
El género cinematográfico road trip narra la historia a lo largo de un viaje en carretera y puede ser tanto drama como comedia o algún otro genero. El escenario de la carretera sólo es una escusa para que dos o más personajes se vean forzados a convivir en un espacio muy limitado.
En el camino, película del director David Pablos (El baile de los 48, Las elegidas, Una frontera, todas las fronteras) y ganadora de dos premios en 2025 en el Festival de Cine de Venecia, se está presentando ahora en el Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
La historia de la cinta sigue a Veneno, un joven de quien nunca se llega a saber su verdadero nombre y que se encuentra con Eduardo, “Muñeco”, un trailero con problemas de adicción.
Después de que Muñeco acepte llevarlo, comenzará una amistad que se torna romántica, solo para ser amenazada por el pasado de Veneno.
Durante la conferencia de prensa de En el Camino, como parte de las actividades del FICM, se contó con la presencia del director David Pablos, la productora Inna Payán, el actor Víctor Miguel Prieto, el actor Osvaldo Sánchez, la fotógrafa Ximena Amann, la diseñadora de producción Belén Estrada y la coach actoral Patricia Ortiz.
El ambiente en el film es pesado, el trabajo de los conductores no permite un horario de descanso normal o poder ver mucho a sus familias. El machismo define muchas de las reglas que deben de seguir y la película detalla todo esto de manera realmente destacable. No son sólo las actitudes que tienen quienes conducen los tráileres, también es la decoración de sus camiones y la dinámica de las paradas donde se bañan, descansan y limpian sus unidades.
El guión de la película se ocupa de lo anterior en forma destacada.
En la conferencia de prensa todo se termina de aclarar: el director relató que platicó con periodistas que habían escrito sobre la vida de los traileros. Para poder profundizar, su investigación tuvo que tornarse empírica, es decir, contactó con los conductores que transitan por las carreteras. En ese tiempo conoció los paraderos, los talleres mecánicos, los hábitos y apodos de las personas sobre las que se proponía escribir. Esto es lo que fue llevado a la pantalla grande.
En cuanto a la ambientación, la decoración y la autenticidad, hubo un especial cuidado. En la película se refiere un bar de vaqueros gays que realmente existe, si bien es una recreación lo que se ve (porque tenían en claro que no se quería ser invasivo), los pequeños detalles que definen estos espacios sí se hallan en las imágenes del corte final.
No obstante, es necesario señalare algo: las piezas que no terminan de encajar son las historias de los propios personajes.
En el caso de Veneno, tiene que pasar casi una hora para conocer que es lo que lo atormenta: su padre.

El problema es la forma en la que Veneno le cuenta su historia a Muñeco, quien, al preguntarle de su pasado, lo hace de una manera forzada, como si, repentinamente, se hubieran acordado que había que tocar ese tema. Se da cabida a una conversación anticlimática.
Las situaciones quedan por encima de los personajes, en lugar de que todo conviva en un mismo nivel.
En el camino, es un road trip protagonizado por un no actor, lo cual no se nota para nada. El resultado sin embargo, se queda en un limbo; con elementos para brillar, pero con el faltante de un paso final.