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Egresado de la UAM logra detectar enfermedad pulmonar intersticial en casos autoinmunes

Basada en ultrasonido, la técnica es una de las más prometedoras en diagnóstico temprano. La identificación del padecimiento ocurre en etapas muy avanzadas, lo que limita un manejo oportuno

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Marwin Saady Gutiérrez, doctor en Ciencias Biológicas y de la Salud por la Universidad Autónoma Metropolitana.

Marwin Saady Gutiérrez, doctor en Ciencias Biológicas y de la Salud por la Universidad Autónoma Metropolitana.

UAM

Marwin Saady Gutiérrez, doctor en Ciencias Biológicas y de la Salud por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), implementó el ultrasonido como “una herramienta útil, necesaria y capaz de identificar la enfermedad pulmonar intersticial (EPI) en padecimientos autoinmunes en etapas tempranas o, inclusive, antes de que los síntomas respiratorios aparezcan”, lo que abrió ventanas de exploración orientadas a evaluar la capacidad predictiva.

La EPI –antes fibrosis pulmonar– es la causa principal de mortalidad en pacientes autoinmunes con esclerosis sistémica o esclerodermia, que implica autoinmunidad, inflamación, fibrosis y daño vascular con altas complicaciones de morbilidad y mortalidad, por lo que existe una necesidad imperiosa de generar métodos de diagnóstico para registrar éstas con anticipación.

La esclerosis sistémica es considerada una enfermedad huérfana o poco frecuente, por lo que se han desarrollado pocos tratamientos desde el punto de vista farmacológico y, por lo tanto, “todavía es un desafío detectarla” cuando surge.

En general es clasificada como una de las más dramáticas de la medicina, debido a que hay factores que la hacen muy compleja en manejo y pronóstico, pues responde a un desorden inmunológico por inflamación de articulaciones u otros tejidos; alteraciones vasculares, y fibrosis o endurecimiento de tejido conjuntivo, que en condiciones normales permite que piel y órganos tengan la elasticidad necesaria para cumplir sus funciones fisiológicas.

También daña la pared de los pequeños vasos donde ocurre la circulación sanguínea, volviéndolos duros, con pérdida de la irrigación, por lo que nacen úlceras cutáneas que promueven necrosis y pueden terminar incluso en amputaciones.

Todo esto deriva en un conteo rico en manifestaciones, que van desde el ya mencionado endurecimiento severo de la piel, hasta la respuesta anómala a las temperaturas bajas –fenómeno de Raynaud– diarrea y/o estreñimiento; dificultad para deglutir; esofagitis; gastritis; insuficiencia cardíaca; fibrosis miocárdica; falla renal y, en particular, dificultad para respirar, que es “donde nosotros queremos encaminar nuestra investigación”, expuso el egresado de la Unidad Iztapalapa.

El género femenino es el más afectado, en una relación de cuatro a uno, respecto del masculino, y desde los 18 años de edad en adelante, con una prevalencia de entre 40 y 70 casos por cada cien mil habitantes en el mundo; aun cuando en México no hay datos concretos, la situación sería similar o superior a la media internacional, pero este desconocimiento hace que “no lleguemos a un diagnóstico como médicos ni como especialistas”.

En el pulmón, éste tiende a perder elasticidad, originándose un problema respiratorio porque no se intercambian adecuadamente los gases ni hay oxigenación suficiente, por lo que se vuelve fibroso y da lugar a la EPI, antes llamada fibrosis pulmonar, muy frecuente en la esclerodermia que se presenta en general en los primeros cuatro años, aunque a veces se detecta con un retraso de hasta diez años; es la segunda más frecuente en los pacientes con esclerosis sistémica y la primera causa de mortalidad en éstos, al presentarse hasta en 74 por ciento de los casos.

En la realidad clínica actual, su identificación ocurre en etapas muy avanzadas, lo que limita de manera drástica la planificación de estrategias de manejo oportuno para evitar desenlaces fatales.

Para su tratamiento específico se han creado moléculas nuevas denominadas antifibróticos, cuyos resultados son satisfactorios; no obstante, la esclerosis sistémica exige controlar todos los órganos y, por tanto, no hay un mecanismo único que sea suficiente para todas las afecciones que puedan detonarse.

La EPI puede ser visualizada con una radiografía que, sin embargo, “no tiene un grado que permita reconocer lesiones o alteraciones en etapas tempranas, es decir, que un daño aparece cuando pasaron hasta cinco años y entonces no nos es útil” esa información, dijo Gutiérrez.

La tomografía pulmonar de alta resolución posibilita el diagnóstico preciso, con el inconveniente de que genera radiaciones equivalentes a 20 radiografías simples de tórax, además de que esos equipos son escasos y se encuentran en instancias públicas de salud de tercer o cuarto niveles, mientras que en las privadas el costo oscila entre seis mil y diez mil pesos.

En su tesis Valor diagnóstico y predictivo de la ecografía pulmonar en la detección temprana de la enfermedad pulmonar intersticial en esclerosis sistémica, el investigador señala que la ecografía o ultrasonografía –un método de imágenes utilizado para estudiar padecimientos reumáticos– ha abierto ventanas de exploración orientadas a evaluar la capacidad de registrar la EPI en condiciones autoinmunes.

Con el fin de determinar la validez de ésta en las fases preclínica o asintomática de la EPI en personas con esclerosis sistémica, así como la facultad predictiva en la progresión de la misma, el doctor por la UAM trabajó con 133 hombres y mujeres asintomáticos y 133 controles sanos. El estudio inició con la fase transversal, en la que un reumatólogo exploró a los enfermos para confirmar la ausencia clínica de síntomas respiratorios; posteriormente se les practicaron tomografías axiales computarizadas de alta resolución (TACAR) de tórax; radiografías de tórax; pruebas de función respiratoria; exámenes de laboratorio, y el ultrasonido pulmonar, objeto del estudio.

Más adelante se hizo un seguimiento de un año a quienes presentaban EPI, confirmada con la ecografía pulmonar, con la meta de fijar el potencial de la esclerosis sistémica y monitorear su progresión.

El egresado de la Casa abierta al tiempo expresó que “fue grande nuestra sorpresa”, porque de los 133 asintomáticos, 41 por ciento ya mostró signos de EPI, aunque los síntomas todavía no aparecieron, lo que resulta muy importante para la detección temprana, porque el médico, en general, espera ciertos signos para desencadenar un tratamiento.

Después de seguir un proceso metodológico, clínico y estadístico, la conclusión principal ha sido que el ultrasonido pulmonar es una herramienta útil, necesaria y capaz de identificar la EPI en etapas tempranas y aun antes de que los aspectos respiratorios aparezcan, por lo que dicha técnica se perfila como una de las vías de imagen más prometedoras al momento del diagnóstico, al establecer en apenas diez minutos si una persona está en riesgo de desarrollar un compromiso pulmonar o es candidata al tratamiento.

Además puede ser un instrumento de costo-beneficio favorable, si se consideran los precios de una tomografía y, por lo tanto, podría ofrecerse en la mayoría de los centros médicos como un procedimiento de aplicación fácil, no invasivo y disponible que descarta opciones sofisticadas y costosas.

El doctor Gutiérrez subrayó el interés en el modelo de entidades prestigiosas de investigación internacionales, las cuales solicitaron validarlo y reproducirlo para crear una curva de aprendizaje, todo liderado en México.