Cultura

Ernesto Ramírez: “Iztapalópolis” es el reverso de la medalla para mostrar aquienes habitan la alcaldía

La exposición, con 37 fotografías en blanco y negro, se exhibe en el Centro de la Imagen

La Última Cena
La última taquiza, 2009, de Ernesto Ramírez. La última taquiza, 2009, de Ernesto Ramírez. (La Crónica de Hoy)

“Uno piensa en Iztapalapa y de inmediato decimos: la alcaldía más violenta y donde no hay agua. Esos tópicos son reales, pero no es lo único y quería alejarme del estereotipo, quise ensayar el modo de ser de quienes habitan en esta demarcación”, señaló en entrevista Ernesto Ramírez a propósito de la exposición “Iztapalópolis”, que reúne 37 imágenes en el Centro de la Imagen.

Las fotografías en formato blanco y negro abordan la vida cotidiana de la acladía, por ejemplo, de espacios emblemáticos como la Central de Abasto, el Viernes Santo en el Cerro de la Estrella, los carnavales de sus siete barrios y el Tianguis de Las Torres.

“Cuando habitamos un lugar, su geografía, cultura y tradiciones te marcan y crean modos de ser, es decir, identidades. Quería acercarme al corazón del habitante y del lugar para tratar de captar esa esencia, muchas de mis imágenes son de espacios, de la vida cotidiana, de fragmentos, detalles, de encuentros fortuitos en la calle con elementos”, señala Ramírez.

Por ejemplo, el Tianguis de Las Torres es inmenso, pero al artista no le interesaba tener una imagen de esta magnitud, sino encontrar momentos que le resultaran significativos dentro de la multitud.

“En la exposición hay dos imágenes, una es El señor de los lagartos y es el retrato de una persona que encontré caminando por el tianguis cargando un lagarto disecado; fue un golpe de vista, hablé con él, le pedí permiso para que me permitiera retratarlo, entonces hubo una complicidad y resultó que es un amante de objetos peculiares. La otra imagen es una panorámica llamada Puestos de sol”, indica.

¿Por qué elegir el blanco y negro?

En mis últimos proyectos he reflexionado mucho en la forma. Aquí la fotografía es análoga, esto es una decisión estética por los resultados que puedo obtener y también por metodología. Hoy en las cámaras con una tarjeta puedes disparar miles de imágenes, pero con un rollo fotográfico de una cámara Holga -que es una cámara llamada pobre-, sólo trae 12 tomas.

Eso me ayuda mucho para pensar la imagen, además de que el formato blanco y negro ayuda a distanciarnos de la carga de color exagerada que hoy nos abruma. El blanco y negro es onírico, melancólico y memorioso, quise jugar con esas emociones y plasticidad.

OTRA MIRADA CITADINA

La exposición “Iztapalópolis”, que permanecerá hasta el 31 de julio, busca que las personas observen otros lugares de la ciudad y quizá los mismos oficios que ya existen en el imaginario, pero ahora fuera del Centro Histórico, la colonia Roma o Chapultepec.

“Me acerco a la alcaldía buscando la belleza, si dijera Iztapalapa es un lugar bello, se reirían de mí. Es la demarcación más grande de la Ciudad de México y tiene toda una historia prehispánica de rituales, de tradiciones culturales con la Semana Santa y temas concretos como sus retos y problemas urbanos”, señala Ramírez.

El fotógrafo añade que hoy es imposible documentar la ciudad con un solo ejercicio visual.

“Iztapalópolis es una ciudad reinventada con mis propios intereses donde el humor es un detonante porque me parece que relaja un tema que puede ser polémico, pero no deja de hacerte pensar, no es el chiste sino el humor que contrasta la realidad con la fantasía de un encuentro fortuito en la calle”, indica.

Es el caso del díptico El estudio del sueño. “En un jardín público de mi colonia, Sector Popular, una persona en condiciones de calle aparece dormido en la mesa de un kiosco y por la otra parte, en la misma alcaldía encuentro en la calle un colchón abandonado, es decir, hay un contraste”, explica.

¿Qué lugares de Iztapalapa le agradan por su estética?

Habría que revalorar la figura política, social y cultural de los barrios, así como sus tradiciones, leyendas y fiestas que le dan mucha identidad a la gente, además el sentimiento de pertenencia porque nos hablan de un pasado sólido, sin embargo, la ciudad se lo va comiendo.

No olvidemos que ahí nacieron los carnavales y los pueblos hacen unas grandes fiestas que siempre esperan ansiosos. También hay que pensar el Cerro de la Estrella como una gran pirámide desde donde hay una visión maravillosa de la ciudad que no le pide nada a subirse a la Torre Latino. 

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