Cultura

Una conversación que desmonta mitos y reivindica la maternidad desde la honestidad, la libertad y la elección personal

Hablar, abrir y compartir: Andrea Fuentes desmonta mitos de la maternidad desde el Antimanual

En su Antimanual de maternidad, la escritora y editora Andrea Fuentes propone un gesto radical: desmontar la noción única de maternidad y reemplazarla por una constelación de experiencias, deseos, prácticas y contradicciones. Desde la palabra, el humor, la ironía y la potencia del cuidado, su libro busca subvertir los mandatos que históricamente han definido qué significa ser madre y quién puede—o no puede—maternar.

Andrea Fuentes (Cortesía)

Editora, escritora y productora de dispositivos artísticos, Fuentes estudió Letras Hispánicas en la UNAM y se ha especializado en libros ilustrados, arte y literatura. La maternidad llegó a su vida y, con ella, un descubrimiento inesperado: no existían referentes suficientes que nombraran la complejidad de esa vivencia. “Empecé a sentir que lo que me estaba pasando no estaba dicho en ninguna parte”, recuerda. Desde esa urgencia nació el antimanual.

Nombrar lo que se calla

Convertirse en madre encendió en ella una búsqueda: teorías feministas, escritoras que problematizan la maternidad, ensayos que cuestionan la identidad y el mandato cultural. Con ese bagaje, tomó la decisión de escribir desde lo íntimo pero también desde lo político.

“Es sorprendente que este milagro cotidiano que ocurre a todas horas no esté nombrado”, dice. El antimanual parte de esa ausencia y plantea 14 postulados que invitan a pensar la maternidad por fuera de los adjetivos prescriptivos: madre buena, madre soltera, madre casada, madre joven. Fuentes propone renunciar a esas etiquetas y acercarse a la maternidad como un acto de cuidado que puede ser ejercido por muchas personas, no solo por quien gesta o pare.

La experiencia, explica, se cruza tanto con lo privado como con lo social: la identidad, los cuerpos, la distribución del trabajo, el deseo, el derecho a no ser madre, la fuerza del acompañamiento entre mujeres.

Una selva de sentidos

El antimanual está ilustrado por la artista Julia Reyes-Ratana, quien construyó junto a Fuentes un libro lleno de capas. Palabras sin imágenes, imágenes sin palabras y páginas donde ambos lenguajes se entrelazan.

“Es una matrushka”, dice Andrea. “Un libro que se abre poco a poco, con múltiples niveles de lectura”. La selva como metáfora del caos, del deseo, de lo indómito, de lo que se entreteje. “Las maternidades son una selva”, escribe, “una trama de ideas, opciones y prácticas”.

Miedo, mandato y deseo

Uno de los temas centrales de la conversación con Fuentes es el miedo que habita en las nuevas generaciones respecto a la maternidad. Una mezcla de presión social, precariedad, violencia y una mayor conciencia del costo emocional de maternar.

Para Andrea, sin embargo, más que miedo hay una transformación del discurso. Y en esa transformación entra, necesariamente, el derecho a no ser madre. “La realización de una mujer no está en convertirse en madre”, enfatiza. “Y tenemos que ser capaces de abrazar esa idea sin tabúes”.

La escritura del antimanual también cuestiona la imagen idealizada de la madre perfecta: dulce, siempre disponible, siempre feliz. Fuentes apuesta por la verdad: madres rabiosas, cansadas, insomnes, felices, contradictorias. Vidas reales.

Documentar para comprender

En su proceso de investigación, una lectura la marcó profundamente: El bebé, de Marie Darrieussecq. Un diario poético y brutal que abrió un camino. También leyó a Adrienne Rich, Lina Meruane, Gloria Anzaldúa y otras pensadoras que discuten la maternidad desde la institución, desde la teoría o desde prácticas situadas, diversas y muchas veces invisibilizadas.

Pero no solo la teoría: la realidad también se volvió una fuente. “Cada año, miles de niñas de 14 años se convierten en madres”, recuerda. “¿Qué maternidad cabe ahí? ¿Cómo se defiende el derecho a una vida digna?”. El antimanual no romantiza: incorpora los dobleces, las violencias y los retos que acompañan a la maternidad en México y en el mundo.

Maternar entre todas

Para Andrea, maternar no se limita al acto biológico. Hay maternidades colectivas, maternidades elegidas, maternidades afectivas. “Las madrinas de mis hijas son el ejemplo perfecto de cómo alguien puede maternar sin ser madre”, dice. Cuidar como acto político, como resistencia frente al individualismo.

El antimanual cierra invitando a las lectoras a escribir sus propias experiencias, porque la maternidad —como la selva— no se recorre sola. Y porque, al final, cada voz importa.

Fuentes reconoce que buena parte de las presiones actuales provienen de discursos que se reproducen con fuerza en redes sociales: figuras de “mamás perfectas”, rutinas impecables y modelos de vida imposibles de sostener. Frente a ello, propone un antídoto claro: hablar. “Una de las invitaciones del antimanual es a comunicar lo que sentimos, a abrirlo, a compartirlo”, afirma. Solo así se puede contrarrestar esa narrativa de perfección que se desploma en segundos cuando se asoma a la realidad: mujeres sobrecargadas, medicadas, violentadas o sometidas por expectativas irreales.

Pero el antimanual no se queda en la crítica; también celebra el gozo, la bondad y la alegría de maternar, siempre desde la autenticidad. “No se trata de negar quién eres —dice—, sino de abrazar lo que hay, con maquillaje o sin él”. Para ello, la construcción de comunidad es clave: tejer redes donde las experiencias se compartan y las verdades puedan decirse sin juicio.

Fuentes insiste en incluir a los hombres en la conversación. Reconoce a los padres presentes, involucrados, amorosos, y señala que el conocimiento sobre el cuidado no es exclusivo de las mujeres. “También es su saber”, afirma. Romper los mandatos impuestos —las madres que deben saberlo todo, los padres que solo proveen— es un ejercicio necesario para construir relaciones más libres y corresponsables.

Históricamente, explica, la maternidad se convirtió en una institución social influida por estructuras patriarcales que dictaron cómo debía comportarse una “buena madre”. Ejemplifica con un manual para señoritas mexicanas de 1900, donde se prescribe incluso cómo servir la comida para complacer al esposo. Para ella, desmantelar estos mandatos implica también liberar a los hombres de sus propias cargas: fortaleza inquebrantable, provisión constante, dureza emocional. “Los hombres también lloran, también se angustian”, recuerda.

Desde la violencia obstétrica hasta las imposiciones sobre el parto o la lactancia, Fuentes subraya la importancia de defender la elección personal, pues cada maternidad responde a una realidad distinta. No hay una sola forma correcta de ser madre.

Frente al peso de las maternidades heredadas —de madres, abuelas o figuras que han ejercido ese rol— Fuentes encuentra un camino: comprender que incluso ellas vivieron sus propias dudas y temores. Y retoma una anécdota conmovedora compartida por Elaine Villar, quien presentó su libro: al enterarse del Antimanual, su abuela respondió que ojalá ella hubiera tenido uno en su época. Para Fuentes, esa frase lo resume todo: las maternidades del pasado también estaban llenas de incertidumbres, pero carecían de espacios de reflexión y cuestionamiento.

Con este antimanual, Andrea Fuentes propone abrir esos espacios hoy: conversar, dudar, cuestionar, sanar y, sobre todo, elegir. Porque hablar de maternidad —dice— es hablar de la vida misma.

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