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Reflexión sobre las categorías de movilidad humana contemporánea

la ciencia en el país

En Haití las dinámicas de los desplazamientos tienen un largo recorrido histórico.

En Haití las dinámicas de los desplazamientos tienen un largo recorrido histórico.

Aproximarnos a las dinámicas actuales de los procesos de movilidad humana a escala internacional, implica iniciar preguntándose ¿cómo es que los desplazamientos convierten a las personas en anomalías para el sistema? Antes de iniciar reflexionando sobre dicha interrogante, considero que se pueden dar unos pasos más e interrogarse acerca de la existencia de cualidades inherentes a las personas, las cuales serían indicativo de la propensión a optar por el desplazamiento más allá de las fronteras como parte de un proyecto de vida potencialmente diferente del que llevaban. Dicho de otro modo, el primer paso consiste en asumir a los procesos de movilidad humana, como resultado de múltiples situaciones e interacciones entre las personas y los contextos en donde residen habitualmente.

Los desplazamientos de población se han manifestado de diversas formas, y aunque sus modalidades más duraderas en el tiempo, como la migración por motivos laborales y económicos, así como la solicitud del reconocimiento y acogida como refugiado, por mencionar algunas, han estado presentes durante periodos considerables, no se trata de fenómenos inmutables en que las personas estén subsumidas por completo a una lógica universal. Por otra parte, entonces podemos dar testimonio de que los Estados modernos son los productores permanentes de distinciones entre el adentro y el afuera, respecto a las reglas para ser y pertenecer.

Menciono lo anterior porque a partir de este proceso de diferenciación las personas somos convertidas en algo más. Los desplazamientos intentan ser contenidos en una serie de categorías que nos transforman en seres gestionables e incluso controlables desde la perspectiva de los Estados. Los extraños a este orden son convertidos en huéspedes singulares, ausentes en su orden nacional de origen y presentes en otro, aunque también allí virtualmente están ausentes por ser extraños; es vivir la doble ausencia a la que se refiere Sayad (2010). Es importante aclarar, no obstante que, en este orden de lo nacional, la presencia de los inmigrantes sería sólo asimilable al orden naturalizado de lo nacional, en la medida en que su presencia se justifique sobre la base de motivaciones laborales.

El proceso de diferenciación promovido por los Estados nacionales modernos se ha implementado desde diversas modalidades y ha sido fundamental para legitimar el ejercicio del poder soberano durante los últimos dos siglos. Con ello, se ha consolidado la capacidad de gestionar y administrar a la población que reside en el territorio controlado por cada nación.

Sin embargo, durante las décadas que han trascurrido desde el final de la guerra fría, el impetuoso avance de los procesos de globalización, y sus particulares manifestaciones a nivel regional y nacional, hacen cada vez más evidente que la gestión de la movilidad humana es un ámbito de poder en el cual los estados nacionales no están dispuestos a ceder, aun cuando hoy en día el funcionamiento de la economía internacional los ha colocado en una situación de interdependencia estatal, la cual ha conducido a la emergencia y consolidación de bloques regionales.

Hoy, desde diversas instancias y organismos supranacionales, se enfatiza que los procesos de movilidad deben incorporarse al esquema de migraciones ordenadas, seguras, y regulares, porque de otro modo acontecen los periodos o situaciones de las denominadas crisis migratorias en las que la peor parte siempre la llevan quienes se desplazan. Las medidas tendientes a conseguir dicho orden, la seguridad y regularidad proclamadas, suelen acompañarse de una serie de discursos y dispositivos que reiteran el compromiso estatal con el bienestar de las personas en movilidad; discursos que propugnan por políticas de control con rostro humano, como las denomina Eduardo Domenech (2013). Por otra parte, tanto en los países de origen, tránsito y destino de los flujos migratorios, las medidas implementadas apuntan a la securitización y la ampliación de las fronteras en sus dimensiones territoriales y simbólicas, tanto al interior como hacia el exterior, así como de una constante persecución, categorización y diferenciación de aquellos quienes llegan.

