Cultura

El Colegio Nacional ofreció el concierto Tiempo insular, con piezas de autores mexicanos y latinoamericanos, interpretadas por el pianista Diego Sánchez-Villa

Desafortunadamente “México mira poco hacía Latinoamérica” a la hora de programar música de concierto, lamentó la compositora Gabriela Ortiz

Música. La compositora Gabriela Ortiz, miembro de El Colegio Nacional. (Conal)

Desafortunadamente “México mira poco hacía Latinoamérica” a la hora de programar música de concierto, lamentó la compositora Gabriela Ortiz, miembro de El Colegio Nacional. Esa práctica, sin embargo, se rompió en el Aula Mayor de la institución con el recital Tiempo insular, que incluyo un conjunto de piezas creadas por compositores jóvenes de México y del hemisferio sur.

“Yo creo que tenemos una gran responsabilidad de dar a conocer y de difundir lo que pasa en Latinoamérica. La verdad es que México mira hacia Europa, o en todo caso, hacia Estados Unidos, pero no miramos hacia abajo, hacia Latinoamérica”, señaló la colegiada, quien coordinó el concierto a cargo del pianista Diego Sánchez-Villa.

También compositor, Diego Sánchez-Villa, señaló la colegiada, “encontró su pasión por la música desde temprana edad. Estudió piano en la Facultad de Música de la UNAM con grandes maestros, como Erik Cortés, Graciela Acosta y Edith Ruiz. También se sumergió en la composición con figuras destacadas como Julio Estrada, Mario Stern y Raúl Dávila. Como solista se ha presentado en la Orquesta Sinfónica Estanislao Mejía y en el Ensamble de Música Nueva de la Facultad de Música de la UNAM”.

Su interés por la música latinoamericana, agregó, “lo ha llevado a colaborar estrechamente con los compositores más destacados de su generación. Es conocido como uno de los jóvenes pianistas más activos en la promoción de nuevas obras para piano, creando proyectos y cautivando audiencias en México, Colombia, España, Francia y Austria”.

Una vez realizada la presentación, Sánchez-Villa coincidió con la colegiada: “Debería ser algo más normal el hecho de que en la Facultad de Música o en las academias de música se pudiera tocar la música de nuestros propios compositores, pero normalmente en la academia nos enseñan todo el repertorio canónico del piano, pero nunca ahondamos en ese rubro de la música de nuestros compositores”.

“Vemos muy escaso pequeñas obras del siglo XX. Creo que mi interés fue algo mucho más nato y, sobre todo, una necesidad creativa propia desde mi pianismo. Como compositor, siempre me gustaba ver las obras desde otra perspectiva, sean canónicas, como Beethoven o Mozart, siempre me gustaba decir: ‘¿Y si cambio esto y si hago esto otro?’, y la mente, el imaginario, creo que fue lo que me llevó a indagar en estas otras músicas que estaban tocándose en todo el mundo”.

De esta manera, el concierto Tiempo insular incluyó el estreno mundial de “Epílogos del presente” (2025) del compositor mexicano Eduardo Rivas (1995); “Murmuraciones” (2023) del también mexicano Guillermo Cuéllar (1987); la pieza “Ausencia” (2024) de la creadora cubana Paula Piñeiro (2000); “Un lado, otro lado” (1984) de la argentina uruguaya Graciela Paraskevaidis (1940–2017); “Solipsismo” (2018) del mexicano Erick Tapia (1991) y el estreno nacional de la “Sonata V” en 10 secciones (1986) de la rusa Galina Utsvólskaya (1919-2007).

