
El escritor Jordi Soler (1963) da una serie de entrevistas en la CDMX, con motivo de la reciente publicación de “Y uno se cree” (Alfaguara, 2025), tras lo cual presuntamente anota todo en una libreta y se replantea el punto de partida de esta historia.
“Tengo ahí unas libretas que voy rellenando de cosas… no específicamente que hoy hablé contigo y lo que dijimos, sino a lo mejor me has hecho pensar que es un libro que nace de la palabra. Esto puede parecer redundante, pero no es así. Esto lo tengo que explicar por escrito. Al rato. Para mí mismo”, comparte en conversación con Crónica.
Y es que esta narración surge de una palabra inventada: “xirimiticuaticolorodícuaro” es el nombre de un ave de plumaje esponjado que aparece en su novela “Ese príncipe que fui”.
Un día, el cantante, compositor e intérprete Joan Manuel Serrat lo llama por teléfono, para preguntarle si el pájaro es real y de un diálogo juguetón surge la iniciativa de hacer una canción juntos.
“Le dije que sí, porque soy un poco embustero y además estaba editado por una editorial importante. ‘Claro que es verdad’...pero me acorraló tanto que acabé diciéndole, ‘es un invento y no solo es un invento, sino que es un pájaro que el personaje concibe después de fumarse dos pipas enormes de marihuana. O sea, que es una alucinación, por eso el nombre es tan largo, por eso es tan raro’. Bueno, esto es lo que más nos gustó del famoso pájaro. Y a partir de ahí empezamos a trabajar”, relata el escritor.
Jordi Soler aceptó la invitación inmediatamente porque admira mucho a Serrat como cantante y escritor y le entusiasmó la idea de trabajar con él.
“Lo volvería a hacer. Trabajaría con él en lo que sea. De hecho nos quedó tan larga la canción que ahora hay que hacer la canción. Tiene que venir y hacer el milagro con su guitarra. Y el otro día vacilábamos -o a lo mejor no- que quizás lo mejor sería hacer una ópera. Ya tenemos tanto material y el pájaro es tan histriónico. Yo veo perfectamente al pájaro en un teatro”, adelanta -o no- “a ver qué nos sale”.
AMISTAD ES AMIGO
La canción y el libro se escribieron a la par. De hecho, desde la perspectiva del autor, el libro salió solo, “porque en el mismo cuaderno donde iba escribiendo los versos también anotaba lo que habíamos hablado ese día. Le contaba de cómo me había ido en el partido de tenis. Le hacía gracia que siempre perdía con una chica. En fin, un montón de cosas que yo anotaba, no porque estuviera pensando en hacer un libro que no era la idea, sino porque lo voy anotando todo, todo el tiempo”, explica.
-¿Todo el tiempo?
“Sí”.
-¿En qué momento decides que tienes material para un libro o como revisitas tus apuntes?
“Éste fue muy fácil porque la historia estaba ahí, es la historia de mi vida con Serrat”.
Para Jordi Soler, este libro cuenta la historia de amistad y de un proyecto literario colaborativo.
“Serrat es un escritor muy riguroso. Basta oír sus canciones para darte cuenta. Y yo también soy tremendamente riguroso en lo mío, me involucro mucho en los proyectos. Nunca molesto a nadie porque trabajo solo, aquí es la primera vez que trabajo con alguien”, indica.
“Hay una especie de magia en este niño que admira a Serrat cuando es niño, luego ese joven que cuando tiene una posición importante en la industria musical en México y era director de una estación intenta entrevistar a Serrat y no puede … y años después Serrat es el que me invita a mí. Esto es la cosa mágica, ese es el libro”, elabora.
Ahonda que el libro está escrito “desde todo”, es decir desde el inicio de aquella perspectiva de un niño que sentía esta admiración.
“Es un libro que estaba ya muy cantado. No lo pensaba escribir, pero le iba contando a un amigo escritor y él me dijo ‘tienes que escribir esto, sería un libro interesante’. Y tenía razón. No porque yo lo diga, sino porque lo dicen ahora los lectores”.
PROYECTO NARRATIVO MESTIZO
A lo largo de su trayectoria y producción, Jordi Soler ha abordado constantemente temas identitarios sobre la procedencia familiar de Barcelona, donde actualmente vive, y el origen propio en La Portuguesa, Veracruz, donde nació.
Su vida cotidiana transcurre en el bilingüismo y esto se transparenta en el libro, que mezcla muchos tipos de español.
