
La amistad de tres amigas adolescentes y la muerte de una de ellas años posteriores, dan forma a la novela “Punto de cruz”, de Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988), autora que también ofrece al lector fragmentos de la historia del bordado.
“Es una novela tapiz que busca entrelazar la historia personal de tres amigas, entre ellas y con el bordado, con una historia del bordado que es casi universal. Hay pocas culturas que no hayan bordado, aunque por distintos motivos suelen ser las mujeres las que se han encargado de estas tareas”, expresa en entrevista Barrera.
La escritura de este libro nació a partir de una transformación personal de la autora en la dinámica con sus amistades, en específico, a partir de la maternidad.
“Quise regresar a esa etapa de la adolescencia en que las amistades son o eran, por lo menos para mí, la prioridad, eran las relaciones más importantes que yo tenía, eran vínculos muy estrechos y muy complejos. Escuchaba hace poco en un podcast que las relaciones de amistad casi nunca surgen ni se terminan, casi siempre se van dando poco a poco y terminan sin un aviso, sin una plática definitiva, muchas de las amistades terminan en una pausa o en un silencio prolongado”, comenta.
Ese silencio puede llegar de muchos lados: del tiempo, de la distancia, de incomprensiones o desacuerdos. “Eso me genera mucha curiosidad, sobre todo cierto tipo de pérdidas que nos dejan dudas acerca de qué es lo que pasó, qué salió mal, si pudo haber sido distinto”, añade.
Cuando una amiga muere se acentúa la necesidad de recordar, expresa Barrera.
“Las amistades de tanto tiempo atrás son también testigos de nuestra propia vida, son personas con las que compartimos recuerdos y cuando una persona ya no está, creo que es muy natural la necesidad de documentar esos recuerdos, dejar por escrito la memoria de esas experiencias conjuntas”, indica.
En “Punto de cruz”, editado por Almadía, las protagonistas se hacen amigas en la adolescencia y con la particularidad de pertenecer a una clase media de la Ciudad de México. “En ellas hay muchas violencias atravesándolas, de las que ellas apenas son conscientes y que tienen que ver con el machismo, racismo, clasismo y las violencias medioambientales”.
La autora considera que cuando las heridas suceden en la adolescencia, éstas no sanan tan rápido.
“La adolescencia es una etapa en que el cuerpo se está transformando, la identidad se está transformando y eso nos vuelve muy sensibles a las cosas que nos suceden alrededor. Las heridas que ocurren en esa época son difíciles de sanar y esa impotencia es la que persigue a estos personajes a lo largo de su historia”, indica.
Para Barrera, la amistad entre mujeres es particular en el contexto del machismo que se vive en México, “porque muchas veces son vínculos que pasan por el cuidado, que pasan por la llamada sororidad, por la resistencia, la resiliencia y también por el dolor y la pérdida”.
La amistad también es una manera de adentrarnos a otros mundos, indica. “Surge en un contexto escolar, estamos metidos todos los días muchas horas con las mismas personas que llegaron ahí a veces porque tienen cosas en común, sobre todo en términos de clases sociales, pero a veces no, a veces llegan personas de hogares muy diversos; este querer pasar todo el tiempo con la otra persona nos lleva meternos hasta lo más profundo de su vida: a su casa, nos permite con observar con mucha cercanía distintos contextos familiares”.
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