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Lucely Cetina: “El cáncer cervicouterino ya no debería existir en México”

Desafortunadamente hay obstáculos que impiden a muchas mujeres realizarse la prueba de Papanicolau para detectar células cancerígenas y la vacunación contra VPH se redujo drásticamente durante el confinamiento por la pandemia, añade la responsable del Programa MICAELA

entrevista

Vacunas a niñas de la Secundaria 116, Francisco Zarco, para prevenir el VPH; en la alcaldía Venustiano Carranza.

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Cuartoscuro

Mientras en Europa y Estados Unidos el cáncer cervicouterino prácticamente ha desaparecido y ya no es un problema de salud pública, en México todavía causa más de 4 mil 300 muertes al año. Esto ya no debería ocurrir si todas las niñas y adolescentes fueran vacunadas contra el Virus Papiloma Humano (VPH) y se mejorara la detección temprana de este tipo de cáncer en comunidades rurales y apartadas de los centros urbanos.

Así lo explicó a Crónica la médico especialista en oncología Lucely del Carmen Cetina Pérez, investigadora del Instituto Nacional de Cancerología (INCan) y responsable del Programa Modelo Integral de Atención al Cáncer Uterino Localmente Avanzado (MICAELA) de ese instituto.

Lucely Cetina ha dedicado más de tres décadas al estudio y tratamiento de cáncer cervicouterino en México.

Lucely Cetina ha dedicado más de tres décadas al estudio y tratamiento de cáncer cervicouterino en México.

Antimio Cruz

Desafortunadamente, entre los obstáculos para combatir el cáncer de cuello uterino hay barreras económicas, culturales y hasta religiosas, como las que impiden que muchas mujeres se realicen la prueba de Papanicolau para detectar células cancerígenas por raspado del cuello uterino. A estos problemas, que se han arrastrado a lo largo de décadas, se han sumado otras adversidades que era muy difícil prever, como el hecho de que la vacunación contra VPH en México se redujo drásticamente durante el confinamiento por la pandemia y sólo 0.5% de las niñas y adolescentes recibieron esta protección. Este freno en salud preventiva se puede reflejar en un aumento en los casos de cáncer cervicouterino, dentro de 10 o 15 años.

Nacida en la comunidad de Sabancuy, Campeche, Lucely Cetina conoce muy bien las dificultades de acceso a la salud que experimentan los habitantes de poblados pequeños. Recuerda que, desde niña, tenía el gran deseo de curar a su abuelita que paulatinamente iba perdiendo el sentido de la vista a causa de las cataratas; por eso se trasladó a estudiar la preparatoria a la ciudad de Campeche y luego la carrera de medicina a Mérida, donde ingresó a la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY).

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Imagen ilustrativa de un consultorio médico

Su vocación se reforzó y se orientó a combatir el cáncer debido a que un trágico accidente cobró la vida de su padre y ella comenzó a trabajar, desde el tercer año de la carrera, en el Centro Anticanceroso de Mérida, donde tuvo sus primeros contactos con el gran problema que representa el cáncer cervicouterino. De este modo fue como nació su deseo de estudiar la especialidad en Medicina Interna y luego en Oncología, en la Ciudad de México, en el Instituto Nacional de Cancerología, aunque antes de concluir su formación recibió un segundo golpe del destino al perder a su mamá, quien padeció un tipo de cáncer llamado Sarcoma mediastinal.

“En esos años no había con qué proveer atención a la mayoría de los pacientes con cáncer. Fue muy dura y muy difícil esa etapa; tanto en la experiencia personal como en el trabajo pues cuando me tocó trabajar en el Centro Anticanceroso de Mérida no había soluciones para los casos que detectábamos. Ahora se ha avanzado mucho en detección y atención, pero todavía hay un gran número de mujeres que llegan a detección con cánceres ya muy avanzados”, dice la experta de la Secretaría de Salud.

--¿Existe algún aspecto en el que la lucha contra el cáncer cervicouterino se haya fortalecido en México?

-- La fortaleza es que se ha trabajado más en la detección oportuna y esto ayudó a que la mortalidad por cáncer cervicouterino comenzara a bajar, poco a poco, a partir del año 2006 o 2008, aproximadamente. Cada vez son más las mujeres que saben que deben acudir a revisiones a un centro de salud una vez que han iniciado su vida sexual o a partir de los 25 años de edad. Esto ha mejorado, aunque todavía nos falta mucho.

También es una fortaleza el contar en México con una vacuna contra el Virus Papiloma Humano (VPH), que es causa principal de cáncer cervicouternino. El objetivo central de la detección temprana y la vacunación es erradicar la enfermedad, como nos ha pedido la Organización Mundial de la Salud (OMS), desde 2018.

--¿Y cuáles son las debilidades del país en esta misión?

-- La detección oportuna de este tipo de cáncer todavía tiene debilidades institucionales, culturales y sociales. En lo institucional todavía falta trabajar más en la logística: decidir cómo se aplican y a quién se aplican las pruebas de detección temprana; a dónde se mandan las muestras y cómo se entregan los resultados. Por otro lado, están los factores socioculturales pues todavía hay lugares donde no se deja a las mujeres acudir a centros de salud para que les hagan pruebas de detección. Este problema ya no debería existir, pero existe; tanto en México, como en la mayoría de los países de Latinoamérica, Asia y África.

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Por otra parte, sobre la vacunación: tenemos el problema de que la cobertura no ha sido tan amplia como nosotros esperábamos y esto ha impedido que el número de casos de cáncer cervicouterino descienda. Esto es una ironía porque contamos con una herramienta preventiva pero no la estamos entregando.

--¿En qué consiste el modelo de atención multidiscplinario a cáncer uterino localmente avanzado MICAELA, que creó el Instituto Nacional de Cancerólogía?

-- MICAELA es un programa que se gestó en poco más de seis años, con el objetivo de darle a las pacientes del INCan un tratamiento individualizado. El objetivo es que las mujeres reciban una atención integral que no se limite al trabajo oncológico sino un acompañamiento psico-oncológico para ellas y sus familiares, así como un tratamiento nutricional, porque muchas de las pacientes presentan un estado avanzado de desnutrición; y además se les da un tratamiento algológico o de manejo del dolor.

Se trata de cuidar de manera integral a las mujeres que llegan con este cáncer avanzado. Todo se hace con protocolos porque así podemos generar indicadores que nos permitan entregar pruebas y resultados de cómo está funcionando MICALEA desde que comenzó a funcionar, en el año 2018. Este es un modelo que actualmente sólo se aplica en el Instituto Nacional de Cancerología, pero estamos intentando replicarlos en otros centros de salud en México y también nos han manifestado su interés en replicarlo en Perú, Brasil y Colombia.

-- ¿Qué mensaje de aliento le transmitiría a la sociedad?

-- A las niñas y niños, que ellos tienen oportunidad de resolver muchos problemas, como el cáncer cervicouterino a través del estudio y que en México hay oportunidad de estudiar, aunque uno no sea rico, porque hay escuelas, universidades y bibliotecas gratuitas. Y a las mujeres, la esperanza de que el cáncer cervicouterino sí puede ser erradicado del país si nos preocupamos por acudir a las pruebas de detección temprana, que nos permiten atenderlo a tiempo, y también si impulsamos la vacunación contra VPH en niñas y adolescentes que no han iniciado su vida sexual. Hemos visto que en Estados Unidos y en países de Europa esta enfermedad disminuyó radicalmente desde que se comenzó a aplicar la vacuna, en 2008, y eso demuestra que sí hay una relación entre vacunación contra VPH y reducción del cáncer cervicouterino.