
La Academia Mexicana de la Lengua rinde homenaje a Hugo Gutiérrez Vega, quien ocupó la silla XXXIV de septiembre 2012 a septiembre 2015.
“Fue un notable ejemplo del escritor y actor de raza para quien la vida comienza a cruzarse y mimetizarse con la literatura y para quien la literatura es el mundo y el mundo es la literatura”, comienza Liliana Weinberg.
A 10 años de su fallecimiento, el poeta, humanista y académico es recordado a través de un video en el que participan Liliana Weinberg, Felipe Garrido, Silvia Molina y Sara Poot Herrera, quienes además de leer extractos de su obra en voz alta, abordan las facetas del poeta, actor, ensayista, crítico literario, abogado, diplomático, académico, periodista, funcionario cultural, lector, “bazarista” y viajero incansable.
De acuerdo con la ensayista, crítica literaria, investigadora y editora, Liliana Weinberg, Hugo Gutiérrez Vega se autodefinió como bazarista, término proveniente del persa, en alusión a la variedad, el asombro y la sorpresa, elementos que cultivó.
“Sus preguntas y sus búsquedas tuvieron siempre algo del viaje, en aquello que un estudioso denomina su ‘poesía itinerante’. Como dice también Carmen Villoro: nos invita a viajar por su poesía de la misma manera que su poesía nos lleva a peregrinar por el mundo”.
Como ejemplo de esta cualidad viajera, Liliana Weinberg señala algunos de los títulos de sus obras que dan claves de su modo de vivir, de viajar y de escribir. Por ejemplo, Los Pasos del nómada (1999), Peregrinaciones -título de su poesía reunida-, Desde Inglaterra (1971), Samarcanda y otros poemas (1972), Meridiano ocho–cero (1982), Andar en Brasil (1987), Georgetown blues y otros poemas (1987) y El nombre oculto de Grecia (1991), entre otros.
“También nos ofreció su prosa como un bazar de asombros por el que desfilan Mis errancias por el centro, Aires caribeños, Viajes rumanos, Viajes argentinos. Una prosa, como su poesía, surcada por viajes y particularmente por el tema de la ciudad, al que vuelve desde la admiración, la nostalgia o el desencanto”, describe.
En ese sentido, Felipe Garrido participa que Hugo Gutiérrez Vega era ante todo, “un hombre de mundo”, que había sido diplomático de carrera durante casi 40 años, “agregado cultural o cónsul en los Estados Unidos, España y Italia, Brasil, Rumania, Líbano, Chipre, Moldavia y Puerto Rico -no sé si alguno se me fue-, en algún momento fue presidente del Comité de apoyo a la Unidad Popular en Chile en tiempos de Allende y fue embajador de México en Grecia también”.
Además de poeta, el otrora director de La Jornada Semanal también fue director de la Casa del Lago (UNAM), de la revista de la Universidad de México y director general de Difusión Cultural.
Como director, “Hugo tenía una gran capacidad para poder armonizar el trabajo de gente que pensaba de manera diferente, que tenía tendencias distintas” y como poeta se interrogaba a sí mismo, se contradecía, ponía a prueba sus convicciones.
“Era un poeta que hizo de la duda una especie de caballito de batalla”, detalla.
“Buscaba varias soluciones para los dilemas que se planteaba y buena parte de su poesía está escrita en ese sentido, en el sentido de la duda, de poner a prueba lo que parece que son sus convicciones. Tenía la seguridad de que con frecuencia se engañaba”.
En su intervención, Silvia Molina considera que Hugo Gutiérrez Vega fue un hombre de naturaleza dulce y cariñosa, memorioso, culto, conversador, teatral y riguroso, así como un poeta extraordinario, que fue descubierto y publicado por López Velarde.
“Yo conocí a Hugo Gutiérrez Vega en mi estancia en Londres cuando él era agregado cultural. Me maravillaba verlo porque su casa siempre estaba llena de visitas. Siempre iban los mexicanos que estaban en tránsito, pero los intelectuales”, participa desde su propia experiencia con el escritor.
“Él y Lucy, su esposa, eran muy buenos anfitriones. Y también tenía un trato excepcional con los diplomáticos ingleses. Era una maravilla verlo platicar y tenía muy buen sentido del humor”, agrega antes de hacer un recuento biográfico del homenajeado, así como de algunas anécdotas.
Por su parte, la investigadora Sara Poot Herrera comparte el dato curioso de que Hugo Gutiérrez Vega tuvo dos fechas de nacimiento, “pero no de año, sino de día”.
“Nació el 11 de febrero y oficialmente era del 20 de febrero. Acuario, de todos modos, del año de 1934”.
También recuerda que desde 2017 se unió a la ausencia doña Lucinda Ruiz Posada, su compañera de vida, de obra y su esposa.
Respecto de por qué leer poemas como “Samarcanda” de Hugo Gutiérrez Vega, Sara Poot Herrera opina que es una muestra de cómo el autor en lejanas tierras vuelve una y otra vez a relacionar esos mares, esas montañas, esas ciudades lejanas con las de nosotros, los lugares de México.
“En la Academia Mexicana de la Lengua seguiremos (sigamos) conmemorando cada vez a Hugo Gutiérrez Vega, que ocupó en la academia la silla que coincide precisamente con 1934, el año del nacimiento del jaliciense universal -de alguna manera como Juan José Arreola- que fue Hugo Gutiérrez Vera”, se despide.
La transmisión completa se puede ver a través de la página de Facebook y del canal de YouTube de la AML.