Cultura

Se puede repetir en cualquier momento y en cualquier lugar, dice el sobreviviente del ataque atómico en 1945

Yasuaki Yamashita: “No se debe olvidar la destrucción de Nagasaki con la bomba nuclear”

Bomba Yasuaki Yamashita recuerda ese trágico día y la destrucción de la ciudad de Nagasaki.

Aquel 9 de agosto de 1945, en la ciudad de Nagasaki dicen que amaneció con el sonido tres veces de las sirenas de emergencia. “Algunas gentes dicen que nada más sonó dos veces”, recuerda el “hibakusha” Yasuaki Yamashita.

Frente a una sala llena, en el Centro Mexicano para la Filantropía (Cemefi), el superviviente de Nagasaki, miembro de Nihon Hidankyo (Premio Nobel de la Paz 2024) relata lo que vivió.

En aquel punto de la Segunda Guerra Mundial, la gente en Japón sabía que al escuchar una alarma tenía que esconderse en refugios subterráneos.

“Pero ese día no sucedió absolutamente nada en la ciudad, la gente normalmente iba a trabajar, ir a la escuela, hacer las cosas que tenía que hacer cotidianamente. Esa mañana, no sé por qué, no tengo memoria de esa razón, yo estaba jugando solo frente a mi casa, cerca de mi madre que estaba preparando la comida del mediodía. Pasó un vecino diciendo que un avión misterioso está volando sobre la ciudad”, cuenta Yasuaki Yamashita, quien en ese entonces tendría entre 5 y 6 años.

“Mi hermana que estaba dentro de la casa vino a decirle a mi madre exactamente lo mismo: mamá, en la radio está anunciando que hay un avión misterioso, que tenemos que cuidarnos”, continúa.

Explica que en ese momento su madre lo llamó e indicó que debían entrar al refugio de la casa, un pequeño agujero debajo del piso de la casa, al que se recomendaba acudir cuando no había suficiente tiempo para ir al refugio de la comunidad que normalmente se encontraba en la montaña.

“Tomó mi mano. El momento en que entramos vino una luz tremenda, muy fuerte, como mil relámpagos al mismo tiempo, ¿puede imaginar esa fuerza de luz que venía? Entonces mi madre me jaló al suelo, me cubrió con su cuerpo. Hubo una explosión tremenda, muy fuerte. Sentíamos cosas que estaban volando encima de nosotros. De repente, un silencio total. No había nada de ruido. Nos levantamos. Vimos que las ventanas, las puertas, los tejados de la casa habían desaparecido”.

Al continuar su relato, Yasuaki Yamashita describe una destrucción como no había visto o imaginado anteriormente.

“Había muchísimos cadáveres, muchos muertos. Ya no existía la ciudad de Nagasaki. Toda destruida, quemada. Ahí nada más había el color negro, todo quemado. No había otra cosa. Y la gente que había sobrevivido caminaba como fantasma, parecía que no tenía alma”, agrega.

Por muchos años a partir de ahí, el sobreviviente sufrió los estragos de la radiación, discriminación social, así como ser testigo de miles de muertes dolorosas que no se contabilizaron en las estadísticas de la bomba atómica porque fueron posteriores a la explosión y que lo acompañaron como un recordatorio constante del sufrimiento.

MENSAJE DE DESARME

Durante la conferencia “Un mundo libre de armas nucleares”, evento magistral del “Encuentro Aliarse 25 años: sostenibilidad para un propósito empresarial con impacto, el rol de cámaras y organismos”, Yasuaki Yamashita lanzó un mensaje claro: esto podría volver a suceder, por eso hay que hablar de ello, recordar la destrucción que causó.

“Tenemos que tener consciente que hoy en día la situación se puede repetir en cualquier parte del mundo, que no piensen que ese problema está lejos de nosotros, que no nos va a afectar. Hoy en día ese problema afecta a todo el mundo. No piense que ese incendio está en otro lado y que a nosotros no nos pasa nada”, advirtió el sobreviviente de “Fat Man”, quien radica en México desde hace varias décadas.

En tanto que miembro de la asociación merecedora del Premio Nobel de la Paz 2024, Nihon Hidankyo, que promueve el desarme nuclear, Yasuaki Yamashita subrayó que se debe trabajar constantemente para desarmar el mundo y que las bombas atómicas y nucleares no tienen ninguna función más que la destrucción total y el sufrimiento.

“Para conseguir la paz no es tan sencillo. La paz no cae del cielo. Tenemos que trabajar para conseguirlo. Pronunciar la paz es sencillo, pero conseguir eso es muy difícil”.

Por su parte, el profesor e investigador del INAH recientemente distinguido con La Orden Del Sol Naciente (Japón), Sergio Hernández Galindo indicó que en el momento de la explosión de Hiroshima cerca de 70, 000 personas murieron; mientras que en la ciudad de Nagasaki murieron cerca de 35, 000.

“Sin embargo, para 1945 en diciembre, prácticamente se había duplicado el número de muertos que ese año dejó esta arma tan terrible, sus efectos no solo fueron en ese momento, sino que con el tiempo y años después se irán sumando poco a poco a la gente que fue contaminada”, apuntó.

Además, detalló que entre niños y jóvenes, se calcula que cerca de 40, 000 murieron en el ataque.

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