Cultura

La dupla española defienden una narrativa feminista y emocional frente a la hiperidealización masculina y el auge del spicy

Iria y Selene: políticas del deseo, escritura queer y el poder de romper roles en la literatura juvenil

Las autoras españolas Iria G. Parente y Selene M. Pascual, una de las duplas más sólidas de la literatura juvenil contemporánea, regresaron a México para presentar Rojo y Oro en la FIL Guadalajara. Con más de una década de escritura conjunta y 23 libros publicados, sostienen una premisa clara: su literatura es feminista, es queer y es profundamente política, incluso cuando se trata de hablar de deseo.

Romper roles de género desde la ficción

Para Rojo y Oro, escrito hace nueve años y hoy reeditado, ambas tenían un objetivo muy definido: evidenciar cómo se construyen —y se perpetúan— los roles de género en la ficción juvenil.

Quisieron invertirlos con toda intención.

En su novela, ella es la figura activa, violenta, físicamente poderosa; él, en contraste, es un personaje dulce, suave, cuidadoso.

Todos atributos tradicionalmente asociados a un héroe masculino fueron asignados a una mujer. Y todas las cualidades que la literatura suele reservar a la feminidad, puestas en un protagonista masculino.

Lo más sorprendente es la vigencia.

“Lo escribimos porque veíamos roles muy marcados en la literatura juvenil de aquel momento —dicen—. Hoy, nueve años después, nos están felicitando por lo mismo. Estamos volviendo a ver un retroceso brutal en los roles de género”.

Ese retroceso, afirman, viene acompañado de una nueva tendencia: la hiperidealización del personaje masculino, cuyo cuerpo, fortaleza y presencia dominan la narrativa incluso cuando la protagonista es una mujer.

“Da igual de qué trate la historia: todo gira en torno a él”, lamentan.

Escribir como forma de análisis político

Para ellas, seleccionar un tema surge de mirar alrededor y detectar lo que incomoda o duele.

“Escribir es lanzarte preguntas”, dicen. Y en su caso, las preguntas son sobre libertad, opresión, poder, amistad, violencia y deseo.

Por eso sus libros —aunque juveniles— nunca rehúyen a las tensiones sociales.

Tanto así que han enfrentado censuras: Anne sin filtros fue retirado de la sección juvenil en Argentina exclusivamente por sus contenidos queer, no por sexualidad explícita. “Había ataques homofóbicos clarísimos. Es algo que enfrentamos en España, pero en Latam hubo un impacto especial”.

El deseo y las escenas de sexo: emoción antes que explicitud

Cuando hablan de sexo en la literatura juvenil, Iria y Selene son contundentes: no escriben spicy, no porque lo consideren inválido, sino porque no es parte de su estética ni de su ética narrativa.

“Hay sexo en nuestros libros, pero somos muy poéticas”, explican.

Para ellas, una escena sexual solo debe existir si transforma la relación, si impulsa el arco emocional del personaje. Es una herramienta narrativa, no un requisito comercial.

“Si yo recorto una escena de sexo y al libro no le pasa nada, esa escena no era necesaria”, dicen sin rodeos.

Critican la presión actual del mercado, en el que editoriales piden agregar explícitos solo porque “se venden”.

A ellas también se los han sugerido. Siempre se niegan.

“Estamos perdiendo la costumbre de llamar erótica a la erótica”, señalan.

“Ahora se hipersexualiza la literatura juvenil y se vende desde la escena de sexo. Pero si lo que quieres es un libro basado en eso, ese género ya existe”.

Para su obra, el sexo debe ser emocional, suave, íntimo.

“No narramos desde la explicitud, sino desde lo que cambia en la relación cuando ocurre”.

Juvenil: un género subestimado

Ambas saben que la literatura juvenil arrastra un estigma histórico.

“No va a desaparecer. Quien cree que la cultura tiene jerarquías revela más clasismo que análisis literario”, afirman. Por eso prefieren seguir escribiendo, ignorar prejuicios y confiar en que quienes leen juvenil lo hacen sin complejos.

Lecturas distintas según el país

Aunque Rojo y Oro acaba de publicarse en México, todavía no pueden anticipar cómo será recibido.

Lo que sí saben es que cada país reacciona distinto según su contexto político, su relación con la violencia y el lugar social que ocupa lo queer.

Un público que las sigue, una industria que presiona y dos autoras que se mantienen firmes

Tras presentar el libro en Guadalajara, celebran el cariño del público mexicano.

Pero también reconocen la urgencia de defender la literatura juvenil de las presiones del mercado y del retroceso ideológico que afecta los roles de género, la representación queer y la sexualidad.

Su propuesta es clara: escribir desde la convicción, no desde la exigencia comercial.

Y recordar que la literatura juvenil —con o sin sexo, explícito o no— también es un espacio para pensar el mundo.

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