
El acervo hace pensar que algo que nos atemoriza profundamente al mismo tiempo posee una seducción ineludible por ser parte esencial de la vida, señala Luis Gómez
Para reflexionar sobre la muerte como un hecho ineludible y cotidiano, detonador de emociones, el Museo Nacional de San Carlos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), presenta la exposición El beso de la muerte. Representaciones mortuorias en el arte y la cultura visual del siglo XIX.
La muestra plantea repensar este fenómeno en el México del siglo XIX a partir del diálogo entre obras y objetos de la colección del museo, y piezas provenientes de otras colecciones, imnformó el Instituto.
Explicó que el acervo integra cerca de 180 piezas procedentes de 30 colecciones públicas y privadas.
“Reúne botones, guardapelos, fotografías, figuras de cera, títeres, lápidas, utensilios médicos e indumentaria de duelo, pinturas y esculturas de gran formato que permiten reflexionar sobre la muerte como parte de la vida y observar cómo las sociedades negocian culturalmente con ella”, detalló.
Luis Gómez, curador de la exposición invitó a conocer diversos estadios, ritos y actitudes vinculados con la muerte a través de los cuatro núcleos temáticos; La antesala de la muerte, Cara a cara, La muerte retratada y Los lugares de la memoria.
Explicó que el título alude a una frase recurrente desde finales del siglo XIX en la literatura.
“Diferentes poetas, novelistas y escritores la utilizaron para hablar de un sentimiento que evocaba estremecimiento, pero también seducción; el beso de la muerte hace pensar en esa dualidad de algo que nos afecta y atemoriza, pero que al mismo tiempo nos atrae”, señaló.
Gómez dijo que en aquel periodo la muerte se volvió cotidiana debido a la enfermedad, la guerra y las epidemias.
“El primer núcleo, La antesala de la muerte, aborda la enfermedad como augurio, mientras que el segundo, Cara a cara con la muerte, se inspira en el concepto del memento mori (recuerda que vas a morir) como aviso de que la muerte es inexorable y nadie escapa a ella, sin distinción de clase, género o condición”, detalló.
El especialista indicó que la muerte retratada presenta fotografías y esculturas que evocan cuerpos o cadáveres postrados que provocan estremecimiento, mientras que Los lugares de la memoria recorre los ritos y actitudes de quienes enfrentan la muerte de un ser querido.
Comentó que la muestra abre con la pintura de gran formato Episodio del diluvio universal, realizada en 1851 por Francesco Goghetti, pintor italiano del siglo XIX.
La obra presenta una escena dramática del diluvio universal, en la que las personas intentan salvarse del castigo, reveló.
El experto manifestó que son exhibidas también pinturas como Este es el espejo que no te engaña (1856), de Tomás Mondragón, donde se observa a una mujer de tamaño natural; una mitad ataviada con lujo y la otra convertida en esqueleto.
Opinó que otra obra destacable es Cuerpo putrefacto (siglo XVIII), de autor desconocido, una representación de un cadáver en descomposición utilizada por la Iglesia como recordatorio moral.
Luis Gómez señaló que entre las piezas fueron incluidos títeres de la compañía Rosete Aranda, grabados de José Guadalupe Posada y figuras de cera, como El cuerpo relicario de Santa Rosita (siglo XIX), perteneciente al Museo Casa de las Mil Muñecas de la Ciudad de México.
La exposición fue complementada con un núcleo dedicado a la muerte infantil, integrado por esculturas de infantes dormidos, a gran detalle.
La exposición El beso de la muerte. Representaciones mortuorias en el arte y la cultura visual del siglo XIX puede ser apreciada en el Museo Nacional de San Carlos, de martes a domingo, de 10 a 18 horas, hasta el domingo 29 de marzo de 2026.