Cultura

Abren el museo mexica subterráneo: exhibe ofrenda, escalinata del juego de pelota y parte del Templo de Ehécatl

Es el nuevo espacio museográfico ligado al Templo Mayor, dice Raúl Barrera, director del PAU. Está abierto al público los sábados de 14:00 a 17:00 horas y los domingos de 09:00 a 17:00 horas

centro histórico

El museo se encuentra en la calle de Guatemala, Centro Histórico. En la imagen, parte del Templo de Ehécatl.

El museo se encuentra en la calle de Guatemala, Centro Histórico. En la imagen, parte del Templo de Ehécatl.

Reyna Paz Avendaño

Los vestigios de una banqueta, cuatro escalones y una escalinata del juego de pelota del recinto sagrado de Tenochtitlan cuya cancha se extiende por debajo de la calle de Guatemala del Centro Histórico de la Ciudad de México, así como una ofrenda mexica matada y una parte del Templo Ehécatl que simula la forma de una serpiente son parte del nuevo espacio museográfico ligado a Templo Mayor.

Se trata de un recorrido subterráneo por el predio de Guatemala 16, a unos pasos de la Catedral Metropolitana y a un costado del Centro Cultural de España, que por el momento está abierto al público los sábados de 14:00 a 17:00 horas y los domingos de 9 a 17:00 horas.

“Nos interesa que la gente sepa lo que se está haciendo. Este espacio se acondicionó, todavía no está totalmente concluido porque siguen los trabajos de la obra entre semana. Nuestro interés es que esto se conserve y se pueda exhibir al público”, expresa a Crónica, Raúl Barrera Rodríguez, director del Proyecto de Arqueología Urbana (PAU) del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

El arqueólogo platica que el predio pertenece a particulares, quienes tenían la intención de construir un estacionamiento, no obstante, en 2009 cuando los arqueólogos dirigidos por Barrera Rodríguez hallaron vestigios prehispánicos, la obra se modificó.

Ahora, existe un museo subterráneo gracias a la sensibilidad de los propietarios y del trabajo de ingenieros, arqueólogos, albañiles y autoridades.

“Cuando los propietarios acaben su obra, este espacio estará abierto de manera continua, para entonces habrá que acondicionar algunos aspectos museográficos, se colocarán piezas, pero ahora no es posible”, indica el experto.

Este museo subterráneo es propiedad INAH, añade. “Hemos llegado a un acuerdo con los propietarios y el espacio tendrá su propio acceso, sus servicios que todavía están en proceso de atención y está bajo la jurisdicción del Templo Mayor”.

Barrera Rodríguez recuerda que fue en el año 2010 cuando inició un proyecto arqueológico formal tras detectar la parte posterior del Templo de Ehécatl.

“Lo que estamos viendo es una sección del edificio, no de todo porque el edificio tenía alrededor de 34 metros de longitud de norte a sur y el ancho no lo sabemos exactamente pero quizá anda en los 30 y 34 metros. Su fachada debe encontrarse debajo del Centro Cultural de España colindando con el otro edificio que es el número 20 de la calle Guatemala”, detalla.

El Templo de Ehécatl es un edificio mixto, es decir, un edificio rectangular que en su parte posterior tiene un adosamiento circular, un cuerpo arquitectónico de 18 metros de diámetro.

Raúl Barrera Rodríguez, director del Proyecto de Arqueología Urbana del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Raúl Barrera Rodríguez, director del Proyecto de Arqueología Urbana del Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Reyna Paz Avendaño

“Se pensaba que este templo se encontraba debajo de la Catedral Metropolitana porque ahí se encuentra otro templo de Ehécatl. Se pensaba que ése era el que menciona las fuentes y eso pensábamos también pero cuando empezamos a trabajar aquí nos percatamos que no”, platica Barrera Rodríguez.

Los arqueólogos han identificado tres etapas constructivas del templo: de 1481 a 1482, de 1486 a 1502, y de 1502 a 1521. Su fachada tiene vista hacia el oriente y por tanto se relaciona con la creación del Quinto Sol.

“El mito dice que se reunieron los dioses cuando crearon la nueva era, el Quinto Sol. Los dioses Tecuciztecatl y Nanahuatzin se arrojaron al fuego para crear el Sol y la Luna, entonces se preguntaban los dioses ¿por dónde saldrá el Sol? pero sólo fue Xipe y Ehécatl quienes apuntaron hacia el oriente”, explica Barrera.

