Cultura

Charla con Dara Cabushtak sobre la autopublicación, las editoriales y las historias incómodas que hay que contar

La narrativa “juvenil” como reflejo de la cultura de violencia

En entrevista exclusiva con La Crónica de Hoy, la joven escritora Dara Cabushtack (autora de “El aroma a lavanda” y “El inestable mundo de Alroy”) abordó su relación la escritura independiente y acompañada por una casa editorial enorme como lo es Penguin Random House y los retos que involucran, además de señalar el estigma que existe tras haber salido de la plataforma Wattpad.

Dara Cabushtak (Toma de pantalla)

Por años, Dara Cabushtak escribió en silencio. Cuadernos llenos de historias que no mostraba a nadie eran su refugio. Todo cambió, cuando una amiga de la infancia le recomendó Wattpad, la plataforma de lectura y escritura digital que le permitió compartir sus relatos con un público que jamás había imaginado. Desde entonces, su camino ha transitado por la autopublicación, el contrato con Penguin Random House y la consolidación de una comunidad lectora que sigue de cerca cada nuevo proyecto.

“Antes de Wattpad escribía en cuadernos, pero no lo mostraba a nadie”, recuerda. Lo que empezó como un pasatiempo privado se transformó en una carrera literaria que hoy se mueve entre la independencia y el respaldo editorial

Ella comenta que siempre quiso ser leída “Yo sostenía los libros y pensaba que justo quería algo así, que otros me leyeran como yo leía esas novelas” señaló.

Autopublicación: libertad y estigmas

Dara decidió autopublicarse antes de llegar a una editorial. Esa experiencia le dio independencia total, pero también le mostró los límites de la autogestión. “Autopublicar es tener control de todo, pero también cargar con todo el trabajo. Editorial es otra cosa: tienes respaldo, pero también hay limitaciones”, explica.

Reconoce que sobre la autopublicación pesa un estigma. Sin embargo, para ella es una vía válida y estratégica. Incluso cuenta que una de sus obras, primero publicada de forma independiente, más tarde fue retomada por una editorial. “Eso demuestra que autopublicar no te quema, al contrario, puede abrirte caminos”.

Gran parte de la comunidad lectora suele decantarse por obras publicadas por grandes editoriales, sin embargo, la autora comparte que hay varios lectores que sólo leen autores autopublicados, y asegura que “hay exigencia” puesto que es sabido que puedes o no contar con un consejo editorial, y por ello las y los lectores se abocan en leer algo de calidad.

“Sigue habiendo prejuicios, pero la autopublicación no es sinónimo de mala calidad, en realidad hay mucho cuidado y trabajo detrás de ello” comenta.

El salto a Penguin Random House

El gran cambio en su trayectoria llegó gracias al convenio entre Wattpad y Penguin Random House, que selecciona a autoras y autores emergentes para publicar en formato físico. A diferencia de otros escritores que llegan con expectativas irreales, Dara sabía qué esperar.

“No me decepcioné porque ya había investigado lo que implicaba publicar con editorial”, asegura. “Mucha gente cree que significa fama automática, pero no es así. Hay que entender que es un proceso, que hay límites y que el mercado editorial latinoamericano es muy particular”.

El proceso de edición, recuerda, fue cómodo. Lejos de los temidos cambios radicales, su editora trabajó con ella en cuestiones de estilo y organización. “No sentí que me quitaran mi voz, al contrario, fue enriquecedor”, dice.

El inestable mundo de Alroy: ficciones incómodas

Su novela más reciente, El inestable mundo de Alroy, marca un nuevo rumbo en su escritura. A diferencia de El aroma a lavanda —su primer libro ambientado en México y centrado en problemáticas sociales locales—, esta historia se adentra en un territorio más universal: los abusos disfrazados de relaciones.

La trama comienza con la muerte de un joven que se suicida y su mejor amigo, devastado, decide encerrarse en su cuarto. La madre intenta devolverlo a la vida normal cambiándolo de escuela. Ahí conoce a un profesor que, conmovido por su situación, busca apoyarlo… hasta que el adolescente empieza a idealizarlo y el adulto se aprovecha de esa vulnerabilidad.

