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¿Qué es el declive de los insectos y por qué nos debe importar?

Los insectos están desapareciendo y su pérdida es grave para la biodiversidad, la economía y la vida del planeta. La tasa de extinción de los insectos es ocho veces mayor que la de mamíferos, aves y reptiles

la ciencia en el país

Un insecto.

Un insecto.

A lo largo de nuestra vida hemos estado en contacto con los insectos, ya sea porque los hemos visto en algún parque o jardín, en nuestra casa, y algunos intrépidos los hemos comido e incluso algunos los han probado sin saberlo. Lo que quizá muy pocos sabrán es que los insectos son de vital importancia en el ambiente (es decir, los ecosistemas), y sobre todo para nuestro bienestar. Los insectos son el grupo de animales más diverso de nuestro planeta. Sin embargo, ser el grupo más diverso conlleva un gran problema y es que también te convierte en el menos conocido. Se estima que nosotros solo conocemos cerca de un millón de especies, pero se presume que existe otro número similar de insectos que aún no conocemos.

Los insectos cumplen funciones muy importantes en los ecosistemas. Por ejemplo, gracias a la polinización que hacen es posible disfrutar de las frutas y verduras que consumimos a diario. De hecho, algunos investigadores han alertado que si se extinguen los polinizadores será el fin de la humanidad. Los insectos también nos ayudan a limpiar el ambiente al alimentarse de materia orgánica en descomposición como madera, hojas, así como animales muertos o del estiércol de los animales como las vacas. De hecho, si en los potreros ganaderos no existieran unos insectos llamados “escarabajos estercoleros” o “rodacacas” para remover el estiércol de las vacas, los ganaderos tendrían cuantiosas pérdidas económicas, sin mencionar las plagas de moscas y las toneladas de estiércol que tapizarían nuestro entorno. Es decir que los insectos también tienen un valor económico muy importante.

A pesar de que los insectos han poblado nuestro planeta durante millones de años (sí, ellos convivieron con los dinosaurios) y que han resultado victoriosos a todos los cambios que ha sufrido nuestro planeta en el pasado, todo indica que en la actualidad estamos siendo testigos del declive de los insectos, es decir, se están extinguiendo y algunos llaman a este fenómeno como el apocalipsis de los insectos debido a las terribles consecuencias que esto traerá consigo.

Desde hace algunas décadas atrás se ha dicho que la era en la que vivimos es el Antropoceno, y ésta se caracteriza por la marcada huella ecológica que los humanos estamos dejando impresa en nuestro planeta como la contaminación, expansión de la mancha urbana, residuos sólidos, etcétera. Aunado a esto, nuestra cada vez creciente población también demanda una mayor producción de alimentos, lo cual ha conllevado a la apertura de los ecosistemas para establecer campos de cultivo y al uso desmedido de agroquímicos (pesticidas, insecticidas, etcétera) que son tóxicos para la biodiversidad y el humano. El 30% de toda la tierra que sostiene la biodiversidad ha sido convertida para la producción de alimentos. Se ha estimado que la agricultura es responsable del 80% de la deforestación global y representa el 70% del uso de agua dulce del planeta. Se presume que estas cifras pueden aumentar para el año 2050 si se continúa con el acelerado ritmo de crecimiento de la población humana.

Muchas de estas prácticas están afectando negativamente a los insectos haciendo que pierdan su hábitat y afectando su capacidad para realizar las funciones ambientales de las cuales también nos beneficiamos, como ya se mencionó en un inicio. Se estima que la tasa de extinción de los insectos es ocho veces mayor que la de vertebrados como los mamíferos, aves y reptiles. Por ejemplo, en áreas naturales protegidas inmersas en paisajes con actividades agrícolas y pecuarias, se ha observado que se han llegado a perder hasta el 70% de las especies que ahí habitan.

Las luciérnagas son un ejemplo de los insectos que se han visto amenazados y que es palpable su desaparición. Seguramente, muchos de nosotros las llegamos a conocer en nuestra infancia, y hoy día es difícil verlas. Es muy probable que las nuevas generaciones no logren deslumbrarse con su brillo. Incluso, algunas especies de insectos se han llegado a convertir en plagas, y esto se debe al uso inadecuado que el humano ha hecho de los recursos naturales, generando un rompimiento en las diferentes interacciones de los insectos, tanto con sus depredadores como de su fuente de alimento, favoreciendo la extensión de monocultivos que representan una gran fuente de alimento para solo algunos insectos, haciendo que sean muy prolíferos.

Pero ¿qué podemos hacer para contrarrestar el declive de los insectos? Si logramos hacer un cambio de mentalidad y entendemos el valor de la biodiversidad, pero sobre todo si generamos acciones prácticas en beneficio de los insectos, aun podríamos revertir el daño que se ha ocasionado a la naturaleza. Es cierto que no podremos recuperar muchas de las especies que ya están extintas, pero sí podremos conservar las que ya tenemos o que son vulnerables y con esto garantizar un mejor futuro para nuestras siguientes generaciones.

Algunas acciones ya se han empezado a impulsar, ejemplo de ello son los jardines para polinizadores dentro de las ciudades, o reservas entomológicas en paisajes con manejos agropecuarios amigables con los insectos y demás grupos de organismos, pero ¿será suficiente? Te has preguntado ¿qué futuro quieres heredar a tus hijos? ¿cuál es el futuro en el que quieres vivir cuando seas un adulto mayor? Aún podemos conseguir una excelente calidad de vida, pero para lograrlo es preciso alcanzar la utópica relación entre el humano y la naturaleza en donde seamos custodios de esta biodiversidad y a su vez, seamos capaces de hacer un uso adecuado de los recursos naturales, manteniendo su rentabilidad permitiendo que la naturaleza trabaje por sí sola. Es importante que seamos capaces de entender que la naturaleza no nos necesita, por el contrario, nosotros necesitamos de la naturaleza.

* División de Ciencias Ambientales, IPICYT

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