
La exposición “Centinelas y burbujas: un santuario infonauta” de la joven artista Melissa Flaum ha tenido una buena recepción en el Museo Universitario del Chopo.
“Es muy llamativa, desde lejos inclusive, por los elementos holográficos y lumínicos invita naturalmente a acercarse y la cereza del pastel es cuando la gente descubre que puede interactuar con una pieza desde su celular. A la gente le gusta poder interactuar, quedan sorprendidos”, considera la autora de instalaciones de circuitos, cables y vitrales que se pueden visitar gratuitamente en el Museo Universitario del Chopo hasta el 28 de septiembre.
“Yo estoy de acuerdo en que nos relacionamos de una manera espiritual con las tecnologías de datos”, opina la artista.
Para llegar a esta reflexión, Melissa Flaum ha pasado alrededor de 7 años trabajando con medios digitales, a la par de cuestionar y buscar una fe personal.
Por un lado, le parece que existe una dualidad escindida entre el arte contemporáneo y arte digital y, por otro, encuentra algo esotérico en la relación con la digitalidad.
“Empecé a buscar la manera de hacer piezas tangibles, pero abordando los temas de la digitalidad. A la par llevaba un proceso personal de cuestionar mi fe, tenía claro que ninguna religión institucionalizada me representaba, entonces empecé a buscar en dónde radicar mi fe y me di cuenta que eran en en actos muy cotidianos, o sea, tanto tenía fe como como las decisiones que tomaba o inclusive en mí”, relata.
Al darse cuenta de que también confiaba y tenía esperanza en cosas muy sencillas como mandar un mail, almacenar archivos en alguna nube digital o mantener comunicación con sus conocidos y seres queridos por medio de plataformas de redes sociales, sin cuestionarse realmente cómo funcionan, se le reveló que la tecnología de datos satisfacía una necesidad ontológica de fe en ella.
“Me topé con teóricos y artistas que ya han abordado estas temáticas y me di cuenta que no estaba sólo en mi cabeza, es colectivo”, comparte.
Resume que en los orígenes y usos del internet caben tanto lo bélico como la construcción colectiva y resalta la importancia de recordar que las herramientas tecnológicas, como cualquier otra, dependen del uso que les damos.
“La humanidad le tiene respeto y hasta cierto miedo a las tecnologías que van considerando nuevas, pero son herramientas. la carga ya sea positiva o negativa se las damos los seres humanos”, indica.
En ese sentido, considera urgente entender cómo funcionan y cómo nos vinculamos con ellas, “para entonces tomar una posición o tener una noción de qué sí y qué no hacer dentro de la internet, sin tener que fatalizar o endiosarla. Mi postura es ser conscientes de cómo usamos las herramientas”.

SANTUARIO INFONAUTA
Se trata de la segunda intervención del año en El gabinete, plataforma para artistas emergentes y proyectos experimentales del Museo del Chopo.
Bajo la curaduría de Karol Wolley, la breve muestra pretende mostrar algunas maneras en que la tecnología, más allá del maniqueísmo del bien y el mal, es una herramienta que hechiza y apantalla.
Todas las piezas giran en torno al silicio como componente material, “porque la tecnología de los datos tiene sus bases en el silicio -que por eso se llama Silicon Valley- es un mineral, un cuarzo que está en la naturaleza, que es superabundante y le da mucha velocidad a las conexiones o a la transmisión de datos”, detalla la artista.
“Me interesaba utilizar este material tan importante para las tecnologías de datos en mis piezas. También la luz es una manera perceptual de ver la energía, que era algo que me interesaba”, agrega.
Código binario, vidrio corroído con ácido, plomo y estaño que se encuentran en tarjetas de circuitos, así como luces neón y un servidor con estética gamer al que pueden conectarse los espectadores, son los elementos que construyen la intervención. Incluso hay agua para aludir a una de las conversaciones actuales.
