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La fatiga: el síntoma más común en el síndrome de COVID largo

voces de la uam

Algunos factores de riesgo asociados al síndrome post-COVID-19 son, edad avanzada, presencia de múltiples comorbilidades, ser del sexo femenino, entre otros.

Algunos factores de riesgo asociados al síndrome post-COVID-19 son, edad avanzada, presencia de múltiples comorbilidades, ser del sexo femenino, entre otros.

La COVID-19 ha representado un reto sin precedentes en la historia de la salud pública a nivel mundial. Desde sus inicios, en diciembre de 2019, hasta enero de 2023, se estima que se han infectado un total de 561 millones de personas y este número sigue incrementándose a pesar del descenso en los casos graves y en la mortalidad. La respuesta de la comunidad científica, particularmente en cuanto al desarrollo de vacunas y antivirales, han permitido hacer frente a la pandemia disminuyendo la incidencia de casos y la mortalidad. Sin embargo, una enfermedad como esta, que tomó a los sistemas de salud por sorpresa y forzó a una respuesta inmediata, plantea algunos interrogantes que deben ser atendidos.

Por ejemplo, se ha reportado que algunos los pacientes que cursaron la fase aguda de la enfermedad, continúan con síntomas o secuelas relacionadas, a lo que se conoce como COVID largo o síndrome post-COVID. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, el síndrome pos-COVID-19, se define como una condición “que se presenta en individuos con antecedentes de una probable o confirmada infección por el virus SARS-CoV-2, tres meses después del inicio de COVID-19, cuyas manifestaciones persisten al menos dos meses y que no pueden ser explicadas por un diagnóstico alternativo”. El síndrome pos-COVID-19 se está convirtiendo en un problema de salud pública por ser discapacitante y la creciente incidencia de casos, se estima que entre un 15% y un 40% del total de individuos afectados por la COVID-19 presentan síndrome. Se han observado más de 200 síntomas de COVID largo, en un lapso de un año posterior al diagnóstico; incluso hay estudios que muestran presencia de sintomatología hasta dos años después, en aproximadamente un tercio de los pacientes. Los síntomas son muy variados, pero los más comunes son fatiga, dolor de cabeza, anosmia, dolor muscular, problemas respiratorios, pérdida de cabello, niebla mental, alteraciones cognitivas, depresión, ansiedad, alteraciones en el sueño, entre otros.

La fatiga es el síntoma más frecuente en pacientes que han cursado previamente con COVID-19. El término fatiga se puede considerar una sensación subjetiva y, por lo tanto, en muchos casos no se le da la importancia debida a pesar de la gran relevancia que este síntoma puede tener en la calidad de vida de los pacientes. La característica básica de esta fatiga es el cansancio extremo, tanto físico como mental, que no disminuye con el reposo y continúa por un periodo largo de tiempo y que, frecuentemente, está acompañado de problemas para dormir, malestar post-esfuerzo, problemas para concentrarse, entre otros.

Los pacientes afectados por la fatiga post-COVID ven afectada su calidad de vida en distintos aspectos, ya que esta condición les impide desarrollar sus actividades habituales con normalidad. En muchos casos se presenta un incremento en las ausencias laborales, restricciones en el estilo de vida, aislamiento social o depresión.

La fatiga puede interpretarse como un mecanismo dirigido a conservar energía, como se ha observado en otras enfermedades infecciosas agudas pero las causas relacionadas con la fatiga post-COVID aún están en estudio. Existen distintas hipótesis; una de ellas postula que el daño a nivel del nervio olfatorio puede aumentar la resistencia al drenaje del líquido cefalorraquídeo causando estrés a nivel del sistema nervioso central. Otros estudios han documentado hipometabolismo en el lóbulo frontal y el cerebelo, posiblemente causado por mecanismos inflamatorios sistémicos e inmunitarios. Un estudio previo sugiere que la COVID larga puede reducir la cantidad de sangre que llega al cerebro, fenómeno que se ha relacionado con un padecimiento similar conocido como síndrome de fatiga crónica. También es posible que este tipo de infección desencadenen mecanismos moleculares similares a los que se asocian con problemas cognitivos y algunos trastornos neurodegenerativos. Otras hipótesis se relacionan con el alojamiento del virus en tejidos y órganos, la presencia de microcuágulos desarrollados durante la fase aguda, procesos inflamatorios persistentes o la desregulación del sistema inmunitario.

Algunos factores de riesgo asociados al síndrome post-COVID-19 son, edad avanzada, presencia de múltiples comorbilidades, ser del sexo femenino, entre otros. La vacunación ayuda a disminuir el riesgo de desarrollar síndrome post-COVID, incluida la fatiga. Sin embargo, la vacunación no evita al 100% el desarrollo de este síntoma y aún están realizando estudios para determinar si, en aquellos casos que han desarrollado la fatiga, la vacunación puede disminuir la intensidad o la duración de ésta.

Existen algunas recomendaciones para el manejo de la fatiga post-COVID, la primera consiste en analizar si hay presencia de otros síntomas que pudieran relacionarse, como son los problemas respiratorios o coronarios, que podrían ser tratados médicamente y así disminuiría la fatiga. Otras recomendaciones se enfocan en mejorar los estilos de vida, por ejemplo, se recomienda realizar actividad física moderada e ir incrementando de forma gradual. Estas actividades incluyen, entre otras, caminar, realizar estiramientos, ejercicios de respiración, yoga, pilates, etc. la idea es iniciar con una actividad ligera por algunos minutos e ir incrementando muy gradualmente la actividad. Si bien al inicio puede resultar agotador iniciar con la actividad, la sugerencia es que se siga realizando por periodos cortos para logar incrementar la capacidad del organismo y obtener los beneficios de la actividad física. Priorizar el sueño es otra recomendación importante, el mantener hábitos para dormir es fundamental, por ejemplo, mantener un horario fijo para dormir, evitar el consumo de sustancias estimulantes, evitar el uso de pantallas en las horas previas y consumir una cena ligera.

Finalmente, se recomienda incluir en la dieta la mayor cantidad posible de comida nutritiva, sobre todo frutas, verduras, granos integrales y proteína, ya que muchos pacientes durante la infección aguda no se alimentaron de forma adecuada y esto puede relacionarse con la fatiga.

Así, es importante que el paciente ponga atención a cualquier alteración, fisiológica o mental, priorice las actividades fundamentales y se tome el tiempo necesario para realizarlas. Además, es importante considerar las estrategias generales de manejo de la fatiga, como el descanso adecuado, el ejercicio gradual y una atención integral a la salud mental, para mejorar el pronóstico en el síndrome post-COVID.

* Profesor-Investigador del Departamento de ciencias de la Salud de la Unidad Lerma

** Posdoctorante en el Departamento de ciencias de la Salud de la Unidad Lerma