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La tentación autoritaria

Al mismo tiempo, AMLO y los partidos que lo apoyan han iniciado el proceso para aprobar una reforma constitucional en materia electoral

voces de la uam

En 2024 habrá elecciones para elegir presidente de México.

En 2024 habrá elecciones para elegir presidente de México.

El gobierno de López Obrador ha entrado en su recta final. Solamente le quedan dos años y ahora resulta evidente que las grandes promesas que hizo al inicio de su sexenio han quedado totalmente rebasadas y que frente a ellas sus logros son realmente insignificantes.

Ante la evidencia de los hechos, AMLO ha reaccionado de una manera contradictoria: por un lado, dice que “la transformación” (cualquier cosa que eso signifique) ya tiene un gran avance y que ya nada la puede detener, pero por otro lado dice que el desastre dejado por treinta años de neoliberalismo era tan grande que se necesitaría mucho más tiempo para consolidar los cambios.

A partir de esta segunda idea, el Presidente desarrolla un activismo incontenible, como ningún otro anterior, a favor de la continuidad de su partido en el poder, por medio de una sucesión adelantada en la que él ha puesto a competir abiertamente a los miembros de su gabinete, que viajan por todo el país, pintan bardas, contratan espectaculares, cantan, graban tik toks y todo lo que se les ocurra, haciendo a un lado sus responsabilidades gubernamentales, todo ello con la bendición presidencial.

Pero, al mismo tiempo, AMLO viene insistiendo en las últimas semanas, sin que se le pregunte y de preferencia en eventos masivos, que, por más que fuera necesario para “continuar la transformación”, no se reelegirá porque es maderista, esperando obviamente que su público le pida que sí se reelija, ante lo cual insiste que su “movimiento” tiene relevos de calidad para ganar en 2024. Ningún presidente ha mencionado tanto la reelección como AMLO, aunque sea para decir que no caerá en la tentación de intentarla.

Pero hace unos días, de gira por Guerrero, cruzó la línea y lanzó una idea para sondear a su público y seguramente para estimular a sus legisladores para buscar la fórmula adecuada: “Yo voy a estar hasta finales de septiembre de 2024, faltan 23 meses y tengo el propósito de cumplir todos los compromisos; ahora sí que, lo que tenemos como reto, como desafío es vencer el tiempo, podríamos pensar en proponer una reforma para ampliar el periodo presidencial, pero eso sería contrario a nuestros principios, a nuestros ideales, sería traicionarnos”.

Pablo Xavier Becerra Chávez.

Pablo Xavier Becerra Chávez.

Con esto, AMLO pasó del planteamiento general de que no se va a reelegir, que ha venido repitiendo desde antes de tomar posesión del cargo, a la idea de que podría proponer una reforma para permitir la reelección, que inevitablemente sería constitucional, aunque a continuación diga que eso iría contra sus ideales. Pero hay que recordar que el Presidente siempre ha sostenido que el pueblo debe tener la última palabra, de la misma forma que ha sostenido que en el dilema entre la ley y la justicia siempre debe preferirse la justicia. De tal forma que si el pueblo lo exigiera seguramente él estaría dispuesto a sacrificarse.

Pero recientemente el secretario de gobernación Adán Augusto López ha cruzado otra línea al declarar ante los diputados de Hidalgo, como parte de su gira para convencer a los congresos locales que voten a favor de la extensión hasta 2028 de la presencia del ejército en tareas de seguridad pública, que “desde luego que un militar puede participar en tareas políticas y puede tener aspiraciones políticas, incluso ser presidente de la República, pero deberá someterse a las urnas”.

Al igual que el de la reelección presidencial, este era un tema tabú de la política mexicana. Pero el planteamiento del Secretario de Gobernación no implicaría una reforma constitucional, a diferencia del tema de la reelección, porque efectivamente el artículo 82 constitucional, en su fracción III, establece que un militar puede ser candidato a la Presidencia siempre y cuando se separe del servicio activo seis meses antes del día de la elección. ¿Se trató de una simple ocurrencia del Secretario de Gobernación, que en las últimas semanas ha desarrollado una confrontación permanente con los gobernadores opositores? ¿O se trata de una posibilidad real que AMLO esté considerando?

Al mismo tiempo, AMLO y los partidos que lo apoyan han iniciado el proceso para aprobar una reforma constitucional en materia electoral. La iniciativa presidencial pretende abiertamente una reforma que le otorgue el control absoluto de la organización de las elecciones y la resolución de las controversias en torno a ellas, por medio de la transformación del INE en INEC (le añaden a la función electoral la de organizar consultas ciudadanas), la desaparición de los OPLEs y de los tribunales electorales locales. El planteamiento de que los consejeros del INEC y los magistrados del TEPJF sean electos por “el pueblo”, en realidad esconde el propósito de que el partido gobernante y sus aliados controlen ese proceso y decidan quiénes ocuparían esos importantes cargos. Por tanto, lejos de eliminar el nombramiento de esos funcionarios por cuotas de partidos, el procedimiento propuesto por la iniciativa presidencial consagraría su nombramiento por una sola fuerza.

Los temas de reducir los sueldos de los funcionarios electorales, de reducir el financiamiento a los partidos políticos y de establecer la elección de diputados y senadores por representación proporcional (en una de sus variantes menos proporcionales), son simples señuelos para lograr el eventual apoyo de algún partido opositor. Pero la forma en que el gobierno federal espera lograr la mayoría calificada para aprobar esta reforma es la extorsión simple y llana a los legisladores opositores. AMLO ya no quiere que le ocurra lo que pasó con la reforma constitucional en materia eléctrica, que no logró la mayoría calificada, por eso ahora pone en juego todas las triquiñuelas, amenazas y trampas para lograr los votos parlamentarios para alcanzar dicha mayoría. El problema es que en esa reforma se juega la sobrevivencia de la democracia en México. Si la iniciativa presidencial es aprobada, como quiere AMLO sin cambiarle una sola coma, podemos ir despidiéndonos de elecciones libres y competidas. Entraríamos a la pesadilla que Venezuela y Nicaragua ya viven desde hace algunos años.

* Académico del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa de la UAM