En este punto es posible vislumbrar que las denominadas crisis migratorias no sólo suceden, sino que se producen como resultado (no deseado) del funcionamiento de los regímenes de control de la movilidad humana que intentan abarcar y gestionar la movilidad de toda persona que represente la externalidad que no puede ser convertida, aquella que no forma parte del exceso regularizado y regularizable. Con lo anterior no sugiero enlistar sólo a manera de remembranza, todo acontecimiento trágico en los que las personas migrantes han fallecido o sido perjudicados como si sólo se tratase de números e historias de víctimas que llevan la peor parte en situaciones totalmente imprevisibles.

En cambio, estimo como conveniente reconsiderar la orientación de los regímenes de control de la movilidad humana, los cuales operan a través de las fronteras y los territorios nacionales, que tienen la finalidad de gestionar el movimiento a partir del cuestionamiento de las categorías que se establecen para clasificar las expresiones de movilidad humana. Las experiencias de movilidad de las personas mismas nos ofrecen todos los insumos para ello.

En primer lugar, para no contribuir a visiones que victimicen a las personas en movilidad, particularmente a los migrantes internacionales, es importante considerar que los motivos por los que se desplazan trascienden a los criterios de justificación de su presencia que los Estados tradicionalmente consideran como válidos. En dicho posicionamiento, también podríamos incluir a quienes se desplazan forzosamente derivado de conflictos armados, catástrofes medioambientales, por ser perseguidos y con ello ver amenazada su existencia. Con esto no propongo incluir todas las modalidades del desplazamiento bajo una categoría unificadora, sino resaltar que dichas experiencias dan cuenta de lo multifacético y cambiante de los procesos de movilidad.

En segunda instancia, pienso que es necesario considerar que los desplazamientos pueden llegar a ser resultado de lo que Cedric Audebert (2017) denomina como vulnerabilidad multidimensional. Para dicho investigador, quien se enfoca en la geodinámica de los desplazamientos desde Haití, no podemos pensar en que la movilidad de la población se reduce a un sólo motivo, como pudo pensarse de las y los haitianos que salieron, sobre todo a partir de 2010, lo que llevó a considerar que la emigración pos-terremoto sintetizaba todos los motivos por los que la gente saldría de su país.

Siguiendo la propuesta mencionada, existe una serie de determinantes socio-estructurales, como la poca capacidad del sistema educativo para sostener la demanda de cupos en las universidades, así como un ambiente incrementado de inseguridad (particularmente después de las misiones humanitarias que internacionalmente se han conducido en Haití), sumado a que en Haití las dinámicas de los desplazamientos tienen un largo recorrido histórico, por lo que es importante atender, para cada caso, cómo es que las múltiples dimensiones impactan en mayor o menor medida en el inicio de un proyecto migratorio.

Finalmente, considero relevante las aproximaciones que se han propuesto desde la autonomía de las migraciones y las luchas migrantes. Son campos de estudio tan amplios que exceden los alcances de este artículo, pero lo que se puede rescatar en cada caso es que resaltan la necesidad de centrarse en los procesos de subjetivación migrante, los cuales pueden dar indicios de que las personas han comenzado a disputar las fronteras del adentro y del afuera que arbitrariamente eran instaurados por los Estados Nacionales. Es en las prácticas cotidianas, visibles o no visibles, así como en las estrategias de movilidad, en dónde podemos dar cuenta del potencial transformador de los procesos de movilidad respecto a los márgenes y las fronteras de la pertenencia.

Referencias

Audebert, C. (2017). The recent geodynamics of Haitian migration in the Americas: refugees or economic migrants?. Revista Brasileira de Estudos de População, 34, 55-71.

Domenech, E. (2013). “Las migraciones son como el agua”: Hacia la instauración de políticas de “control con rostro humano”. La gobernabilidad migratoria en la Argentina. Polis. Revista Latinoamericana, (35).

Sayad, A. (2010). La doble ausencia. De las ilusiones del emigrado a los padecimientos del inmigrado. Barcelona: Anthropos, 385-395.

*Alejandro García Juárez, Licenciado en Sociología por la Universidad Nacional Autónoma de México, Maestro en Sociología Política por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, y Doctorante en Estudios del Desarrollo, Problemas y Perspectivas Latinoamericanas del mismo Instituto.

Twitter: @Alex_Gajur