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Pablo Rudomin: “Desafortunadamente en muchas partes del mundo se está restringiendo el acceso y el valor del conocimiento”

En la historia humana hubo épocas donde el conocimiento fue visto con desconfianza porque cambiaba los marcos de referencia de la gente. También produce placer, felicidad y el cuerpo se adecua a esto, añade el investigador y Premio Crónica

entrevista

Pablo Pablo Rudomin Zevnovaty, investigador del Cinvestav.

Pablo Pablo Rudomin Zevnovaty, investigador del Cinvestav.

Miguel Luna

La curiosidad y la búsqueda de respuestas a sus inquietudes hicieron que Pablo Rudomin Zevnovaty tomara la ruta de las ciencias. Hoy, es un neurocientífico y académico connotado con 60 años como investigador y docente en el Cinvestav. Dentro de esas 6 décadas, tres han sido dedicadas a El Colegio Nacional para ofrecer su conocimiento y saberes a la sociedad.

Pablo sabe que entre más educadas y más informadas estén las personas, pueden abordar mejor los problemas, aunque dice, en la historia de la humanidad siempre hay épocas donde el conocimiento era visto con desconfianza porque cambiaba los marcos de referencia de la gente y había quienes querían controlarlo. “Lo hemos visto con las religiones, en las sociedades totalitarias y lo estamos viendo ahora en muchas partes del mundo donde se está restringiendo el conocimiento”.

El conocimiento no sólo genera mejores formas para enfrentar los problemas de la vida, sino también provoca placer, felicidad. “Ahora sabemos que se activan una variedad de mecanismos fisiológicos, entre ellos los que incluyen la liberación de dopamina, lo que contribuye a generar sensaciones placenteras y estados de relajación,  lo que nos impulsa a ser más creativos”, añade el Premio Crónica.

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En entrevista en su estudio, con sus diplomas, premios como el Príncipe de Asturias y el Crónica, con cuadros y otros adornos, el fisiólogo habla de su trabajo, de lo que este le ha producido, de los avances científicos y del como la inteligencia artificial, de la que dice que “no hay que temerle”, hará cambios sustanciales no sólo en la ciencia sino en toda la sociedad. “Estamos en el umbral de una nueva era, aunque las preguntas básicas siguen siendo las mismas, lo que pasa es que estamos buscando otras formas de entenderlas, otras formas de asimilar esa información”.

¿Cómo y cuándo llegas al Cinvestav?

Era 1961 y estaba de año sabático en Italia cuando se fundó el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados, con el doctor Arturo Rosenblueth como su primer director, antes jefe del Departamento de Fisiología en el Instituto Nacional de Cardiología, en donde trabajé por varios años. Al regresar a México, el doctor Rosenblueth me invitó a formar parte de este nuevo proyecto y me dijo: “Mira, la filosofía del Cinvestav es que todos deben ser doctores -yo sólo tenía la licenciatura-, por lo que tienes cuatro años para doctorarte”.

Para obtener el doctorado tuve que llevar cursos de física, matemáticas, etc, en el IPN, hacer la tesis y, paralelamente, supervisar a los estudiantes que se incorporaran al Departamento. Fueron cuatro años muy intensos, pero salí adelante.

Después de más de 6 décadas de formar estudiantes, doctores, investigadores, premios como el Príncipe de Asturias y el Crónica, qué le deja este trabajo excepcional.

Me sorprende lo rápido que ha pasado el tiempo. Justamente hace unos meses cumplí 89 años y voy por los 90. Me emocionan los avances en la ciencia y en las neurociencias. Son espectaculares. Entre ellos está el desarrollo de métodos computacionales que permiten analizar las relaciones entre múltiples variables. Ahora también es posible seguir en vivo la actividad de las neuronas en distintas regiones y analizar los cambios en su conectividad funcional durante la realización de diversas tareas, tales como la ejecución de movimientos voluntarios o durante alteraciones patológicas en el Sistema Nervioso.

