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Las imágenes satelitales avanzadas permiten estudiar los patrones espacio-temporales de inundaciones y sequías, clave para evaluar la salud de los manglares y humedales del norte de Veracruz

Veracruz bajo el agua: lecciones de La Niña, la AMO y el cambio climático en el norte del estado.

veracruz Figura 1. Lluvias detectadas el 9 de octubre de 2025 con radares a bordo de satélites; los colores rojos indican lluvias mayores a 53 mm/h. Se observa el núcleo de máxima intensidad sobre el norte del estado de Veracruz, en donde cayeron 650 mm en tres días (65 mm/h). Fuente: https://worldview.earthdata.nasa.gov/ (Xavier F Vidal)

Estamos siendo testigos directos de cómo los eventos climáticos extremos alteran paisajes y vidas. Entre el 7 y el 11 de octubre de 2025, lluvias intensas —provocadas por un frente frío y la transición hacia una La Niña moderada— desencadenaron inundaciones históricas en ríos como el Cazones y el Tempoal. Estas afectaron gravemente comunidades en Poza Rica, Álamo y desde El Higo hasta Tempoal, causando decenas de muertes, pérdidas masivas de ganado y evacuaciones generalizadas. Según CONAGUA y el Servicio Meteorológico Nacional, los ríos Pánuco, Pantepec, Tecolutla y Nautla elevaron su nivel y transportaron grandes cantidades de sedimentos al Golfo de México. ¿Qué factores climáticos y ecológicos explican este fenómeno? ¿Qué podemos esperar en el futuro? La urgencia de estas preguntas es innegable.

Las imágenes satelitales avanzadas permiten estudiar los patrones espacio-temporales de inundaciones y sequías, clave para evaluar la salud de los manglares y humedales del norte de Veracruz. Estos ecosistemas son vitales para mitigar el cambio climático: capturan carbono a tasas mayores que muchos bosques terrestres, estabilizan suelos y filtran contaminantes, reduciendo inundaciones costeras. No obstante, el calentamiento global, con regímenes hidrológicos más impredecibles, amenaza su resiliencia.

Comparando las imágenes satelitales disponibles a través de portales web de la NASA1 y COPERNICUS2 del 4 y del 12 de octubre de 2025, los contrastes son evidentes: hay elevados niveles de agua en los valles de los ríos Tempoal, Pánuco, Pantepec (Tuxpan), Cazones, Tecolutla y Nautla, que generaron en sus desembocaduras plumas de agua enturbiada por la gran cantidad de sedimento, seguramente acarreando también plásticos, químicos agrícolas y escombros que pueden acumularse en estos ecosistemas, afectando la biodiversidad, o que terminan en el Golfo de México y son transportados hacia el sur. Es posible que tales eventos exacerben la degradación ecológica en un contexto de cambio climático.

El Niño/ La Niña, la OMA y los Patrones Regionales de Calentamiento Marino

Desde un enfoque científico, el origen radica en patrones climáticos globales interconectados. El Niño-Oscilación del Sur (ENOS) regula anualmente la temperatura del mar en el Pacífico ecuatorial. En la fase de La Niña, como la que surge en 2025, los vientos alisios se intensifican, aumentando la evaporación y desplazando aire húmedo hacia el Golfo de México, lo que genera lluvias intensas y frentes fríos. Por otro lado, durante El Niño, los vientos del norte (“nortes”) se fortalecen, reduciendo huracanes en el Golfo y el Caribe, pero incrementándolos en el Pacífico, según modelos y datos de la NOAA.

