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Cuauhtémoc Licona: "Los genomas de bacterias contienen muchas soluciones a problemas de la humanidad"

El director del Centro de Biotecnología FEMSA, del Tecnológico de Monterrey, es uno de los científicos mexicanos que dedica su trabajo al estudio y comprensión de aquellos genes de bacterias que intervienen en procesos metabólicos>>

Científico en el laboratorio
El doctor Licona Cassani también colabora con proyectos internacionales para caracterizar los genomas de las cepas de tuberculosis presentes en América Latina. El doctor Licona Cassani también colabora con proyectos internacionales para caracterizar los genomas de las cepas de tuberculosis presentes en América Latina. (Antimio Cruz)

En la naturaleza existen trillones de bacterias que pertenecen a miles de especies diferentes y cuyo tamaño de pocas micras hace imposible observarlas a simple vista. Ellas están presentes en lugares tan diferentes como la tierra fértil de las milpas mexicanas; la piel de una bebé recién nacida; el estómago de un campeón olímpico; el agua de la fosa marina más profunda o el fondo del bote de basura del restaurante más lujoso y caro de París.

Para nacer, crecer y reproducirse, las bacterias y otras formas microscópicas de vida toman sustancias del medio que las rodea y después de aprovechar los componentes que les sean nutritivos liberan otras moléculas más pequeñas llamadas metabolitos.

Actualmente, científicos de todo el mundo estudian con ahínco los mecanismos con los que las bacterias y otros microorganismos producen metabolitos porque la humanidad aprovecha muchas de esas moléculas para realizar procesos importantes en campos como nutrición, atención a la salud, limpieza de contaminantes o desarrollo de productos industriales.

El doctor Cuauhtémoc Licona Cassani, quien actualmente es director del Centro de Biotecnología FEMSA, del Tecnológico de Monterrey, es uno de los científicos mexicanos que dedica su trabajo al estudio y comprensión de aquellos genes de bacterias que intervienen en procesos metabólicos para la liberación de metabolitos de interés para la humanidad.

Oriundo de la Ciudad de México, egresado de la carrera de Ingeniería en Biotecnología, del Instituto Politécnico Nacional (IPN); con Maestría del Instituto de Biotecnología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), y Doctorado en Ciencias por la Universidad de Queensland, Australia, Licona Cassani afirma que su trabajo busca romper dos prejuicios: 1) que en México no se tiene capacidad para hacer ciencia de liderazgo mundial y 2) que las instituciones de educación privadas no tienen capacidad para hacer investigación científica y desarrollo tecnológico.

“Tenemos un proyecto de investigación muy robusto, en colaboración con la doctora Valeria Souza, de la UNAM, y la doctora Susana de la Torre, de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Juntos estamos estudiando el genoma de microorganismos presentes en espacios naturales preservados desde hace millones de años como son las pozas de Cuatro Ciénegas, en Coahuila. Nos gusta salir al campo, aislar microorganismos y hacer genómica. Esto nos ayuda a entender los genes que tienen estas bacterias pues pueden ser muy importantes para desarrollar productos naturales que ayuden a resolver problemas de la humanidad”, comenta el profesor, investigador, esposo y padre de familia, que ahora encabeza un centro con un centenar de científicos profesionales y donde se tienen en marcha simultáneamente 80 proyectos de investigación para la academia e industria.

--¿Cómo se puede dirigir un centro de investigación tan complejo como el Centro de Biotecnología FEMSA sin abandonar sus propios proyectos de investigación e intereses intelectuales?

-- Ese fue uno de mis miedos antes de aceptar el cargo. Primero lo platiqué con mi familia y luego me pregunté mucho qué iba a hacer para no abandonar el trabajo de investigación, que es lo que a mí más me gusta. Hablé también con mis estudiantes y colegas y entendimos que al aceptar la Dirección del Centro iban a ocurrir cambios, sobre todo en la velocidad de los proyectos, pero que hay un modo de organizarse para no interrumpir mi trabajo de investigación porque hacerlo es lo que me gusta y lo que me mantiene aquí, aunque me cueste más trabajo. Yo no podría seguir adelante sin seguir leyendo sobre los avances de investigación, dialogando con los estudiantes sobre los avances en proyectos y participando en los seminarios de investigación.

-- ¿Y qué proyectos tienes en curso en este momento?