Al ingresar al Cinvestav no empecé de cero. Para entonces ya había trabajado en el Instituto Nacional de Cardiología, en el Instituto Rockefeller en Nueva York y en en Siena, Italia. Pero aun así me llevó un buen tiempo encontrar preguntas relevantes, en mi caso del cómo el Sistema Nervioso controla el acceso de la información sensorial en la médula espinal.

En la época de Santiago Ramón y Cajal, hace 100 años, se consideraba que la información que llegaba de los receptores sensoriales era transmitida sin cambio alguno a las neuronas espinales. Nos llevó años demostrar la existencia de mecanismos centrales que, como buenos agentes de tráfico, pueden controlar el flujo de la información que se genera en la periferia y dirigirla hacia grupos específicos de neuronas de acuerdo con las funciones por realizar (locomoción, respuesta a estímulos dolorosos, etc), problema que aún ahora seguimos trabajando.

En estos 60 años no cambia el deseo de conocer, de descubrir, lo que cambió es cómo hacer ciencia.

Yo creo que si hubo un cambio en la forma de abordar el estudio del Sistema Nervioso. Antes, por ejemplo, cuando fui al Instituto Rockefeller de EU, usamos microelectrodos para registrar la actividad de neuronas corticales. Creíamos que sumando la actividad de las neuronas registrada en distintos momentos y experimentos, podríamos generar una visión razonable de las funciones de esa población neuronal. Con el paso de los años, y los avances tecnológicos y la computación, nuestros estudios se han enfocado al análisis no de las respuestas de neuronas individuales sino de los cambios en la actividad colectiva de los distintos ensambles neuronales y de la forma en que estos interaccionan entre sí. Ahora sabemos que en cada momento, las neuronas se comunican de una manera estructurada y forman códigos específicos. También hemos encontrado que forma en que interaccionan depende del estado funcional global.

Así por ejemplo, cuando hacemos un movimiento, ya hay en nuestra corteza cerebral una representación de la intención del movimiento. Tan es así que si se registra esa actividad se puede usar para activar prótesis. Antes de hacer el movimiento, cuando lo pensamos, ya se generó el mapa. Entonces un movimiento exitoso va a ser el que coincide exactamente con la planeación y, si no hubo esta correspondencia, el mismo sistema la corrige, algo que desafortunadamente no siempre sucede a nivel social.

Así como hay inteligencia individual, hay inteligencia social. El problema reside en el cómo usamos la inteligencia colectiva para plantear y resolver los múltiples retos que tenemos que afrontar como sociedad organizada, como lo es la contaminación ambiental, el cambio climático, la desaparición de numerosas especies animales y vegetales como consecuencia de las actividades humanas entre muchos otros.

Me refiero a las herramientas.

Eso cambió mucho. Antes registrábamos los cambios de potencial producidos por la activación neuronal, los amplificábamos y los veíamos en el osciloscopio. Tomábamos fotografías y hacíamos medidas, a mano, una por una.

El cambio vino cuando se comenzó a trabajar con computadoras. Fui el primero en traer a México una computadora con convertidores analógico-digitales que nos permitía adquirir en línea los datos generados durante el experimento almacenarlos y analizarlos posteriormente. ¡Estamos hablando de 1970!

Esto no fue fácil. Fue necesario convencer doctor Rosenblueth, y luego conseguir el dinero. Obtuve un donativo de los Institutos Nacionales de la Salud en Estados Unidos, lo que me permitió trabajar satisfactoriamente por muchos años.

Aún recuerdo aquellos días en el Cinvestav, cuando Harold Dutton, del Departamento de Ingeniería Eléctrica implementó una computadora analógica para que pudiéramos medir los cambios en los reflejos espinales producidos en distintas condiciones experimentales. Eran circuitos electrónicos muy elaborados que incluían amplificadores operacionales, condensadores, resistencias y varios generadores de pulsos.

Un día llegó el doctor Rosenblueth al laboratorio y vio el equipo que estábamos usando, lo que le pareció excesivo. Le comenté: Nos ahorra tiempo. Pero lo vi muy escéptico e hice un cálculo de cuánto tiempo me hubiera llevado el primer trabajo que publicamos usando la computadora analógica si hubiese medido los reflejos uno a uno. Eran como 800 años. Se lo mencioné a don Arturo que me dijo: “Para qué trabajas tanto”.