“Siempre me interesa que haya palabras en español mexicano y de España, pero también en español barcelonés porque en Barcelona se habla en español amestizado con palabras en catalán. No dices acostarte en una cama sino estirarte; no dices contar, sino explicar; no dices hacer la zancadilla, sino la trabanqueta. Son palabras en catalán que han pasado ahí y yo también meto eso en mis novelas, como meto peruanismo, argentinismos, chilenismos, colombianismos y me gusta como suenan”, detalla el autor.
Asimismo, recuerda que en su novela anterior hay palabras en catalán que no tienen ni asterisco ni pie de página porque quería que formaran parte del corpus narrativo de la misma manera que cualquier otra palabra que forma parte de su vida.
Este ejercicio es particularmente evidente en Y uno se cree, “pero en todos mis libros me interesa ir dejando una especie de mapa de la persona que soy”.
“Yo creo que las lenguas definen el carácter de las sociedades. No es lo mismo relacionarte con alguien en alemán, que en inglés o en francés. O describir un paisaje. El mar Mediterráneo es distinto descrito en catalán que en español. El mar Mediterráneo que me toca a mí es en catalán. Y no es el mismo que el que le toca a los valencianos o a los malagueños”, reflexiona.
Además, observa que “uno no es el mismo cuando habla otra lengua. Yo cuando hablo en inglés tengo hasta otra voz”.
En cuanto a la intención de su propuesta o mapa identitario personal, Jordi Soler defiende que “una prosa mientras más ‘contaminada’, al igual que las personas, es más interesante”.
“La cosa ‘única’ me da un poco de vértigo. Las razas puras me parecen anormales. Tanto de perros como de personas, estas monarquías que se iban reproduciendo entre ellos es una cosa horrible, así como ser español de pura cepa o mexicano de pura cepa, ¿cuál es el chiste? si lo más interesante es el mestizaje”, expresa.
Si bien le parece que quizás es un prejuicio que viene de su propia identidad mestiza según se considera él mismo -”hijo de una española y un mexicano, quizá por eso tengo tanto interés”- le parece que esa es precisamente la esencia que “se trasfunde” a sus novelas.
“Hay críticos que lo han notado, que es un español de muchos lados. No es una lengua chilanga como la de José Agustín, ni española como la de Javier Marías. Es una mezcla de todo más estos modismos que voy vampirizando de otras lenguas”.
-¿Y lo haces de forma consciente, con intención literaria o es para ti una forma natural de expresión?
“Supongo que empezó de una manera natural, pero lo hago adrede. Es un proyecto narrativo, la contaminación de la lengua”. (1963) da una serie de entrevistas en la CDMX, con motivo de la reciente publicación de “Y uno se cree” (Alfaguara, 2025), tras lo cual presuntamente anota todo en una libreta y se replantea el punto de partida de esta historia.
“Tengo ahí unas libretas que voy rellenando de cosas… no específicamente que hoy hablé contigo y lo que dijimos, sino a lo mejor me has hecho pensar que es un libro que nace de la palabra. Esto puede parecer redundante, pero no es así. Esto lo tengo que explicar por escrito. Al rato. Para mí mismo”, comparte en conversación con Crónica.
Y es que esta narración surge de una palabra inventada: “xirimiticuaticolorodícuaro” es el nombre de un ave de plumaje esponjado que aparece en su novela “Ese príncipe que fui”.
Un día, el cantante, compositor e intérprete Joan Manuel Serrat lo llama por teléfono, para preguntarle si el pájaro es real y de un diálogo juguetón surge la iniciativa de hacer una canción juntos.
“Le dije que sí, porque soy un poco embustero y además estaba editado por una editorial importante. ‘Claro que es verdad’...pero me acorraló tanto que acabé diciéndole, ‘es un invento y no solo es un invento, sino que es un pájaro que el personaje concibe después de fumarse dos pipas enormes de marihuana. O sea, que es una alucinación, por eso el nombre es tan largo, por eso es tan raro’. Bueno, esto es lo que más nos gustó del famoso pájaro. Y a partir de ahí empezamos a trabajar”, relata el escritor.
Jordi Soler aceptó la invitación inmediatamente porque admira mucho a Serrat como cantante y escritor y le entusiasmó la idea de trabajar con él.
“Lo volvería a hacer. Trabajaría con él en lo que sea. De hecho nos quedó tan larga la canción que ahora hay que hacer la canción. Tiene que venir y hacer el milagro con su guitarra. Y el otro día vacilábamos -o a lo mejor no- que quizás lo mejor sería hacer una ópera. Ya tenemos tanto material y el pájaro es tan histriónico. Yo veo perfectamente al pájaro en un teatro”, adelanta -o no- “a ver qué nos sale”.
