Cultura

A propósito de la conferencia-concierto que se realizará este jueves 16 de octubre, a las 18:00 horas, El Colegio Nacional nos comparte uun fragmento de la novedad editorial del científico, que cierra la serie Músicos y medicina

“Chaikovsky y Puccini”, un texto de Adolfo Martínez Palomo

Adolfo Martínez Palomo El investigador emérito del Cinvestav y miembro de El Colegio Nacional, Adolfo Martínez Palomo. (ECN)

Sinfonía patética

Piotr Ílich Chaikovski 1840-1893

Piotr Ílich Chaikovski, el compositor ruso más famoso, autor de sinfonías, óperas, ballets y conciertos, nació en Vótkinsk, una pequeña población de los Urales, el 7 de mayo de 1840. Su padre, Iliá Petróvich Chaikovski, hombre amable, confiable y sentimental, sin interés particular en la música pero apasionado del teatro, era director de las minas de hierro de la región, disponía de una casa confortable, muchos sirvientes e incluso una guardia privada compuesta ¡por cien cosacos! Iliá se casó con Aleksandra Andréievna Assier, dieciocho años más joven, una mujer no particularmente bella, triste, distante y fría. La pareja tuvo seis hijos: Nikolái, Piotr, Aleksandra, Ippolit y los gemelos Anatoli y Modest.

Dolores de infancia

Piotr creció durante los primeros años bajo el cuidado y con el cariño de su institutriz, Fanny Durbach, una joven suiza-francesa con quien muy pronto aprendió francés y alemán. El padre despertó pasión por la música al traer a casa un “orquestrión”, una máquina que produce música que puede sonar como una orquesta, con la que Piotr se deleitaba escuchando trozos de óperas de Mozart, en particular de Don Giovanni. Descrito por Fanny como “un niño de porcelana”, desde pequeño Piotr mostró un temperamento hipersensible al escribir poemas; cuando tenía cuatro años, su madre contrató a una profesora de piano, con gran provecho del niño, aunque nada sugería, en los años de infancia y juventud temprana de Chaikovski, un futuro para él en la música.

La separación de Fanny cuando la familia se trasladó a San Petersburgo produjo en Piotr, de ocho años, intensas manifestaciones de tristeza y llanto; se volvió taciturno, irritable, sus estudios avanzaban con dificultad y mostraba cada vez mayor dependencia de la madre. Dos años después, sufrió “uno de los días más terribles de su vida”, cuando al correr, desesperado, gritando, cayó en el lodo, en un intento frustrado por detener el carruaje en el que su madre se alejaba de San Petersburgo. Por decisión de la familia, Chaikovski ingresó como interno en la Escuela Imperial de Jurisprudencia, en preparación para seguir la carrera de Derecho, por lo que quedó bajo la tutela de unos amigos del padre. Pronto fue obligado a guardar reposo por varias semanas al enfermar de un severo sarampión que, para angustia de Piotr, contagió de muerte a uno de los hijos de sus tutores.

Faltaba aún otro suceso trágico, recordado por él toda la vida: cuando tenía catorce años, su adorada madre murió a consecuencia del cólera; fue entonces cuando empezó a hacer sus primeras composiciones musicales.

Palomo. Músicos y medicina, ciclo de conferencias impulsado por el médico Adolfo Martínez Palomo. (Colnal.)

Inicios musicales tardíos

Chaikovski estudió nueve años, más interesado en la literatura clásica que en la música. A los diecinueve se graduó de Derecho y empezó a trabajar en el Ministerio de Justicia, dedicado cada vez menos al trabajo y cada vez más a la música, hasta que a los veintiún años ingresó en la clase de composición de Antón Rubinstein, en el recién establecido Conservatorio de San Petersburgo. Dos años después, renunció al Ministerio para dedicarse a la música; un inicio notablemente tardío, en comparación con otros grandes compositores. Él mismo comentó así su dedicación a la composición musical:

