
La desigualdad educativa que enfrentan las minorías lingüísticas en México, particularmente las personas sordas y los hablantes de lenguas indígenas, continúa profundizando rezagos estructurales que afectan su acceso, permanencia y desempeño en todos los niveles escolares, así lo advirtió el profesor investigador de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), Johan Cristian Cruz Cruz, quien ha dedicado su trabajo académico al análisis de las barreras lingüísticas y sociales que condicionan los resultados educativos de niñas, niños y jóvenes en el país.
De acuerdo con el especialista, uno de los factores más determinantes en este fenómeno es la falta de acceso temprano a una lengua completa. Este aspecto, frecuentemente invisibilizado en las políticas educativas, constituye el punto de partida de desigualdades que se arrastran durante toda la vida escolar y que impactan incluso en la inserción laboral y el ejercicio pleno de derechos.
“Cuando una infancia no adquiere una lengua durante los primeros años, llega a la escuela sin herramientas lingüísticas ni cognitivas. Eso deriva en analfabetismo funcional y en trayectorias educativas muy limitadas”, subrayó.
Infancias sordas
Cruz Cruz explicó que la mayoría de las y los niños sordos nacen en familias oyentes, donde persiste la idea, arraigada por décadas, de que la prioridad debe ser la incorporación de prótesis auditivas o implantes cocleares. Sin embargo, dichos dispositivos no garantizan el desarrollo pleno de la audición ni, mucho menos, el acceso inmediato a una lengua oral.
Aun así, muchas familias reciben la recomendación de evitar la lengua de señas, bajo el argumento de que puede “interferir” con la rehabilitación auditiva, pese a que la evidencia científica demuestra lo contrario.
La consecuencia, advirtió el investigador, es que miles de infancias pasan sus primeros años en un entorno sin lengua, es decir, sin un sistema estructurado que permita organizar el pensamiento, comprender el mundo o comunicarse de manera funcional. Esta privación lingüística temprana se traduce en rezagos que se manifiestan de inmediato en la educación básica: dificultades en lectoescritura, poca comprensión de instrucciones, bajo rendimiento académico y, en casos más severos, analfabetismo funcional en la adolescencia o juventud.
A esta problemática se suma la escasez de docentes preparados para trabajar con estudiantes sordos, así como la ausencia de intérpretes certificados en las aulas.
En México, la Lengua de Señas Mexicana (LSM) fue reconocida oficialmente en 2005, pero su incorporación plena al sistema educativo sigue siendo una deuda pendiente. Para Cruz Cruz, esta situación revela la falta de una política nacional sólida que garantice el derecho a una educación bilingüe (LSM y español) desde la primera infancia.
Infancias indígenas
El escenario no es distinto para niñas y niños hablantes de lenguas indígenas, quienes con frecuencia enfrentan un sistema escolar diseñado exclusivamente para hablantes de español. Actualmente, México cuenta con 68 lenguas indígenas vivas, pero cerca del 45 % de ellas está en riesgo de desaparecer.
Este deterioro lingüístico, afirmó el académico Garza, también se expresa dentro de las escuelas, donde muchas infancias indígenas crecen sin dominio pleno de su lengua materna ni del español, lo que afecta su comprensión lectora, su escritura y su desempeño escolar.
Uno de los fenómenos más graves es la tendencia a diagnosticar erróneamente a estudiantes indígenas como personas con trastornos de aprendizaje o problemas cognitivos, cuando en realidad solo enfrentan una barrera lingüística. La escuela, en lugar de ser un espacio de inclusión, suele convertirse en un entorno hostil donde se sanciona o desvaloriza el uso de la lengua de origen, sumado a la falta de docentes bilingües y a la escasez de materiales interculturales, contribuyendo a la reprobación, la deserción y la exclusión educativa.
La marginación lingüística también tiene un componente social: muchas comunidades enfrentan pobreza, falta de infraestructura y servicios educativos insuficientes, elementos que profundizan las desigualdades existentes. Al respecto, el profesor investigador señaló que no se puede hablar de igualdad educativa si la lengua materna de una parte de la población no está garantizada ni respetada.
Ausencia de intérpretes, una barrera que trasciende la escuela
El déficit de intérpretes certificados no solo afecta al sector educativo, también impacta los ámbitos de salud, justicia, administración pública y seguridad. Estudiantes y adultos sordos o indígenas enfrentan situaciones cotidianas en las que no pueden comprender instrucciones médicas, procesos legales, trámites institucionales o información laboral.
Esta falta de acceso a la comunicación repercute directamente en sus oportunidades de desarrollo y, en muchos casos, los coloca en situaciones de vulnerabilidad. Sobre ello, el investigador de la Autónoma de Hidalgo enfatizó que la brecha educativa, lejos de limitarse al aula, configura un entramado de desigualdades que atraviesa toda la vida de las personas pertenecientes a minorías lingüísticas.
Políticas educativas
A pesar de los avances legislativos en materia de derechos lingüísticos y educación intercultural, aún no se logra consolidar estrategias eficaces que garanticen el acceso temprano a una lengua completa para todas las infancias. La educación bilingüe intercultural, como el LSM-español o lengua indígena-español, sigue siendo limitada, fragmentada y, en muchos casos, simbólica.
El investigador de la UAEH destacó la necesidad de impulsar políticas públicas que partan del reconocimiento de la diversidad lingüística como un valor nacional y no como un obstáculo. Enfatizó que, para revertir décadas de discriminación y prácticas monolingües, se requiere fortalecer la formación docente, profesionalizar a intérpretes, producir materiales educativos en diversas lenguas y garantizar recursos suficientes para las comunidades que lo necesiten.
La lengua como derecho humano
Cruz Cruz concluyó que el primer paso para cerrar la brecha educativa es asegurar que todas las infancias accedan a una lengua completa desde sus primeros años. Esta condición, explicó, permite desarrollar el pensamiento, construir identidad y comprender el entorno.
“Si queremos elevar el nivel educativo de estos grupos, debemos asegurar que todas las infancias, ya sea sordas, indígenas o hablantes de cualquier lengua minoritaria, accedan a una lengua completa desde el inicio de su vida escolar. Sin lengua, no hay aprendizaje”, afirmó.