Academia

Bajar del árbol para aterrizar en Marte

Al arribar al primer cuarto del siglo XXI, aquí estamos, con una evolución, historia y desarrollo como humanidad; con el pleno domino de nuestro alrededor

voces de la uam

El Telescopio james Webb que mira a los orígenes del Universo.

El Telescopio james Webb que mira a los orígenes del Universo.

Hace unos días pude compartir un momento con mi nueva sobrina de seis meses de edad: Romina. Sentado frente a ella, nos observamos mutuamente, de repente, para llamar su atención, emití un aplauso con mis manos. Ella escuchó el sonido producido y miró mis manos un tanto sorprendida; enseguida tomó mi mano izquierda para ver qué era lo que había producido aquel ruido, pero al descubrir que no había nada tomó mi mano derecha. Asombrada, volteó a ver mi cara como descontrolada. Esta escena se repitió dos veces más, sin que la pequeña “Rominita” encontrará en mis manos ningún objeto que produjera aquellos sonidos.

Comprender el mundo que está afuera de cada ser humano, en menor o mayor medida, sea de la edad que sea, es una necesidad hereditaria, física, biológica y hasta genética. Esta travesía de comprensión instintiva dio inicio –según diversas referencias– hace cerca de diez millones de años.

Tomando como referente al Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian (Estados Unidos) y particularmente su Programa “Orígenes Humanos”, se puede encontrar que difunde la conocida hipótesis sobre la evolución de nuestra querida especie, la del “Homo sapiens”. Evolución que ha transitado un largo recorrido, que incluye el surgimiento y evolución de diversos “Homos” a través del tiempo.

El cambio climático y las turbulencias de la tierra, después de la extinción de los dinosaurios, colocó a los mamíferos padres de nuestros primeros primates en una posición complicada. El punto de partida de nuestra especie es África, lugar en que después de vivir miles de procesos de transformación en su estructura física, biológica, perceptiva y cognitiva a lo largo de millones de años, traería a los primeros homínidos, que obligados por las circunstancias habitaron por mucho tiempo sobre los árboles, por seguridad propia.

Miguel Ángel Gallegos Cárdenas.

Miguel Ángel Gallegos Cárdenas.

A merced de otras especies y en peligro de extinción, solo el instinto de supervivencia y la necesidad de sobrevivir y continuar con el linaje de la especie fue el camino para aquellos monos. Miedo, incertidumbre y necesidad se conjugaron para que aquellos simios se atrevieran a bajar del árbol y comenzaran la odisea.

Bajar del árbol y levantarse sobre sus dos patas traseras para pasar a ser bípedos y así conquistar el horizonte con la mirada, les permitió atreverse a enfrentar, explorar y descubrir el mundo. Esta osadía orilló al Homo a transmutar en diferentes cuerpos y al mismo tiempo a evolucionar físicamente, pero sobre todo por dentro, es decir, en su cerebro.

Andar sobre sus patas y usar las delanteras como brazos que les permitieran hacer y no solo desplazarse, fue lo que revolucionó esos primeros momentos de trascendencia. Solo los más valientes y que mejor se adaptaron consiguieron sobrevivir, como el Australopithecus en sus diversas especies.

El Homo habilis, sería el primero de su linaje en descubrir, generar y utilizar herramientas. Su cráneo evolucionado por fuera y por dentro le haría entender más el mundo en que se encontraba inmerso. Controlar y dominar mediante piedras y lanzas fueron grandes descubrimientos. Las nuevas herramientas le ayudaron a comer y, por tanto, a pensar mejor. Para reproducir los nuevos conocimientos solo bastaba con imitar y al mismo tiempo transmitir y mejorar de manera gradual el saber acumulado para establecerse de mejor manera bajo el manto de la naturaleza.

Luego de otros miles de años haría su aparición el Homo erectus –con forma de andar y apariencia semejante a la de los sujetos de hoy–. El espíritu de conquista le hizo desplazarse por diferentes orbes, valorando el sentido de pertenencia a un grupo para sentirse seguro y con la posibilidad de una mayor y mejor supervivencia. Perder a un integrante del clan comenzaba a ser doloroso, los sentimientos empezaban a despertarse. Recordar, extrañar, sentir y llorar eran sensaciones nuevas para esas tribus de Homos. La organización para someter a la naturaleza fue uniendo a aquellas agrupaciones, dividiendo tareas y dando la oportunidad de especializarse en alguna actividad a cada integrante. Cada quien, su tarea, su función, su responsabilidad; las reglas traerían un nuevo orden. El origen de las sociedades daba inicio.

Nuevos beneficios llegarían con el descubrimiento y conquista del fuego, que daría un giro y sentido diferente a la vida. Reproducirse y esparcirse sobre todo el territorio fue el siguiente paso.

El hombre de neandertal sería el descendiente de Erectus. El hombre cazador y controlador de las herramientas existentes, fuerte y con sonidos guturales dominados, se posicionaba en los territorios, al tiempo que sometía a las demás especies, además de que aprendía a despedir a los cuerpos caídos, que partían rumbo a otro mundo o punto en el universo.

Al revisar la línea del tiempo que presenta Yuval Hararí en su obra “De animales a dioses: Breve historia de la humanidad”, se aprecia a detalle este recuento y se identifica que hace unos doscientos mil años hizo su aparición el Homo sapiens. Especie con características diferentes al neandertal, más refinado, evolucionado, con un actuar, cerebro, ideas y herramientas más sofisticadas.

Neandertal y Sapiens caminaron paralelamente por varios miles de años. Sapiens se mueve y camina de un punto a otro, conquista la tierra, la naturaleza, la palabra, el arte, los sonidos, su ser; es el gran resultado de la evolución de aquellos primeros homínidos.

Al arribar al primer cuarto del siglo XXI, aquí estamos, con una evolución, historia y desarrollo como humanidad; con el pleno domino de nuestro alrededor, pero luchando y combatiendo unos con otros por la posibilidad de vivir mejor.

El 20 de julio de 1969, con la tecnología aeronáutica, el hombre llegó a la Luna. Ahora somos testigos de la revolución tecnológica más importante en la historia, mientras que Elon Musk le ha puesto fecha a la llegada a Marte, 2029.

En ese año, la pequeña “Rominita” tendrá siete años y me pregunto, ¿qué cara pondrá al saber la historia de que nuestros primeros primates bajaron del árbol para aterrizar en Marte?

*Egresado del Doctorado en Ciencias Sociales, en el Área Sociedad y Educación de la Unidad Xochimilco, de la UAM

miangaca@hotmail.com