
Para el director de orquesta Miguel Salmón del Real, de Beethoven a The Beatles, de Gustav Holst a Star Wars la música occidental se ha compuesto en semitonos, es decir, en la distancia musical más pequeña. Pero en 1922, Julián Carrillo (San Luis Potosí, 1875-Ciudad de México, 1965) propuso revolucionar este sistema con una forma de composición basada en fracciones de tono aún menores: el Sonido 13.
En ese año, el Sonido 13 era todavía una inquietud, una teoría y un experimento que Carrillo inició a finales del siglo XIX, mientras tocaba el violín. En un esfuerzo por expandir las posibilidades del sonido, utilizó la parte roma de una navaja para dividir el intervalo de un tono, logrando así llegar a los dieciseisavos de tono.
Fue hasta 1925 cuando su propuesta musical se materializó y el mundo conoció el Sonido 13, que se estrenó en el desaparecido Teatro Principal de la Ciudad de México. Aquella pieza que sacudió los fundamentos de la música occidental volverá a escucharse el próximo miércoles 13 de agosto, a las 18 h, en El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX).
“El Sonido 13 es un símbolo. ¿Por qué 13 y no 18? Porque 12 son los sonidos de la música occidental. El 13, simbólicamente, rompe el ciclo de esos doce sonidos”, explica Salmón del Real, quien dirigirá al Ensamble Liminar en la interpretación de Preludio a Colón, obra compuesta por Carrillo con su sistema microtonal.
La conferencia-concierto, coordinada por la compositora y miembro de El Colegio Nacional Gabriela Ortiz, conmemorará el centenario del estreno del Sonido 13 con el programa titulado ‘13 ideas desconocidas del creador del Sonido 13. Cien años del primer concierto en dieciseisavos de tono’.
Nueva música, nuevos instrumentos
Para componer con su sistema, Carrillo tuvo que crear sus propios instrumentos, pues los existentes estaban diseñados para los 12 semitonos de la música occidental. Uno de ellos, fabricado junto con sus alumnos, estará presente en El Colegio Nacional: el arpa cítara o arpa de Carrillo.
“Nuestro estándar occidental es meter [en el arpa] 96 divisiones. [Carrillo] necesitaba una extensión de un metro con diez centímetros para colocar 96 cuerdas. El arpa parece una cítara o un salterio con cuerdas de metal. Carrillo construyó este instrumento, entre otros, como la guitarra microtonal, que se usa en el Ensamble Colón, la flauta microtonal y los pianos metamorfoseadores”, detalla Salmón del Real.
Además de sus inventos, Carrillo unió arte y ciencia, ya que, según el también compositor, musicólogo e investigador, en un laboratorio de la Universidad de Nueva York carrillo rectificó la clásica ley del nodo.
“El nodo, ese punto donde se divide una cuerda, siempre lo consideramos cero; en realidad, tiene un valor que habíamos ignorado. A nivel teórico, en todos los conservatorios nos han enseñado mal. A raíz de este hallazgo se buscó su nominación al Premio Nobel, aunque no se concretó”, afirma.
A pesar de sus aportes técnicos y teóricos, y de que su obra puede interesar tanto a matemáticos, físicos o médicos, Carrillo sigue siendo poco conocido. De sus 200 composiciones, solo el 13% —número simbólico en la vida de Carrillo— ha sido editado. “Algunos conservamos sus escritos porque nos acercamos a su familia hace 30 años”, añade Salmón del Real.
En un ejercicio de divulgación, Ortiz y Salmón participarán en la mesa 13 ideas desconocidas del creador del Sonido 13. Cien años del primer concierto en dieciseisavos de tono.
“Vamos a hablar de esas ideas desconocidas. Haré, en 13 puntos, una síntesis de sus 20 libros. Será como decirles: ‘Esto es lo que tienen que saber’. También escucharemos su audio 13, a través de la primera obra grabada con el Sonido 13. ¿Para qué hacemos esto? ¿Para qué revisamos la música de un muerto? Para hacer memoria. Un país que no tiene memoria desaparece. La difusión es importante; hay que echarle ganas. Taylor Swift no lo necesita”, concluye Salmón del Real.