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El personaje principal de la ópera es sin duda la música. Esa maravillosa música que le escribió Verdi con tan sólo 38 años de edad

Rigoletto en Bellas Artes

Ópera. Una escena de "Rigoleto". (YouTube)

Asistimos al ensayo pre general y a las dos primeras funciones de la ópera Rigoletto, compuesta en 1851 por Giuseppe Verdi, (1813 – 1901) y se presentó como parte de la programación para este año 2025, de la Ópera de Bellas Artes. Y nos gustó mucho, nos conmovió… bueno, no todo; la puesta en escena no, ya hablaremos de ello más adelante.

Para empezar la obra en sí es magnífica, está basada en el drama en verso de Victor Hugo “El Rey se divierte” que en su época fue prohibido por las autoridades parisinas después de solo una representación. Francesco María Piave, el libretista de Verdi adaptó la obra para la ópera; y ni él, ni Verdí pudieron evitar ser víctimas de la censura, y les obligaron a transformar al rey en sólo un duque, y algunos otros cambios menores.

El personaje principal de la ópera es sin duda la música. Esa maravillosa música que le escribió Verdi con tan sólo 38 años de edad, y que está llena de momentos inolvidables, que hoy a casi 200 años de su estreno, no han perdido vigencia. ¿Quién no ha escuchado y taradeado, por ejemplo, “La Donna é mobile” la canzonetta que interpreta el Duque de Mantua en el cuarto acto?

Se cuenta al respecto que todavía no se estrenaba la obra y ya la gente en las callas iba tarareando “La Donna é mobile”. Esto porque el personal que trabajaba en el escenario durante los ensayos, la tarareaban en la calle y de ahí, la aprendieron otras personas. ¡Tal es el poder de seducción de esta maravillosa música!

Casi todo el elenco de hace unos días, estuvo formado por muy destacados y jóvenes cantantes mexicanos quienes ya han demostrado su valía en los más exigentes teatros de ópera del mundo.

Alfredo Daza, que ha trabajado las últimas décadas como primer barítono de la ópera de Berlín, encarnó a Rigoletto, el deforme y retorcido bufón de la corte del duque, quien se dedica principalmente a ridiculizar a todo mundo para hacer reír a los demás. Daza nos comentó que apenas el año pasado debutó este personaje, cuando ya se sintió vocal y actoralmente maduro. Y sí, el personaje lo borda con una madurez impresionante; su canto lleno de matices belcantistas: diminuendos, crescendos, pianísimos, fortes etc… que hacen la delicia del público y demuestran la gran variedad de recursos canoros que Daza maneja con gran habilidad; además emoción, sentimiento y una actuación virtuosa, muy convincente, plena de verdad escénica.

El Duque de Mantua estuvo interpretado por Arturo Chacón, joven tenor mexicano que ya ha cantado este rol más de cien veces, a decir de él mismo. Y lo hace de una manera impresionante, difícilmente pudiera estar mejor cantado, y la actuación también muy relevante, tanto así que el público le pidió -mediante un aplauso interminable- que repitiera “La Donna é Mobile”. Comenta Chacón: Es por mucho, el personaje más difícil que he interpretado, diez veces más difícil que cualquier otro, por lo que Pavarotti decía: No dejes de cantar nunca el Duque de Mantua, porque el que canta el Duque, puede cantar todo.

Completó el trío de protagonistas la soprano Leticia de Altamirano, a quien habíamos visto ya, hace diez años en el debut de este personaje, y obviamente lo hace mucho mejor ahora, su voz clara y limpia está como “mandada a hacer” para este personaje. Su vocalidad llena fácilmente todo el teatro; el timbre clarísimo lució formidable: afinación precisa e irreprochable. Y en lo referente a la actuación cien por ciento convincente, vimos a una Gilda ingenua, enamorada, joven e inocente pero que madura, hasta decidir inmolarse para salvar a su amado, aunque infiel amante.

Guadalupe Paz, mezzosoprano interpretó brillantemente el papel de Maddalena, sin excesos actorales ni de voz, cantando como la belcantista que es: timbre oscuro y con el suficiente volumen para hacerse oír. Lenguaje corporal justo: bella, seductora, juvenil; muy convincente.

El bajo español que interpreto al Sparafucile, José Antonio García fue el pelo en la sopa: bien actoralmente, pero en lo vocal, no recuerdo haber oído nunca un más lamentable desempeño en ese personaje.

La dirección orquestal, bien en general, sin ningún rasgo de genialidad; el coro se le adelantaba casi un tiempo en el Zitti, Zitti.

La dirección escénica de Enrique Singer: muy recargada, movida temporalmente a los años sesenta, dizque en México, llena de barroquismos que creaban ruido escénico, una docena de bailarinas que ensuciaban y hasta estorbaban la escena, escenografía horrible e inadecuada. Lo que sí me pareció bellísimo fueron las “sombras chinescas” sobre un ciclorama blanco que relataban el apuñalamiento de Gilda, eso acompañado por la dramática música correspondiente, resultó un gran acierto.

Por cierto, hay que mencionar lo que constituyó en su época una innovación musical del propio Verdi: el coro masculino fuera del escenario, y a boca cerrada, que murmurando simulan la tormenta con su viento, rayos y relámpagos. Un detalle Genial.

El tenor de la segunda función fue Leonardo Sanchez, más que una promesa una grata y emocionante realidad. Su interpretación de el duque, fue de lo más correcta y cumplidora, fue emotiva, llena de arrojo y juventud. Puede mejorar muchos detalles y cada día irá mejor, actoral y vocalmente.

Hildelisa Hangis muy elegante y bella como la Condesa Ceprano correcta en su canto en un papel que no le permite mayor lucimiento.

Muy impetuosos y empoderados los bajos Oscar Velázquez y Marcos Martínez, este último hubiera cantado mejor el Sparafucile.

Bueno, así las cosas.

Enhorabuena a la Ópera de Bellas Artes.

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