ESTUDIO ACTUAL

En su investigación actual, Pablo Rudomin cuenta que están estudiando cómo cambian las conexiones entre las neuronas del tallo cerebral y las del asta dorsal en la médula espinal del gato anestesiado cuando se aplica un estímulo nociceptivo, en este caso producido por la inyección intradérmica de capsaicina.

Esta maniobra sincroniza las oscilaciones de la actividad generada en los núcleos del raphé en el tallo cerebral con las oscilaciones de la actividad generada en el asta dorsal, que entran en resonancia y se acoplan funcionalmente, situación que permite el acceso de influencias inhibitorias supraespinales sobre las neuronas del asta dorsal impidiendo así la activación excesiva de las respuestas de las neuronas espinales.

Lo que es realmente interesante es lo que sucede cuando inyectamos sistémicamente una pequeña cantidad de lidocaína, un anestésico local que se utiliza mucho para producir analgesia preventiva, o ketamina, fármaco antidepresivo ahora de moda. Encontramos que la comunicación entre los núcleos del raphe y el asta dorsal se interrumpe temporalmente recuperándose las condiciones originales, es decir al estado funcional observado antes de la inyección de capsaicina.

Lo interesante es que la lidocaína y la ketamina descorrelacionan las oscilaciones de los potenciales generados en por estas poblaciones neuronales. Es como si ahora que estoy hablando con ustedes, el ruido ambiente aumenta y que a pesar de que estamos mandando la misma señal ya no la podemos distinguir del ruido de fondo. En otras estamos, nuestras observaciones sugieren que la decorrelación de la actividad entre estas poblaciones activadas durante nocicepción puede generar analgesia. Esta es una posibilidad interesante que estamos estudiando en la actualidad.

Estamos en el umbral de una nueva era de la ciencia con estos avances tecnológicos

Si, pero creo que las preguntas básicas siguen siendo las mismas, lo que pasa es que estamos buscando otras formas de entenderlas, otras formas de asimilar esa información.

Pero también son 30 años de ser parte de El Colegio Nacional

El ser parte de esa institución ha sido un honor y una responsabilidad. Me ha permitido, como a todos sus integrantes, exponer los problemas que estamos trabajando. La posibilidad de difundir ese conocimiento y hacerlo accesible al público no especializado es muy importante. El conocimiento no debe de estar restringido sólo a quienes lo generan y usan. Es necesario compartirlo para que podamos funcionar mejor a nivel social. Desafortunadamente aquí, como en otros países hay quienes piensan que si el conocimiento no es de aplicación inmediata, no hay que invertir recursos públicos en su generación, lo cual es un error.

Un aspecto importante de la actividad científica es la retroalimentación vista como la posibilidad de corregir errores, lo que permite avanzar en el conocimiento. Desafortunadamente a nivel social esta retroalimentación es bastante limitada, lo que impide muchas veces abordar problemas complicados como lo son el cambio climático y el deterioro ambiental.

Mencionas algo importante de Nuccio Ordine sobre la utilidad de lo inútil, como la cultura y ciencias, eso que en principio nos da placer y después mejora nuestras vidas.

Nuccio Ordine, un gran pensador. Lástima que haya fallecido tan joven. Me habría gustado conocerlo e invitarlo para que diera algunas pláticas en el Colegio Nacional. Como lo mencioné hace un rato, el placer que nos da ese “conocimiento inútil” como la ciencia, el arte, la amistad, produce cambios fisiológicos. Desafortunadamente hubo épocas en la que el conocimiento era visto con desconfianza porque cambiaba los marcos de referencia de la gente y los hacía más independientes. Eso no gustaba muchos. Ellos buscaban gente sumisa que no cuestionara. Lo hemos visto antes y lo estamos viendo ahora en muchas partes del mundo en donde se está restringiendo el acceso al conocimiento. Dado este escenario, no queda más que resistir, seguir investigando, seguir generando conocimiento, seguir diseminándolo. Como dijo Galileo al salir de su comparecencia ante la Inquisición: “E pure si muove”.