
Las metodologías de investigación participativa, como la denominada IAP (Investigación-Acción-Participativa) son estrategias de amplia utilidad investigativa, particularmente en temas de investigación con un enfoque socioecológico, en donde se analiza de manera integral la relación de la sociedad con el ecosistema. Posibilitan integrar información de diferente tipo: social, económica y ecológica, derivada de problemáticas locales reales que enfrentan las comunidades (particularmente comunidades y colectivos rurales). El elemento a destacar, que contribuye sustancialmente a la pertinencia de estas estrategias de investigación en su repercusión e incidencia hacia la sociedad es, precisamente, la intervención de las personas como actores sociales clave, con un rol central y protagónico en la generación de información y desarrollo de estrategias aplicables a sus respectivos contextos socioecológicos.
Y las razones son muy claras a la vista. Cuando hablamos de problemáticas o fenómenos socioecológicos locales, la participación social es indispensable, así como la intervención de todas las formas organizativas involucradas. ¿Quién conoce mejor su propio territorio que quienes habitan y viven de y para él? Nadie mejor que las propias personas, para defender los intereses sociales colectivos en sus propios contextos. Y este empoderamiento social no es reciente, sino histórico. Movimientos sociales como la Revolución Mexicana (1910-1917) fueron precedente de la generación de nuevas formas de pensamiento y visión de las realidades sociales, en las cuales, el protagonismo recaía precisamente en los actores sociales (grupos originarios, indígenas, campesinos y otros grupos sociales), quienes mantuvieron activa la lucha por la resistencia, y lograron cambiar la dinámica de las relaciones locales y hacer valer sus demandas colectivas.
Esta consciencia de la importancia de la participación social en la generación de conocimiento y atención a problemáticas nacionales, cobra aún más relevancia al analizar la diversidad metodológica que aplican los diferentes actores sociales, colectivos, o cualquier otra forma de organización, a partir de su propia experiencia. ¿Cómo cada grupo defiende sus propias demandas? ¿Qué estrategias particulares utilizan? Y desde luego… ¿cómo hacen todo esto desde sus propios saberes (lenguas, culturas, territorios y conocimientos tradicionales)? En este sentido, el papel de los investigadores desde la Academia, es a través de procesos respetuosos de acompañamiento en donde, además de procesos investigativos específicos, se desarrollan procesos dinámicos de enseñanza-aprendizaje entre todos los participantes, particularmente, entre los investigadores y los actores locales.
En México, los estudios antropológicos, etnobiológicos (que estudian la relación entre los grupos humanos y los seres vivos y otros elementos del entorno natural), así como los estudios campesinos, contribuyen significativamente, y desde hace varios años, a la comprensión y estudio de los procesos del campo mexicano. Y, el objetivo último de dichos procesos metodológicos, como su nombre lo indica (Investigación-Acción-Participativa) es la traducción de esos mecanismos de investigación y enseñanza-aprendizaje participativos, en el diseño y la implementación de estrategias prácticas que contribuyan a mejorar o brindar soluciones viables y factibles, a problemáticas/fenómenos puntuales que ocurren en las comunidades.
En el INECOL (Instituto de Ecología A. C.), son cada vez más los grupos de investigación que abordan este tipo de metodologías. Entre muchos de ellos, algunos ejemplos recientes son:
- Trabajo con productores forestales del Valle y Cofre de Perote para evaluar el nivel de sostenibilidad entre dos modelos diferentes de aprovechamiento forestal: UMA y ejidos forestales (Figura 1).
- Trabajo con productores de milpa (sistema agroecológico tradicional de México y Mesoamérica) para evaluar su contribución a la conservación de razas de maíz nativo en diferentes regiones de México (Chiapas, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Veracruz) (Figura 2).
- Trabajo con productores cafetaleros del centro del Estado de Veracruz para evaluar su percepción hacia la fauna silvestre que habita los cafetales y sus relaciones de coexistencia (Figura 3).
Estas experiencias de investigación cumplieron exitosamente sus objetivos a corto plazo, además de identificar que conllevan beneficios en la aplicación práctica al trasladar estos ejercicios de investigación a estrategias locales de seguimiento a largo plazo, siempre identificando sus limitaciones metodológicas.
1 Red de Ambiente y Sustentabilidad, Instituto de Ecología A. C.