Esta construcción, después de la base rectangular y el adosamiento circular, en la parte de arriba tenía un templo redondo con un techo de paja, infieren los arqueólogos.

“Hay un Templo de Ehécatl muy similar en Malinalco, Estado de México, con un acceso esculpido con el rostro, las fauces de la serpiente. Para el caso de Tenochtitlan las fuentes refieren que este templo era redondo, su techo de paja y que tenía el acceso en forma de las fauces de la serpiente. Entonces es redondo porque es una representación metafórica del cuerpo enroscado de la serpiente emplumada”, comenta.

Juego de pelota sagrado.

A unos seis metros del Templo de Ehécatl y de manera paralela, el equipo de Raúl Barrera halló vestigios del principal juego de pelota mexica.

Pisos de laja con ofrenda de bracero.

Pisos de laja con ofrenda de bracero.

Reyna Paz Avendaño

“El primero que encontró restos del juego de pelota fue Don Leopoldo Batres, él nunca supo que se trataba del juego de pelota, pensó que había encontrado una escalinata del tzompantli. Batres trabajó a principios de 1900 y no había tanta información a nivel arqueológico, incluso se pensaba que el Templo Mayor estaba debajo de la Catedral”, explica Barrera Rodríguez.

En ese tiempo, se colocó drenaje y Batres registró ofrendas, esculturas y objetos ligados al juego de pelota, es el caso de unas pelotas de piedra que están exhibidas en el Museo Nacional de Antropología. Posteriormente, con la construcción del metro se encontraron más objetos prehispánicos.

Es decir, los arqueólogos ya sabían que sobre la calle de Guatemala se encontraba el juego de pelota.

“Lo que hoy vemos es la banqueta, cuatro escalones del juego de pelota y una escalinata en la esquina que era para ingresar hacia el interior de la cancha. Lo que mostramos con una maqueta es la reconstrucción hipotética de cómo era”, indica Barrera Rodríguez.

La maqueta muestra unos pórticos donde se colocaban los jugadores para ver el juego y cuyos desplantes de las pilastras fueron detectados por el equipo del PAU pero no se pueden ver ya que se encuentran justo en el límite de la cancha y de donde se ingresa al predio Guatemala 16.

“Nos falta conocer las características reales de todo el edificio del juego de pelota, necesitaríamos ampliarnos (con excavaciones) pero no es posible porque, en cierta manera, estamos supeditados a los espacios al ser una zona urbana y eso es lo interesante de esta arqueología que es sumamente compleja”, señala.

Ofrendas.

En el recorrido subterráneo se muestra una ofrenda matada de dos braseros que excavó la arqueóloga Lorena Medina Martínez, del PAU.

“Un bracero es de arcilla o barro y otro es un moño de basalto de un brasero. Consideramos que originalmente debieron estar colocados arriba en el edificio, pero cuando se llevó a cabo la remodelación del Templo de Ehécatl, sus objetos, es decir, braseros, esculturas y almenas, las desmontaron los mexicas y las dejaron como ofrendas de clausura”, precisa el arqueólogo.

Esta ofrenda aún será excavada un metro más para definir sus límites.

Casa virreinal

Cimientos de la casa virreinal.

Cimientos de la casa virreinal.

Reyna Paz Avendaño

Otro de los vestigios hallados en Guatemala 16 son los cimientos de una de las primeras casas virreinales construidas tras la caída de Tenochtitlan.

“Para nosotros, en arqueología, toda evidencia humana es muy importante. Este muro es de una casa virreinal, de un señor que se llamó Juan Engel, uno de los primeros fundidores de la Nueva España y esta casa es de las primeras de la época virreinal”, detalla.

Después de que cayó Tenochtitlán, Hernán Cortés decidió destruir la ciudad, narra el experto.

“Debió ser un momento muy doloroso para los indígenas que ahí vivían, los obligaron a destruir sus propios templos para la planeación, en 1521, de la nueva ciudad y este muro es la evidencia de una de las primeras casas”.

El arqueólogo detalla que está hecha con las piedras destruidas del juego de pelota. “Vemos piedras estucadas y un clavo arquitectónico reutilizado. Estas piedras son las mismas, es interesante ese momento de transición de época prehispánica a época virreinal y es lo más difícil de identificar porque las técnicas, las manos y las piedras son las mismas”.