
Beatriz se “asoma” hacia las profundidades del manto terrestre desde su laboratorio, desde el microscopio donde observa rocas para buscar minerales primigenios, a veces tras pulverizar, pulverizar y volver a pulverizar para sacar el “jugo” de una historia geológica.
La investigación de Beatriz Díaz Bravo está ligada con la historia y desarrollo de nuestro planeta en dimensiones, tiempos y estratos que son difíciles de concebir: un año luz, una micra o una era geológica requieren de mucha imaginación para materializarse en nuestra mente.
La Investigadora por México, adscrita a la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en su Instituto de Geología, estudia cómo se forma y evoluciona el manto terrestre y cómo es su composición en el territorio mexicano. En ese camino hacia el interior de la Tierra la científica se topó con otro campo de investigación que ha desarrollado: cuerpos intrusivos o plutones, magma estancado en la corteza que tienen un origen distinto al del manto –la capa entre la corteza y el núcleo de la Tierra–.
La académica nos platica en entrevista sobre su investigación y su exploración hacia lugares que sólo los datos y la imaginación son posibles de recrear, pero también hablamos sobre un tema polémico entre geólogos y científicos, el llamado “Antropoceno”, la era planetaria que sería definida por la actividad humana.
EXTRACTO DE ROCA.
A diferencia de la alucinante expedición realizada en “Viaje al centro de la Tierra”, la geóloga mexicana no necesita descender por un volcán, sino que realiza un trabajo de campo dirigido a la recolección de diversos tipos de rocas, como las basálticas.
Después de muestrear las rocas, explica, uno de los primeros procesos en el laboratorio es obtener de ésta una lámina delgada, la cual puede ser devastada hasta alcanzar el tamaño de micras, para que la luz pueda atravesarla. Ya con un microscopio petrográfico comienzan a observar los minerales de la roca, pero la muestra puede someterse a diversos procesos más –como separar sus diferentes granos o partículas– para hallar circones (falsos diamantes, también empleados en la joyería) que pueden fecharse para obtener la edad de la roca.

Hay otros procesos más que permiten conocer cómo se distribuyen los elementos químicos en esas rocas, lo que habla del enriquecimiento de unos sobre otros y del proceso que sufrieron magmáticamente hablando, ahonda.
Existen otros procesos que requieren de instrumentación y procesos más complejos, pero el principio base es el mismo: “sacarle la información a estas rocas”.
La científica ha realizado sus investigaciones con muestras de la Sierra Madre del Sur, el rift Tepic-Zacoalco, el Campo volcánico de los Tuxtlas, la provincia extensiones del norte, y en la Mesa Central, en los estados de Morelos, Jalisco, Nayarit, Veracruz, San Luis Potosí y Zacatecas.
ENTRE MAGMAS.
Este tipo de información proporciona piezas de una historia más grande, sobre el desarrollo geológico del planeta, específicamente en el manto terrestre y la corteza.
“Para irnos por partes, el estudio del magmatismo de intraplaca, mi especialidad, nos permite conocer cómo es el manto terrestre, cómo es su composición, así como su heterogeneidad. Por otro lado, también estudio la evolución de rocas plutónicas en arcos volcánicos –cinturón de volcanes formado sobre una placa tectónica oceánica en subducción– de actividad prolongada. Esto nos ayuda a ver cómo con el tiempo se ha venido construyendo la corteza sobre la que hoy hacemos nuestras actividades y cómo se modifica con el tiempo”.
Ambas líneas de investigación, enfatiza, contribuyen al conocimiento fundamental de la Tierra y al de la geología en México, puesto que ofrecen información de cómo ocurren estos procesos en nuestro planeta.

Para estudiar el manto terrestre, explica, se hace de manera indirecta a través del análisis de rocas de basalto interplaca, resultado de la actividad volcánica que ocurre dentro de las placas tectónicas. En el país estas rocas se encuentran en la Faja volcánica transmexicana, que es nuestra zona de subducción activa. Particularmente, la académica ha estudiado muestras del Campo volcánico de los Tuxtlas y del Rift Tepic-Zacoalco, en Veracruz, y en Jalisco y Nayarit, respectivamente.
Además del vasto estudio en torno al manto terrestre, Beatriz Díaz también estudia magmas “plutónicos”, que son diferentes a los del manto –más prístinos–, resultado de una cristalización fraccionada, contaminación cortical o mezcla de diferentes magmas, explica Díaz, y que evoluciona desde una composición contrastante a la del fundido original.
“México tiene plutones para aventar, esto es, abundan por toda su costa en el Pacífico: desde El Arco de Los Cabos, pasando por el batolito de Puerto Vallarta y La Quebrada de Acapulco, este tipo de rocas llegan hasta Chiapas”.
“Estudiar estos arcos volcánicos nos permite saber cada cuánto tiempo tuvo crecimientos importantes la corteza de México; los magmas o plutones que estudio son básicamente del Cretácico, digamos que durante este periodo en nuestra corteza se formaron materiales magmáticos que contribuyeron al crecimiento y formación de la corteza en México”.

“ANTROPOCENO”.
Hablar del Cretácico, de otro periodo o era geológica, requiere de la concreción de un tiempo que parece inconmensurable. Sin embargo, una “era” en la que sólo han transcurrido apenas unos siglos, parece más asequible de asimilar, se trata del intitulado “Antropoceno”.
El término de este nuevo tiempo geológico fue propuesto por Paul Crutzen y Eugene Stoermer hace tan sólo 25 años, el cual habría iniciado a finales del siglo XVIII, cuando empezaron a ser más visibles los efectos globales de la actividad humana. Sin embargo, no es un tiempo geológico en el que haya consenso científico internacional.
“Es un tema bien interesante. El problema de llamar esta era como la del Antropoceno no ha ocurrido porque los geólogos de la Comisión Internacional de Estratigrafía no se ponen de acuerdo”, explica Beatriz Díaz y añade que cada especialidad científica tiene sus reglas para otorgar nombres: en el caso de una era se tiene un parámetro el cual no es cumplido por el Antropoceno.
Adicionalmente, hay una parte social y política, por lo que hay presiones externas para que el Antropoceno no se dictamine como una era. “Asumir este impacto antropogénico implica aceptar que la actividad humana está causando daño ambiental y a toda la vida en el planeta. Entonces se vuelve también una cuestión política”.

La académica recuerda que el Centro de Resiliencia de Estocolmo ha determinado nueve umbrales planetarios para tener condiciones idóneas para la vida en la Tierra, siete de estos han sido rebasados ya.
“Hay opiniones que señalan que se trata de un proceso cíclico a lo largo de la historia de la Tierra, eventos catastróficos donde ha habido extinciones masivas… ¡Pero no! Geológicamente estamos en un punto en el que la Tierra es el lugar que tiene las condiciones más óptimas para que la vida sea posible.
“Por ejemplo, no podríamos haber vivido en el Mesozoico, habría sido imposible. Nosotros estamos aquí porque toda la Tierra está preparada, todo como sistema para que nosotros y las demás especies podamos habitarla. Nos encontramos en el punto, de máxima proliferación de la vida en el planeta y nosotros la estamos afectando (…) Entonces, ¿es esto el Antropoceno? Yo diría que, geológicamente hablando, sí”.
*Síguenos en nuestras redes, X, FB, IG y Bsky como Somos Cátedras, así como en nuestro podcast Ciencia por México.