Mi predisposición se manifestó a la edad de cuatro años al notar mi madre que yo experimentaba gran placer al escuchar música. Contrató a una maestra de piano, Marie Markovna, quien me enseñó los rudimentos de la música. A los diez años me llevaron a San Petersburgo y me inscribieron en la Escuela Imperial de Jurisprudencia, donde pasé nueve años sin ocuparme seriamente de la música, aunque hacia el final de ese periodo mi padre logró que tomara clases con un excelente pianista, Rodolphe Küdinger, entonces en San Petersburgo. Es a este eminente artista a quien le debo haber comprendido que la música era mi verdadera vocación; fue él quien me introdujo a los clásicos y me abrió nuevos horizontes artísticos. Al completar mis estudios de derecho me convertí en empleado del Ministerio de Justicia, donde por tres años más me vi forzado a descuidar la música. Cuando el señor Nikolái Zaremba, un teórico de gran mérito, estableció clases de teoría y composición musical, me uní a ellas y adelanté tanto, que el año siguiente, cuando Antón Rubinstein fundó el Colegio Imperial de Música, abandoné el servicio civil y me dediqué por completo a mi arte. Después de completar los estudios, fui contratado por Nikolái Rubinstein como profesor de composición en el Conservatorio de Moscú.

Cuando el padre de Piotr preguntó al profesor Küdinger si su hijo tenía talento para hacer una carrera de músico, le respondió: “No, por dos razones; yo no veo en Piotr Ílich el talento suficiente; además, sé por mi propia experiencia cuán difícil es la posición de músico en esta época”. Entre tanto, su hipersensibilidad, o más bien, su franca neurosis, iba en aumento. Dos ejemplos: la música de Mozart lo hacía llorar, y la ansiedad que experimentaba al dirigir una orquesta le obligaba a sostener la cabeza con la mano izquierda porque sentía que se le iba a desprender de los hombros.

Aunque aún no había producido nada importante musicalmente, a los veintiséis años Antón Rubinstein lo recomendó a su hermano Nikolái, con lo que Chaikovski inició una nueva carrera, ahora como profesor del Conservatorio de Moscú. Poco a poco se fue dando a conocer como compositor, sobre todo por sus canciones y obras de cámara; los éxitos de esas obras servían para atenuar las frecuentes crisis de depresión que lo llevaban a consumir tabaco y dosis generosas de alcohol. A medida que empezó a dominar las técnicas de la composición, Chaikovski descubrió la capacidad de transformar sus emociones privadas de tristeza y desencanto en un lenguaje musical vívido y expresivo que podía conmover a un público desconocedor de sus sentimientos íntimos. No fue sino hasta los treinta años cuando su fama como compositor empezó a cimentarse dentro y fuera de Rusia, al estrenar, con gran éxito, la obertura Romeo y Julieta, obra que combina en forma notable la música de programa con la rigurosa tradición sinfónica.

A pesar de la pesada carga que Chaikovski tenía como profesor en el Conservatorio, en su primera década como músico profesional produjo obras importantes, entre otras, tres sinfonías, tres óperas y un ballet, así como tres cuartetos para cuerdas y un gran número de canciones y piezas para piano.

Noviazgo y matrimonio frustrado

Por esos años, Chaikovski inició un noviazgo con la cantante belga Désirée Artôt; fascinado por la poderosa personalidad artística de ella como cantante y actriz, él llegó a ofrecerle matrimonio. A su padre le escribió sobre esa relación:

Pronto nos entusiasmamos con los mismos sentimientos e intercambiamos mutuas confesiones de amor. Naturalmente surgió la cuestión del matrimonio. Es lo que ambos queremos y lo que ocurrirá en el verano, si nada lo impide. Pero lamento decir que hay complicaciones. En primer lugar, su madre, quien siempre la acompaña, tiene una gran influencia sobre su hija, y está en contra de nuestro matrimonio; piensa que soy demasiado joven y también teme que yo la obligue a vivir en Rusia. Además, mis amigos, sobre todo N. Rubinstein, hacen todo lo posible por impedir la realización del plan, porque dicen que, de convertirme en esposo de una cantante famosa, tendré que desempeñar la parte miserable de esposo de mi mujer… y cuando mi amor se enfríe, sólo quedará el orgullo lastimado, desesperación y ruina.

Todo terminó cuando la novia prefirió casarse con un barítono español; sin embargo, Désirée siguió en la mente del compositor durante muchos años. Luego de ese intento fallido de contraer matrimonio, Chaikovski inició a los treinta y seis años una extraña y sólida relación epistolar con una de sus más fervientes admiradoras, Nadezhda von Meck, mujer fabulosamente rica, amante de la música, con quien a lo largo de catorce años estableció una nutrida correspondencia de cerca de mil cartas…

Cartelera de ECN Ciclo Músicos y Medicina.

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