AMISTAD ES AMIGO
La canción y el libro se escribieron a la par. De hecho, desde la perspectiva del autor, el libro salió solo, “porque en el mismo cuaderno donde iba escribiendo los versos también anotaba lo que habíamos hablado ese día. Le contaba de cómo me había ido en el partido de tenis. Le hacía gracia que siempre perdía con una chica. En fin, un montón de cosas que yo anotaba, no porque estuviera pensando en hacer un libro que no era la idea, sino porque lo voy anotando todo, todo el tiempo”, explica.
-¿Todo el tiempo?
“Sí”.
-¿En qué momento decides que tienes material para un libro o como revisitas tus apuntes?
“Éste fue muy fácil porque la historia estaba ahí, es la historia de mi vida con Serrat”.
Para Jordi Soler, este libro cuenta la historia de amistad y de un proyecto literario colaborativo.
“Serrat es un escritor muy riguroso. Basta oír sus canciones para darte cuenta. Y yo también soy tremendamente riguroso en lo mío, me involucro mucho en los proyectos. Nunca molesto a nadie porque trabajo solo, aquí es la primera vez que trabajo con alguien”, indica.
“Hay una especie de magia en este niño que admira a Serrat cuando es niño, luego ese joven que cuando tiene una posición importante en la industria musical en México y era director de una estación intenta entrevistar a Serrat y no puede … y años después Serrat es el que me invita a mí. Esto es la cosa mágica, ese es el libro”, elabora.
Ahonda que el libro está escrito “desde todo”, es decir desde el inicio de aquella perspectiva de un niño que sentía esta admiración.
“Es un libro que estaba ya muy cantado. No lo pensaba escribir, pero le iba contando a un amigo escritor y él me dijo ‘tienes que escribir esto, sería un libro interesante’. Y tenía razón. No porque yo lo diga, sino porque lo dicen ahora los lectores”.
PROYECTO NARRATIVO MESTIZO
A lo largo de su trayectoria y producción, Jordi Soler ha abordado constantemente temas identitarios sobre la procedencia familiar de Barcelona, donde actualmente vive, y el origen propio en La Portuguesa, Veracruz, donde nació.
Su vida cotidiana transcurre en el bilingüismo y esto se transparenta en el libro, que mezcla muchos tipos de español.
“Siempre me interesa que haya palabras en español mexicano y de España, pero también en español barcelonés porque en Barcelona se habla en español amestizado con palabras en catalán. No dices acostarte en una cama sino estirarte; no dices contar, sino explicar; no dices hacer la zancadilla, sino la trabanqueta. Son palabras en catalán que han pasado ahí y yo también meto eso en mis novelas, como meto peruanismo, argentinismos, chilenismos, colombianismos y me gusta como suenan”, detalla el autor.
Asimismo, recuerda que en su novela anterior hay palabras en catalán que no tienen ni asterisco ni pie de página porque quería que formaran parte del corpus narrativo de la misma manera que cualquier otra palabra que forma parte de su vida.
Este ejercicio es particularmente evidente en Y uno se cree, “pero en todos mis libros me interesa ir dejando una especie de mapa de la persona que soy”.
“Yo creo que las lenguas definen el carácter de las sociedades. No es lo mismo relacionarte con alguien en alemán, que en inglés o en francés. O describir un paisaje. El mar Mediterráneo es distinto descrito en catalán que en español. El mar Mediterráneo que me toca a mí es en catalán. Y no es el mismo que el que le toca a los valencianos o a los malagueños”, reflexiona.
Además, observa que “uno no es el mismo cuando habla otra lengua. Yo cuando hablo en inglés tengo hasta otra voz”.
En cuanto a la intención de su propuesta o mapa identitario personal, Jordi Soler defiende que “una prosa mientras más ‘contaminada’, al igual que las personas, es más interesante”.
“La cosa ‘única’ me da un poco de vértigo. Las razas puras me parecen anormales. Tanto de perros como de personas, estas monarquías que se iban reproduciendo entre ellos es una cosa horrible, así como ser español de pura cepa o mexicano de pura cepa, ¿cuál es el chiste? si lo más interesante es el mestizaje”, expresa.
Si bien le parece que quizás es un prejuicio que viene de su propia identidad mestiza según se considera él mismo -”hijo de una española y un mexicano, quizá por eso tengo tanto interés”- le parece que esa es precisamente la esencia que “se trasfunde” a sus novelas.
“Hay críticos que lo han notado, que es un español de muchos lados. No es una lengua chilanga como la de José Agustín, ni española como la de Javier Marías. Es una mezcla de todo más estos modismos que voy vampirizando de otras lenguas”.
-¿Y lo haces de forma consciente, con intención literaria o es para ti una forma natural de expresión?
“Supongo que empezó de una manera natural, pero lo hago adrede. Es un proyecto narrativo, la contaminación de la lengua”.