
Hace quince años, México perdió a uno de sus más lúcidos observadores. El 19 de junio de 2010, Carlos Monsiváis falleció a los 72 años a causa de una complicación respiratoria derivada de una fibrosis pulmonar. Llevaba semanas hospitalizado en el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán. Su salud ya era delicada, pero su lucidez seguía intacta hasta los últimos momentos.
Monsiváis fue más que un escritor. Fue un crítico social, cronista implacable, amante del cine, defensor de los derechos humanos y figura clave en la cultura popular mexicana. Nacido en 1938 en la Ciudad de México, creció entre libros y discursos, lo que lo llevó a convertirse en una voz imprescindible para entender el siglo XX mexicano.
Sus textos mezclaban el lenguaje culto con referencias a la cultura de masas: lo mismo hablaba de Sor Juana que de Juan Gabriel. Con ironía, lucidez y una prosa afilada, retrataba la vida cotidiana, las tensiones sociales y las contradicciones del país.

Libros que marcaron época en su trayectoria
Entre sus obras más reconocidas se encuentran:
“Los rituales del caos” (1995):
Publicado en 1995, Los rituales del caos es uno de esos libros que te hacen mirar la ciudad —y a ti mismo— con otros ojos. Carlos Monsiváis, con su característico humor ácido y mirada filosa, se mete de lleno en el México de finales del siglo XX para retratar sus contradicciones, su ruido, su cultura pop y su desigualdad.
Este libro no tiene una sola historia: es un mosaico. Una colección de crónicas, ensayos y observaciones donde el autor explora desde manifestaciones políticas hasta telenovelas, conciertos masivos, marchas, misas multitudinarias y la vida cotidiana en la calle. Todo cabe en este caos perfectamente ordenado por su pluma.
“Aires de familia” (2000):
Con Aires de familia. Cultura y sociedad en América Latina (2000), Carlos Monsiváis se lanza a una de sus aventuras más ambiciosas: explicar por qué la cultura popular importa tanto en nuestra forma de ser, pensar y vivir en América Latina. Y como siempre, lo hace con su sello inconfundible: agudo, irónico, culto y profundamente divertido.
Este libro es un ensayo largo, pero para nada aburrido. Monsiváis reflexiona sobre cómo las sociedades latinoamericanas construyen su identidad a través de los íconos, los rituales, los mitos, el cine, la música, la televisión y hasta las caricaturas. Todo lo que solemos ver como “chafa” o “ligero”, él lo eleva con inteligencia y sin pedantería.

“Escenas de pudor y liviandad” (1988):
Publicado en 1988, Escenas de pudor y liviandad es uno de los libros más valientes y provocadores de Carlos Monsiváis. Aquí deja de lado (un poco) el caos urbano y se mete de lleno en la historia de la sexualidad en México, con todo y sus prejuicios, silencios, contradicciones y censuras.
No es un texto académico, pero sí muy documentado. Monsiváis recorre —con su ya clásica mezcla de ironía, cultura pop y mirada crítica— cómo ha evolucionado la vida sexual, el pudor público y la noción de lo “moral” en una sociedad marcada por la represión, el machismo y la doble moral. Desde el Porfiriato hasta los años 80, pasando por la llegada del cine de ficheras, la cultura gay, los escándalos políticos y la irrupción del VIH.
Lo mejor es que no juzga, ni sermonea. Monsiváis observa, conecta ideas y deja que el lector se cuestione.
“Días de guardar” (1971):
Publicado en 1971, Días de guardar es el libro con el que Carlos Monsiváis se consagró como el gran cronista de la vida mexicana moderna. Aquí no solo empieza a definir su estilo —crítico, irónico, culto y profundamente urbano—, sino también a construir su propia cartografía del México del siglo XX.
No esperes una novela ni un ensayo lineal. Este libro es un collage de crónicas, reflexiones y apuntes sociales que retratan con lucidez los cambios que vivía el país en esa época: la cultura de masas, la política pos-68, el auge del cine mexicano, la vida cotidiana en la capital, la religiosidad popular, y las primeras expresiones de una contracultura.
“Amor perdido” (1977):
Publicado en 1977, Amor perdido es uno de los libros más entrañables y nostálgicos de Carlos Monsiváis. En estas páginas, el cronista se sumerge en la cultura popular mexicana del siglo XX, no para burlarse ni para romantizarla, sino para entenderla como una expresión auténtica del alma colectiva.
El título viene, por supuesto, del bolero inmortalizado por María Luisa Landín, y desde ahí el tono está claro: este es un homenaje melancólico a las canciones, las películas, los ídolos y los símbolos que marcaron a generaciones enteras. Pedro Infante, Tin Tan, las radionovelas, las vedettes, los concursos de belleza y hasta los cómics aparecen aquí, no como simples entretenciones, sino como piezas clave de nuestra identidad.
Datos curiosos del cronista que lo sabía todo
- Amaba los gatos. Llegó a tener más de una docena en su casa, a quienes llamaba por nombres literarios.
- Fue un coleccionista obsesivo, especialmente de grabados, documentos históricos y cultura pop. Gran parte de su colección forma parte hoy del Museo del Estanquillo, fundado por él.
- Era fan declarado de figuras tan dispares como Pedro Infante, Tin Tan, Oscar Wilde y Elvis Presley.
- Se asumía como agnóstico, de izquierda y escéptico, pero profundamente comprometido con las luchas sociales.
- Apoyó abiertamente el movimiento LGBTIQ+ desde los años 70, cuando pocos lo hacían.
Monsiváis sigue más vigente que nunca, toda vez que se nombra, se recuerda o se abre un libro de su autoría. Sus libros se reeditan, sus frases se citan, y su voz crítica continúa inspirando a nuevas generaciones de periodistas, cronistas y lectores. Porque nadie como él para mirar a México desde el margen y escribirlo con humor, dolor y amor profundo.