datos que sugieren una posible señal de vida hallada fuera de nuestro propio planeta.
Sapphire Canyon es uno de los 27 núcleos de roca que el rover ha recolectado desde que amartizó en el cráter Jezero en febrero de 2021. Entre el conjunto de sus instrumentos científicos se encuentra una estación meteorológica que proporciona información del entorno para futuras misiones con seres humanos, así como muestras de material de trajes espaciales que la NASA está estudiando para observar su desempeño en Marte.
JPL, administrado para la NASA por Caltech, construyó y gestiona las operaciones del rover Perseverance en nombre de la Dirección de Misiones Científicas de la agencia, como parte de la cartera del Programa de Exploración de Marte de la NASA.