“Hay miedo al uso de las inteligencias artificiales por el tema del agua y a pesar de que es un tema de interés por la crisis ecológica que vivimos, no se explica bien cómo funciona. No es que cada que alguien utiliza una inteligencia se gaste agua a lo loco, sino que los enfriadores que mantienen estos servidores se activan y se desactivan”, ahonda la artista.
“Por el movimiento y el calor que generan pues hay cierta evaporación, entonces estamos hablando de enfriamiento líquido y lo podemos encontrar a pequeña escala en los CPU gamers, que actualmente mucha gente tiene en sus casas o en sus oficinas porque son superpotentes”, continúa.
En el piso también hay una instalación de lámparas en forma de cuarzo, por aquello del silicio, pantallas y basura tecnológica.
Conexión todopoderosa (2024), Rogamos por que toda respuesta esté a un código de distancia (2024), son nombres de algunas obras que integran la propuesta.
“Pensamos que navegamos libremente a través de este territorio informático, sin embargo, los firewalls —centinelas— y los filtros burbujas habitan entre los cables regulando el flujo de información bajo algoritmos personalizados”, describe el texto curatorial.
El recuento es que desde la biblioteca de Alejandría, hasta llegar a la web como hoy la conocemos, la humanidad ha pretendido recopilar y almacenar toda la información del mundo.
Sin embargo, “los ideales hippies que moldearon la primera Internet en los 80 y 90” no parecen regir de manera sostenible la relación con la tecnología hoy en día.
“Así, el santuario de Melissa Flaum interroga el consumo de información actual y la supuesta democracia de Internet. Día a día los algoritmos burbuja operan como filtros de contenido y aparentemente promueven que lxs usuarixs consuman aquello basado en sus deseos, intereses y tolerancias; pero finalmente, esto se convierte en la implantación de un pensamiento único por lo que ¿dónde queda la supuesta diversidad del conocimiento?”, apunta la curadora Karol Wolley Reyes.
Entre las actividades que acompañan esta muestra sobresale la del pasado jueves 22 de mayo, “Live coding. Protocol_ceremonial.live”, a cargo de la misma artista: el código se transforma en imágenes y sonidos.
De esta manera, la artista crea una atmósfera de liturgia digital, ya que sostiene que existe una relación profunda, espiritual y devocional con Internet y las tecnologías de la información.
“En un futuro habrá más actividades, sólo que aún no las terminamos de confirmar”, adelanta Melissa Flaum.

¿QUIÉN ES LA ARTISTA?
Melissa Flaum (1995) es originaria y habitante de la Ciudad de México. Previamente, cursó la Licenciatura en Artes Visuales en la Facultad de Artes y Diseño (FAD), de la UNAM, donde participó en el Seminario de Live Cinema con especialización en arte digital y videomapping desde 2017. En 2020 ingresó a la Licenciatura en Artes Visuales en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda” del INBAL, para consolidar su formación artística.
Su obra ha sido presentada en diversos festivales y recintos como Foro Indie Rocks, Foro Wateke, ¡Festival Hello World!, Sonografx GIIP ImagoPostAural, Centro Cultural El Rule, Faro Cosmos, Faro Aragón, Galería RAB 63 y Aguafuerte Galería.
También ha colaborado en proyectos de cultura comunitaria de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México, lo que amplió el impacto de su obra.
Por otro lado, ha participado en varias exposiciones colectivas y presentó su primera exposición individual Divinum Nexus, en Galería Red de Arte Mexicana, 2024.
“Centinelas y burbujas: un santuario infonauta” es su segunda exposición individual, por lo que se expresa feliz y motivada.
“Cada que termino el montaje de una expo, ya tengo los cimientos para empezar la siguiente. Ha sido un muchísimo trabajo, de años -porque esta investigación la llevo desde hace varios años- entonces haber materializado estas piezas fue satisfactorio y ojalá todo siga así”.
Para más información sobre Melissa Flaum puedes seguirla en redes sociales @melflaum
El horario para visitar su intervención en el Museo Universitario del Chopo es de miércoles a domingo de 11:30am a 6pm.