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El biólogo lideró en El Colegio Nacional la mesa “Teilhard de Chardin”, dedicada al filósofo y paleontólogo francés que se caracterizó por mezclar ciencia y religión en su obra

Lazcano: Teilhard de Chardin buscó la reconciliar ciencia y teología

Antonio Lazcano El biólogo, miembro de El Colegio Nacional y coordinador del ciclo Los viernes de la evolución. (ECN)

Teilhard de Chardin “tradujo para sí mismo, las ideas que son compatibles, las ideas de la evolución y de la naturaleza. Hay una presencia amorosa que guía el mundo, hay una compatibilidad”, señaló Alfonso Alfaro.

La iglesia católica sigue sin reponerse del juicio a Galileo, de acuerdo con el libro Negociando Darwin: el Vaticano confronta la evolución 1877-1902, de los autores Mariano Artigas, Thomas F. Glick y Rafael A. Martínez. “Ellos afirman que no existe ninguna referencia formal, ni a favor ni en contra, a la Teoría de la evolución en las Magisterial Vaticana”, recordó Antonio Lazcano, al iniciar la mesa en la que se recordó al filósofo y paleontólogo francés Teilhard de Chardin.

El miembro de El Colegio Nacional y coordinador del ciclo Los viernes de la evolución, expresó que, aunque el Vaticano no habló a favor de la teoría de Darwin, tampoco la condenó. Incluso, hubo teólogos y miembros de la jerarquía que la consideraron una subdisciplina de la biología. “La vida orgánica no siempre ha existido en nuestro mundo, ni pudo haberse originado por sí sola a partir de materia inorgánica. Este es el límite hasta dónde podemos llegar con la ciencia natural”.

“En cambio, la filosofía natural nos lleva a la siguiente conclusión irrefutable: se puede deducir que una causa superior al mundo produjo los primeros organismos a partir de materia inerte... Así, la aceptación de un Creador personal se presenta como un verdadero postulado de la ciencia“, agregó.

Pierre Teilhard de Chardin nació el 1 de mayo de 1881, en Orcines, Francia, y falleció el 10 de abril de 1955. Fue un paleontólogo jesuita que trabajó para comprender la evolución y la fe. Su vida incluía el sacerdocio, las líneas del frente de guerra, y las investigaciones en torno los orígenes tempranos de la raza humana, la naturaleza evolutiva del mundo y el cosmos.

De acuerdo con Lazcano, de Chardin “fue la culminación de una tradición jesuita extraordinaria. Teilhard de Chardin no fue producto de la generación espontánea, sino el heredero de una tradición intelectual muy refinada, que con argumentos científicos y teológicos trató de encontrar una reconciliación entre ambos puntos de vista”. Detalló que no fue un caso aislado, sino que representó la culminación de un esfuerzo institucional por conciliar las enseñanzas de la Iglesia católica con la visión darwinista de la evolución.

Al tomar la palabra María Luisa Aspe, experta en la historia de la Iglesia, sostuvo que el sacerdote jesuita y paleontólogo fue mal visto por la iglesia debido a su visión de un universo evolutivo, aunque también espiritual. El verdadero problema tenía que ver con la teología. “Su pensamiento llegó a influir en la visión de la aldea global de McLuhan, fue citado de manera reiterada por el político Al Gore, el vicepresidente de Estados Unidos en sus conferencias sobre el calentamiento global; incluso, dicen algunos de sus entusiastas seguidores, que fue precursor del internet como cerebro planetario como concepción de la Noosfera”.

Explicó que el Monitum es el único documento formal emitido por el santo oficio para la doctrina de la fe dicasterio, directamente contra el pensamiento y obra de Teilhard, fue una advertencia que data del 30 de julio de 1962. En este documento se advertía a los obispos, a los superiores religiosos, a los rectores de seminarios y universidades sobre las ambigüedades y los graves errores en materia filosófica y teológica, presentes en los escritos del padre de Chardin y de sus seguidores. “Pedía a las autoridades eclesiásticas proteger especialmente los espíritus de los jóvenes de los peligros que entrañan dichas obras. Se trató de una advertencia prudencial, no de una condena, pero limitó la enseñanza de su obra”.

Aspe explicó que el Papa Pablo VI tuvo una postura matizada del pensamiento de Teilhard, “si bien reconoció su inteligencia y sus intentos por unir la ciencia con la fe, también expresó su preocupación sobre las fantasías de Teilhard. Se refería a ambigüedades doctrinales, posibles errores filosóficos y teológicos que podían confundir al clero y a los fieles. Aunque este Papa uso los elementos Teilhardanos, para abordar el desarrollo humano integral, incluyendo dimensiones sociales, económicas y espirituales”.

En su participación, Alfonso Alfaro, Doctor Honoris Causa por parte del Sistema Universitario Jesuita, señaló que Teilhard de Chardin habló desde su experiencia afectiva, espiritual y poética, que admitió que era un hombre de ciencia, y que la ciencia le permitió concebir al mundo de tal manera en que expresó que el cosmos tenía un futuro.

Comentó que Henri de Lubac, fue un teólogo francés conocido por su trabajo en la renovación teológica católica y por su defensa de la importancia de la teología como disciplina académica y espiritual. De Lubac era también conocido por su amistad con el filósofo y teólogo jesuita Pierre Teilhard de Chardin, con quien compartía muchas ideas teológicas y espirituales, quien escribió sobre aquellos tiempos de disputa.

“Hubo... disputas teológicas que hicieron cierto ruido. Pero su resultado fue bastante menor. A mí me dieron descanso, lo cual tenía sus ventajas, y no fue necesario ningún trámite oficial para que yo volviera a enseñar. Yo pude observar en esa ocasión una cosa que me ha parecido suceder también en circunstancias análogas: la autoridad misma de la Iglesia es generalmente mucho más moderada, más liberal, que las corrientes intelectuales o los partidos que, con razón o sin ella, tratan de pensar sobre ella. Por ejemplo, todos los papas, comenzando con Pío XII, me han manifestado una acogida que yo no tenía por qué buscar especialmente; las órdenes de mi Padre general tenían ante todo como fin el protegerse, calmando las disputas. Yo hubiera debido, sin duda, prever y prevenir muchas oposiciones; pero la autoridad legítima no me ha exigido jamás un ápice de retractación": Henri de Lubac.

“Todo este movimiento general está hecho desde el universo en el que él percibió el lenguaje poético y espiritual, lo que él percibió que era el cosmos. Él percibió que el cosmos era entidad, una serie de procesos en gran movimiento compatibles con el pensamiento que el mundo contemporáneo considera la evolución. Tradujo para sí mismo, las ideas que son compatibles, las ideas de la evolución y de la naturaleza, cómo fluyeron y se transformaron. Hay una presencia amorosa que guía el mundo, hay una compatibilidad”, concluyó Alfaro.

La mesa Teilhard de Chardin, que formó parte del ciclo Los viernes de la evolución, coordinado por el colegiado Antonio Lazcano, se encuentra disponible en elcolegionacionalmx.

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