“Es una historia incómoda, pero necesaria”, afirma Dara. “La idea nació de conversaciones con amigos de la comunidad LGBT. Varios contaban que sus primeras experiencias habían sido con adultos mucho mayores y lo relataban como si fuera una anécdota cualquiera, cuando en realidad puede ser una situación abusiva. Quise hablar de eso porque muchas veces se normaliza”.

Para Dara, el reto está en narrar sin romantizar. “Nunca busqué que los lectores dijeran: ‘ay, sí, los entiendo’. Al contrario: quiero que perciban que algo está mal. Y los comentarios en Wattpad me confirman que funciona, porque los lectores mismos notan que hay algo extraño ahí”.

La novela combina misterio, ficción y problemáticas reales. “Me gusta meterme en temas que incomodan, pero que existen y afectan sobre todo a los jóvenes”, añade.

¿Juvenil o no juvenil?

Aunque sus libros suelen colocarse en secciones juveniles, Dara cuestiona esa etiqueta. “Muchas personas creen que la literatura juvenil es solo evasión, pero también se pueden tratar temas duros. Yo siempre digo: hay libros para distraerte, y está perfecto. Pero también necesitamos historias que nos recuerden dónde estamos”.

Recuerda que como lectora adolescente accedió a libros quizá no adecuados para su edad, pero que la marcaron. “Leía cosas fuertes y no me atrofiaron el cerebro. Al contrario, me ayudaron a entender realidades. Por eso creo que no debemos limitar a los jóvenes: si viven esas experiencias, ¿por qué no pueden leer sobre ellas?”.

En El inestable mundo de Alroy, su apuesta es clara: hablar sin filtros de situaciones que, aunque incómodas, forman parte de la vida de muchos adolescentes.

Influencias y referentes

La escritora reconoce que sus primeras lecturas fueron las sagas juveniles que marcaron a su generación. Más tarde llegó a clásicos como George Orwell (Rebelión en la granja, 1984) y, en años recientes, a la literatura japonesa.

“Lo que me gusta de la literatura japonesa es que son directos, no necesitan rodeos ni metáforas para transmitir algo profundo. Eso me inspira mucho”, comenta, citando a la autora Mieko Kawakami como su referente más importante.

En el ámbito hispano, sus influencias van desde Laura Gallego —“Donde los árboles cantan sigue siendo uno de mis favoritos”— hasta García Márquez e Isabel Allende, quienes le mostraron la riqueza de contar en español.

El pseudónimo y los planes futuros

Sobre su nombre artístico, cuenta que nació como un juego: “En 2013 usé un generador de nombres online que me diera algo libre de derechos. Salió ‘Cabushtak’ y lo adopté porque quería mantenerme anónima, que ni mi familia pudiera encontrarme”.

Cuando llegó la oportunidad de publicar, pensó en usar su nombre real, pero la editorial la convenció de mantener el pseudónimo: ya había lectores que la reconocían así. “Al final se volvió parte de mí”, dice entre risas.

Hoy, su reto más grande no es la página en blanco, sino el ruido externo. Las redes sociales y el marketing editorial ocupan gran parte de su tiempo, al punto de restárselo a la escritura. Su plan inmediato es sencillo pero contundente: recuperar la concentración.

“Ya tengo una máquina de escribir y estoy por comprar un candado con temporizador. La idea es meter el celular y la computadora en una mochila, cerrarla y obligarme a escribir tres o cuatro horas sin distracciones. Quiero volver a lo básico, como cuando empecé”, confiesa.

Una voz que incomoda y acompaña

La trayectoria de Dara Cabushtak es, al mismo tiempo, la historia de una generación de autores que nacieron en plataformas digitales y han logrado trascenderlas. Su obra no busca solo entretener, sino señalar, incomodar y abrir conversaciones sobre temas que muchas veces se silencian.

Entre la autopublicación y las editoriales, entre lo juvenil y lo adulto, entre la ficción y la realidad, Dara escribe desde un lugar honesto: el de una joven que entiende que las historias pueden ser espejos, advertencias y compañía.

“Hay muchos libros para evadir la realidad, pero también está bien tener uno que te recuerde dónde estamos”, concluye.

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