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Los Jardines Botánicos modernos además de conservar colección científicas muy importantes resguardan los saberes asociados a cada una de las especies que forman parte de su colección

Los Saberes Culturales, el Tesoro Vivo de los Jardines Botánicos Mexicanos

Taller. Figura 2. Transmitir los conocimientos a través de talleres para revalorizar los conocimientos tradicionales. (Orlik Gómez)

Cuando visitamos un Jardín Botánico, nuestra atención se dirige instintivamente hacia el verdor, las flores vibrantes y las formas exóticas de las plantas. Caminamos entre cactus, nos maravillamos con la complejidad de una orquídea y buscamos la sombra de un frondoso árbol. Sin embargo, hay un universo entero de conocimiento que permanece invisible para el ojo desprevenido, un patrimonio intangible que está entrelazado con cada ejemplar: los saberes culturales.

Las colecciones vivas documentadas de los Jardines Botánicos Mexicanos son mucho más que un catálogo de especies; son reservarios vivientes que resguardan historias, usos, tradiciones y una profunda sabiduría ancestral. Detrás de un *Yoloxóchitl* (flor de corazón) no solo hay una Magnolia mexicana, sino el conocimiento de su uso para aliviar afecciones cardíacas, heredado de la medicina tradicional. Un maguey no es solo un Agave, es la materialización de una compleja relación cultural que da identidad a México, fuente de alimento, fibra, bebidas sagradas y materiales de construcción.

Estos jardines han evolucionado de ser meros espacios de exhibición y conservación biológica a convertirse en centros de resguardo biocultural. Su labor ya no se limita a etiquetar una planta con su nombre científico (Lactuca sativa) y su familia (Asteraceae). La documentación moderna incluye registros etnobotánicos que responden a preguntas cruciales: ¿Para qué la usa la comunidad local? ¿Cómo se llama en lengua náhuatl, mixteca o maya? ¿Qué rituales o festividades están asociados a ella? ¿Cómo se prepara para tratar una enfermedad?

Este enfoque es vital porque la pérdida de diversidad biológica y la erosión cultural son dos caras de la misma moneda. Cuando una especie se extingue, se lleva consigo todos los conocimientos asociados a ella. Y, de manera inversa, cuando se pierde una lengua o una tradición, se olvida cómo interactuar con el entorno natural de manera sostenible, lo que puede acelerar la degradación de los ecosistemas. Los Jardines Botánicos, por tanto, se erigen como guardianes de esta doble herencia, asegurando que tanto el genoma de la planta como la memoria cultural que la envuelva no desaparezcan.

Un ejemplo concreto de este trabajo se observa en el Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero en Xalapa, donde se ha documentado el uso de la el uso de 500 especies nativas comestibles del Golfo de México un conocimiento validado y transmitido por generaciones en comunidades rurales. De igual forma, se ha documentado que tan solo en el centro de Veracruz existen 350 especies de plantas con un uso comestible, de las cuales alrededore de 30 especies forman parte de la colección del Jardín Botánico. Esta colección permite educar al público sobre su importancia cultural más allá de la importancia de su conservación (Figura 1).

taller. Figura 1. Diversidad de flores de especies nativas en el Centro de Veracruz. (Eva Piedra)

La documentación de estos saberes no es un acto de museificación, sino una herramienta para el futuro. Por ejemplo, al estudiar científicamente las plantas medicinales, se pueden descubrir principios activos para nuevos fármacos. Al comprender las técnicas agrícolas tradicionales, como la milpa, podemos encontrar claves para una agricultura más resiliente ante el cambio climático. Los Jardines Botánicos se convierten así en laboratorios de soluciones basadas en la naturaleza y el conocimiento tradicional.

Finalmente, la divulgación de este patrimonio biocultural es fundamental. Los programas educativos, los recorridos temáticos y las señaléticas bilingües (español-lengua indígena) en estos jardines no solo enriquecen la experiencia del visitante, sino que fomentan el orgullo y la revalorización de las culturas originarias (Figura 2). Le muestran a la sociedad que la ciencia y el conocimiento tradicional no son antagonistas, sino aliados esenciales en la búsqueda de un desarrollo más armónico con la naturaleza.

En conclusión, los Jardines Botánicos Mexicanos son nodos de vida y memoria. Sus colecciones son el soporte físico de un legado invaluable. Al conservar una planta, se protegen historias; al documentar un uso, se preserva una identidad. Son, en esencia, un puente entre el pasado y el futuro, recordándonos que la verdadera conservación debe ser, inevitablemente, biocultural.

Referencias Bibliográficas

1.Caballero, J., Cortés, L., & Durán, C. (2020). Los jardines botánicos de México: conservación de plantas y saberes tradicionales. Universidad Nacional Autónoma de México.

2. Piedra-Malagón, E.M., Sosa, V., Angulo, D.F., & Díaz-Toribio, M.H. (2022) Edible native plants of the Gulf of Mexico Province. Biodivers Data Journal 3,10:e80565. doi: 10.3897/BDJ.10.e80565.

3. Casas, A., Torres-Guevara, J., & Parra, F. (2017). Manejo y domesticación de plantas en México: estrategias bioculturales*. Boletín de la Sociedad Botánica de México, (100), 75-98.

4. CONABIO. (2018). La diversidad biocultural de México. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.

5. Toledo, V. M., & Barrera-Bassols, N. (2019). La memoria biocultural: la importancia ecológica de las sabidurías tradicionales. Icaria Editorial.

*Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero

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