-- Tengo varios proyectos. Soy colaborador del proyecto de investigación sobre leche materna, que dirige mi esposa, la doctora Marion Brunck. En ese equipo, yo hago la caracterización de las poblaciones microbianas que están en la leche materna, en los cortes de obesidad y normopeso. Ése es un grupo que ha venido creciendo. Fue uno de los primeros proyectos que nos encargó el Tecnológico de Monterrey cuando nos contrataron a Marion y a mí: estamos estudiando a la leche materna en un contexto de obesidad. También soy parte de un grupo de investigación con el que hacemos epidemiología genómica de Tuberculosis. Con ellos buscamos entender dónde están las cepas de mycobacterium tuberculosis y cuáles son las que están en América Latina. Es una de las enfermedades más viejas y en las bases de datos del mundo hay muy pocos genomas de las cepas de tuberculosis que circulan en México y en Latinoamérica. Ese proyecto lo estamos haciendo con investigadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y de la Universidad Veracruzana (UV). En ese proyecto utilizamos infraestructura del Tecnológico de Monterrey que nos ha dado un buen músculo de secuenciación y ya estamos cerca de sumar mil cepas de tuberculosis secuenciadas. Esto es importante porque se está presentando el fenómeno de que la tuberculosis ha desarrollado resistencia a los medicamentos antimicrobianos y conocer su genoma nos puede dar respuestas.

-- Hacer ciencia en una institución de educación superior privada no es algo reconocido por la sociedad mexicana. Se habla más de las investigaciones en universidades públicas ¿No sentiste algo parecido a un salto al vacío, cuando decidiste entrar al Tec de Monterrey?

-- Sí. Hay estereotipos que pesan mucho. Fuera del país existe el estereotipo de que en México no se puede hacer ciencia buena; que en México las cosas ocurren más lento; o que en México el estatus quo de la ciencia obliga a estar en instituciones públicas. Mi experiencia ha sido que, sin afán de generar competencia destructiva, desde una institución como el Tecnológico de Monterrey también se puede levantar la mano, extender la mano y decir: “Aquí estamos, somos nuevos, podemos mejorar en muchas cosas, pero también podemos aportar mucho a la ciencia mexicana; somos parte del equipo ¿qué hacemos juntos? Poco a poco, con trabajo, hemos ido impregnando la idea de que el Centro de Biotecnología FEMSA tiene capacidades, puede hacer cosas eficaces y es importante que se sepa dentro y fuera de México.

-- ¿Cómo superas tú los capítulos de incertidumbre, por ejemplo cuando has cambiado de lugar de trabajo o de país? Esta pregunta es importante, sobre todo para jóvenes que muchas veces pueden sentirse apabullados por la incertidumbre ante el futuro y la difícil competencia. Muchas y muchos jóvenes muy capaces llegan a caer en una parálisis al encarar la falta de claridad hacia adelante.

-- Todos sufrimos ese temor. Incluso con el paso de los años se presentan escenarios nuevos y uno se pregunta si habrá de desempeñarse bien o no. A mí me pasó cuando me plantearon la posibilidad de ser director. Entiendo muy bien a quienes viven eso, pero yo pienso que se puede comparar con la experiencia de aprender a andar en bicicleta. Es lógico que uno se llegue a caer y a rasparse, porque el cuerpo humano no evolucionó específicamente para andar en bicicleta, pero sí evolucionó para desarrollar nuevas aptitudes. Las habilidades para hacer cosas nuevas se adquieren con raspones que hay que sufrir, pero el deseo de llegar a aprender algo nuevo o hacer algo nuevo puede derrotar las inseguridades. Muchos de los que fuimos estudiantes o nos fuimos a vivir a otros países o hicimos cosas que eran nuevas en comparación con lo que habían hecho nuestras familias o amigos sentimos etapas de angustia o escuchamos voces que nos dicen “es que no puedo, no me siento cómodo y no entiendo”, pero el tiempo avanza y de pronto sientes que pasaste un tope, una fase, y aunque no desaparecen del todo las dificultades, te sientes más seguro y que abordar los problemas es más fácil. Eso le digo a los estudiantes cuando puedo hablar con ellos. Y sí es muy importante hablar de esto”, concluyó el doctor Licona Cassani.

La educación es una de las cosas más valiosas para cambiar la vida

Hijo mayor de un matrimonio formado por un Ingeniero en Electrónica y una Licenciada en Turismo egresados del Politécnico Nacional, Cuauhtémoc Licona Cassani es el mayor de tres hermanos. De niño leía revistas de divulgación de la ciencia, como Muy interesante, que le compraba su papá en los tianguis de la Ciudad de México. En la secundaria sintió con mucha claridad que quería dedicarse a estudiar genes y manejarlos. Al salir del bachillerato pidió trabajar como asistente de un investigador y así entró a ayudar en un laboratorio en el Centro de Investigación y Estudios Avanzados. Su recorrido biográfico es emocionante y trotamundos, pero una frase destaca cuando recuerda su origen: “Vengo de una familia de clase media, donde estudiar siempre fue lo más importante para poder mejorar nuestras vidas”.

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