Adentrarse en el mundo de la composición contemporánea, agregó el pianista, fue “una cosa muy adictiva” que, además, “me permitió conocerlos de manera muy íntima, de manera personal y que ahora son, además de colegas, grandes amigos. A través de esa conexión puedo entrar en su mundo y a través de su mundo también me conozco a mí mismo”.La voz de los compositores

Antes de dar la voz a los compositores, Gabriela Ortiz recordó que la relación entre compositor e intérprete resulta fundamental. “Nosotros dependemos de los intérpretes, de otra manera nuestra música no existe. Nosotros escribimos para que un intérprete le dé vida a nuestro trabajo y, después, por supuesto, la música necesita de este interlocutor que es el que escucha. Si estas tres cosas no están, el acto de crear y de transmitir no se completa”.

Gabriel Rivas, autor de “Epílogos del presente”, habló de la necesidad de repensar los espacios que programan música contemporánea en México: “yo diría particularmente que una de las urgencias más grandes que existe es la descentralización. Yo mismo, como un compositor radicado en Mérida, que, aunque ha tenido la oportunidad de presentarme en foros de distintas partes del país, noto que existe una brecha muy grande en cuanto a la forma en la que llegan los contenidos, la cultura, incluso hasta la educación”.

Respecto a su pieza, dijo, la idea “fue abordar la problemática compositiva desde la organología. Siempre creo que los lugares más usuales tienen que ver con analizar clases de tonos, contenidos de tonos, o bien, analizar la obra o atacar la obra compositivamente desde un lugar tímbrico. A mí me interesa hacerlo desde un espacio en el cual pensé el piano como una especie de mecanismo de 88 teclas, como un cuerpo en un sentido espinociano”.

Guillermo Cuéllar, pianista de formación y autor de “Murmuraciones”, recordó que su pieza resultó ganadora de un concurso de composición donde también ganó Diego Sánchez-Villa. Se trata de una obra en tres movimientos que remite a “un sonido grave producido por el aleteo de miles de aves llamados estorninos”. Las parvadas de estos pájaros, en particular, crean imágenes y figuras muy interesantes en el cielo que solamente se notan con los estorninos”.

Comentó que “su aleteo genera, al mismo tiempo, esta configuración que es tan perfecta y genera una frecuencia grave que solo se alcanza a escuchar en video. Incluso se puede escuchar si los podemos ver en vivo. Entonces, la obra nace desde una perspectiva visual y auditiva; yo quería transmitir, desde un principio, la perspectiva de que estaba observando. Realmente lo que yo quiero es que el intérprete logre estar observando todas las configuraciones del aleteo de las aves”, explicó.

Sobre la obra “Ausencia”, de la cubana Paula Piñeiro, Sánchez-Villa señaló que la pieza fue elaborada para un documental que se grabó en las costas de Cuba: “habla del mar, habla de las campanas, habla de la pérdida de algún familiar y de qué pasa con aquello que hemos perdido y dónde nos encontramos nosotros, eso está rodeado a través de toda esta obra y a mí me encantó poder escuchar justamente estas alusiones al mar”.

El contacto con la compositora Piñeiro sucedió a raíz de la creación de la editorial Sur, cuyo objetivo es publicar partituras de creadores contemporáneos latinoamericanos. “La editorial acaba de tener una temporada de presentaciones y ella fue una de las que se editaron. Es una pieza que a mí me tocó interpretar durante las jornadas de presentación de la editorial. Es una compositora muy muy interesante, sobre todo por esta cuestión poética”.

“Solipsismo” de Erick Tapia fue estrenada por Sánchez-Villa hace cinco años y fue compuesta cuando el creador realizaba el curso propedéutico de la Facultad de Música. Sobre ella, dijo su creador, trata de establecer un diálogo entre la disonancia y la consonancia. “Trata de cómo van y vienen y tienen una relación la disonancia y la consonancia, como no están, para mí, peleadas en mi lenguaje”.

Dijo que es “como verle lo bello a los dos tipos de armonías, por decirlo así: disonancias, consonancias. También está la cuestión de la improvisación. En ese entonces estaba explorando la improvisación, entonces, mi pieza es como una introspección propia de mi obra”, explicó.