Cultura

Todos preguntamos por el pasado familiar. Todos queremos saber. A veces se atan cabos, y, casi sin querer, nace la historia de una colonia, de un barrio, de un pasado colectivo

El hombre del sombrero de fieltro: del recuerdo familiar a las pequeñas historias

El hombre del sombrero

Siempre ocurre: alguien quiere saber más. Más de los parientes, más de las viejas rencillas, de los viejos rencores, de esas historias que ayudan a armar el rompecabezas y que, usualmente, entran en la categoría de lo que parte de la familia prefiere no recordar. Por mil razones. Y hay quien se conforma. Otros, buscan herramientas para comprender, para descifrar. Y de repente el recuerdo se vuelve escritura: memoria teñida de novela.

Así funciona El Hombre del Sombrero de Fieltro de Taide Velázquez. Una novela que busca a un abuelo y termina por contar la historia de un sobreviviente de la primera mitad del siglo XX. Y al contar la historia de ese hombre, aparece la vida cotidiana de los barrios populares de la ciudad de México antes de ser la megalópolis monstruosa que hoy habitamos.

Taide Velázquez (TV): El abuelo me creaba dos cosas: de cerca, miedo. De lejos, admiración. Quise entender su relación con mi padre, a la vez estrecha y lejana. También me preguntaba cómo era que no sabíamos nada de su familia. Sigo sin saber el nombre de su madre, no sé si tuvo hermanos. Lo que percibía es que mi abuelo había sufrido mucho, que se había hecho adulto en una época muy difícil en México y eso lo había hecho muy duro. Pero así se convirtió en un patriarca, el tronco de un árbol familiar, seguro de que, con toda esa dureza, era capaz de dar rumbo y seguridad a su familia. Eso es lo que fui descubriendo a partir de los pequeños cabos sueltos que había en la historia familiar. El

Naturalmente, el recurso de la novela implica la recreación, la construcción de momentos y palabras ficticios.

CRÓNICA: Cabos sueltos, de esos que hay en toda historia familiar y que son el punto de partida para esas preguntas que a veces se vuelven incómodas.

TV: Siempre fui curiosa, observadora. Miraba a mis tías, mujeres profesionistas en una época en que el hecho era poco común, y el contraste con su madre, mi abuela, una mujer muy sumisa, muy sencilla , siempre alegre. Solía, repentinamente, soltar cosas. Y sus hijas la callaban. Había tres o cuatro versiones acerca de cómo el abuelo conseguido hacer fortuna. De esos pequeños momentos salió la historia, que, aparte de permitirme evocar a mi abuelo, y la historia del barrio donde vivió, me dio paz interna. Pude comprender parte de la historia familiar.

CRÓNICA: Este hombre, que desde muy joven hace de los sombreros de fieltro un rasgo distintivo de su persona, es razón y pretexto para hablar de una colonia popular, la Daniel Garza. Una colonia que tuvo un destino muy diferente al que soñó el arquitecto que le dio nombre.

TV: Quise hablar del barrio donde el abuelo y su familia hicieron su vida, también para oponerme a ese lugar común, según el cual la gente de los barrios sufre mucho y sufre siempre. En la Daniel Garza vi a gente que era alegre y pícara al mismo tiempo; que ejercía un sentimiento de solidaridad, una forma de fraternidad que ocurre no solo ahí. Hay gente valiosa, como en todas partes. Yo no ví gente que sufría, pero que al paso del tiempo padeció el deterioro y la inseguridad, e inevitablemente, hay quien se malea. Pero eso está en cualquiera de los barrios de la ciudad de México. Y para hablar de esa vida necesitaba una familia.

CRÓNICA: La colonia Daniel Garza no fue un desarrollo inmobiliario como , en su momento fueron las colonias Roma o Condesa. Pero sus habitantes venían de ese mundo rural desgarrado por la Revolución. Y a partir de esa circunstancia inicial, las cosas cambiaron…

TV: En efecto, la traza original de la colonia Daniel Garza evocaba un pedacito de París. La casa del arquitecto Garza era emblemática de una colonia cercana, la San Miguel Chapultepec. Pero las cosas se le fueron de las manos; la expansión de la ciudad era irregular porque el gobierno no tuvo suficiente dinero para urbanizar a la altura de los sueños de Garza. La colonia dio un giro al ser habitada por gente que venía de otros estados, que no veían mal criar animales para vivir, que traía las costumbres de sus lugares de origen.

Es un mundo que ya no es completamente rural y que no acaba de ser completamente urbano. En ese entorno, los hijos de esos primeros habitantes ya no querían dedicarse a criar puercos, a vender carnitas. Pero tampoco había las oportunidades para crecer; faltaban escuelas, y entonces la colonia, las colonias, se vuelven barrios bajos, populares. Y esos jóvenes, a menudo, acaban volviéndose maleantes.

Tayde

CRÓNICA: En ese mundo barrial, es que la figura del Hombre del Sombrero de Fieltro, un hombre adicto al juego, se convierte en una figura de autoridad, un hombre que mete en cintura a esos jóvenes que empiezan a moverse en el mundo delincuencial.

TV: Ese hombre, el protagonista de mi novela, mi abuelo recreado, recibió, para usar una expresión de moda, un “bastón de mando” de los que fueron sus vecinos. Para su conveniencia, puso orden entre los muchos clientes del billar que lo enriqueció, muchos de ellos delincuentes en viernes o de poca monta. Y esos primeros vecinos de la Daniel Garza, provincianos, acaso tímidos, algo sumisos dieron a don Chano la autoridad. Tuvo el control para evitar que la colonia se volviera un nido de ratas y así se le impone a la gente de la colonia. Los somete a su autoridad y la gente se deja someter, porque no ve que sea malo tener a raya a la gente peligrosa.

Por eso este hombre, cuando consigue lo que quiere, que es hacerse rico, quema el billar y se muestra ante los vecinos como un terrateniente urbano, la gente del barrio dice: “A don Chano hay que tenerle miedo, respeto y agradecimiento “. Esa autoridad sólo la tuvo él, y cuando don Chano murió, esa autoridad se desvaneció. Ninguno de sus hijos fue visto o tratado igual, ni siquiera los más cercanos o los de carácter más fuerte. Don Chano recibió ese “bastón de mando”, y a su muerte nadie volvió a recibirlo…

CRÓNICA: Este hombre era, a fin de cuentas, un sobreviviente, autoritario, hecho a la antigua, pero que construye, a fuerza de brutalidad, un mundo diferente al de su infancia, lejano a los malos recuerdos de sus orígenes. No de balde el silencio en torno a sus primeros años. Las nuevas generaciones no tienen tan cerca la construcción del México contemporáneo. Ese hombre con sombrero de fieltro es un fantasma de hace 125 años. Cómo él hubo muchos líderes locales, jefes de barrio sin más nombramiento que el respeto de los vecinos. Esto, definitivamente, se acerca al ejercicio de eso que en la academia se llama microhistoria.

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