Este fenómeno se intensifica por la Oscilación Multidecadal del Atlántico (AMO), un ciclo de baja frecuencia que varía cada 60-80 años. Desde aproximadamente 1995, el Atlántico norte está en una fase cálida, elevando las temperaturas superficiales del mar y aumentando la actividad ciclónica. Según Trenberth y Shea, así como reportes del IPCC, esta dinámica amplifica eventos extremos: La Niña genera lluvias récord, mientras El Niño intensifica los vientos. Los patrones regionales de calentamiento de la temperatura superficial del mar (SST, por sus siglas en inglés), destacados por Zhao y Knutson, son clave. Sus modelos climáticos muestran que los gradientes regionales y las anomalías persistentes de SST en el Atlántico tropical y el Pacífico fomentan inestabilidad atmosférica en el Golfo de México, aumentando la conversión de energía oceánica en lluvias extremas. El cambio climático antropogénico agrava esto al incrementar la humedad atmosférica (~7% por cada °C de calentamiento), intensificando estos eventos, según el grupo académico World Weather Attribution.  

Perspectivas futuras y prevención civil

Según el Centro de Predicción Climática de la NOAA, (1) La Niña continuará hasta al menos febrero de 2026, elevando el riesgo de lluvias intensas en México. (2) La fase cálida prolongada de la AMO aumenta la frecuencia e intensidad de huracanes y tormentas en el Atlántico, agravada por (3) patrones regionales de temperatura marina que desencadenan eventos extremos. Sin una reducción significativa de las emisiones humanas, estos fenómenos se volverán frecuentes, poniendo en peligro ecosistemas costeros y comunidades vulnerables.

Aquí radica la importancia crítica de monitorear, prevenir y preparar. Con la colaboración de las instituciones científicas, las autoridades municipales, estatales y federales se deben integrar los datos satelitales oportunos en planes de Protección Civil, enfatizando la identificación y señalización de vías de escape seguras en zonas de riesgo fluvial. En zonas inundables como Poza Rica y Tempoal, deben identificarse y difundirse rutas elevadas hacia terrenos elevados e implementarse el uso de alertas y alarmas tempranas supervisadas por CONAGUA y el SMN. Un ejemplo de esta estrategia es el exitoso simulacro de temblor del 19 de septiembre pasado.  

Los simulacros regulares, refugios equipados y educación comunitaria sobre evacuación rápida —priorizando niños, ancianos, mascotas y ganado— salvan vidas. La restauración de vegetación de las orillas de los ríos, la vegetación de galería y de humedales y manglares proporcionan una “infraestructura verde” complementaria, reduciendo la velocidad de las crecidas. Deben promoverse acciones basadas en evidencia, como expandir redes de monitoreo satelital, monitoreo in situ, enlace y estandarización de instituciones que mantienen monitoreos permanentes en tierra y mar, así como restaurar ecosistemas de ríos y costeros para potenciar servicios ecosistémicos, fortalecer políticas de adaptación y capacitar en prevención civil con énfasis en ejercicios de vías de escape predefinidas. El mejor aliado de la protección civil es el conocimiento científico, ya que no solo explica el pasado, sino que señala estrategias para contar con un futuro resiliente.

REFERENCIAS

Frajka-Williams, E., Beaulieu, C., y Duchez, A. (2017). Emerging negative Atlantic Multidecadal Oscillation index in spite of warm subtropics. Scientific Reports 7(1): 11224.

https://www.climate.gov/news-features/blogs/enso/what-are-teleconnections-connecting-earths-climate-patterns-global

 https://www.worldweatherattribution.org/analysis/rainfall/

National Aeronautics and Space Administration - https://worldview.earthdata.nasa.gov/

Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC-AR6, 2023), sexto reporte, capítulo 4: Clima global futuro: proyecciones basadas en escenarios e información a corto plazo. Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). https://www.ipcc.ch/report/ar6/wg1/chapter/chapter-4/ 

Trenberth, K. E. y Shea, D. J. (2006). Atlantic hurricanes and natural variability in 2005. Geophysical Research Letters, 33(12).

Zhao, M. Y. y Knutson, T. (2024). Crucial role of sea surface temperature warming patterns in near-term high-impact weather and climate projection. npj Climate and Atmospheric Science, 7(1), 130.

*Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología

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